Haig: Mosc¨² se ofrecio a hundir el 'Invincible' en las Malvinas
La URSS ofreci¨® a Argentina hundir el portaviones brit¨¢nico Invincible, seg¨²n comunic¨® el general Leopoldo Galtieri al entonces secretario de Estado norteamericano, Alexander Haig, pocos d¨ªas antes de que se iniciara la guerra de las Malvinas. Haig, que acaba de publicar sus memorias, afirma que no concedi¨® credibilidad a esta amenaza, pero a?ade que "cuando la imaginaci¨®n empieza a estar fuera de control, lo mismo sucede con los acontecimientos". Seg¨²n Haig, es posible que la invasi¨®n de las Malvinas fuera planeada s¨®lo por la Marina argentina y que las fuerzas a¨¦reas se vieran enfrentadas a un hecho consumado.El peri¨®dico dominical Sunday Telegraph inici¨® ayer la publicaci¨®n de varios cap¨ªtulos del libro Caveat: realism, Reagan and Foreign Policy, en el que Alexander Haig relata sus experiencias como secretario de Estado entre 1981 y 1982. En el cap¨ªtulo publicado ayer, Haig recuerda los d¨ªas previos al estallido de las hostilidades y sus intentos de mediaci¨®n.
Seg¨²n Haig, la primera ministra brit¨¢nica, Margaret Thatcher, nunca enfoc¨® el problema como un enfrentamiento entre el Reino Unido y Argentina. "Casi mesi¨¢nicamente, ve¨ªa el problema como una prueba de la fibra y determinaci¨®n de todo Occidente". Haig afirma que personalmente nunca tuvo dudas sobre la victoria brit¨¢nica en caso de guerra, pero esta opini¨®n no fue compartida un¨¢nimemente por la plana mayor de la Casa Blanca, el Ej¨¦rcito norteamericano o el servicio de inteligencia.
Haig critica ¨¢speramente la actuaci¨®n de la embajadora de EE UU ante la ONU, Jeanne Kirkpatrick, que se opuso vehementemente a la decisi¨®n del Consejo Nacional de Seguridad de apoyar plenamente al Reino Unido en el caso de que se produjera un enfrentamiento armado. "Le dijo al presidente Reagan que esta decisi¨®n acarrear¨ªa a EE UU 10 a?os de animosidad en Am¨¦rica Latina". Seg¨²n Haig, los brit¨¢nicos se quejaron repetidas veces de la actuaci¨®n de Kirkpatrick, que en conversaciones privadas y en declaraciones m¨¢s o menos p¨²blicas pon¨ªa en duda la determinaci¨®n norteamericana de apoyar a Londres. El ex secretario de Estado se queja del acceso directo que tiene Kirkpatrick con el presidente, lo que da lugar a malentendidos.
Haig relata con cierto detalle la entrevista que mantuvo el 8 de abril de 1982 en Londres con Thatcher, poco antes de que empezara la guerra propiamente dicha. La primera ministra se mostr¨® con ¨¢nimo belicoso y mostr¨® a sus invitados los retratos de los almirantes Wellington y Nelson. Haig recuerda que el entonces ministro de Asuntos Exteriores, Francis Pym, murmur¨®: "Tal vez deber¨ªamos preguntar a los habitantes de las Malvinas qu¨¦ piensan sobre la posibilidad de una guerra", a lo que la primera ministra respondi¨® agriamente. Haig coment¨® entonces que Pym no ten¨ªa muchas posibilidades de continuar en el Gabinete si se empe?aba en llevar la contraria a Thatcher. Haig detect¨® divisi¨®n de opiniones entre los miembros del Gobierno brit¨¢nico y qued¨® convencido de que cualquier posible arreglo negociado tendr¨ªa que pasar necesariamente por una retirada argentina porque, en caso contrario, Margaret Thatcher hubiera ca¨ªdo como primera ministra.
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