El paro
( ... ) Obviamente, la promesa electoral socialista de que se crear¨ªan 800.000 puestos de trabajo fue, sin duda, una de las razones, si no la gran raz¨®n, que llev¨® al PSOE al poder; pero ahora no se trata para nada de reprochar a este partido la ingenuidad o la ligereza de una tal promesa, sino de se?alar puramente el hecho de que, como no solamente no ha sido cumplida, sino que el paro ha continuado aumentando y, por cierto, de manera galopante, hasta llegar en estos momentos casi al 20% de la poblaci¨®n activa, el desencanto, el pesimismo, la irritaci¨®n, la autoconciencia muy extendida de haber sido enga?ados se han extendido y se siguen extendiendo entre los espa?oles como una gran mancha de desaliento.En primer lugar, desde luego, todas estas actitudes en que se han cambiado las actitudes primeras de una especie de mesi¨¢nicas esperanzas se han dirigido contra el propio partido gubernamental, y, como es l¨®gico, pod¨ªan hacerse frotar las manos a la oposici¨®n, que asist¨ªa al r¨¢pido desmoronamiento de un programa de gobierno socialista que ya hab¨ªa avisado que era inviable; pero el curso de los acontecimientos ha hecho ciertamente que, en un segundo tiempo, precisamente en estos momentos, esos sentimientos de ruina, empobrecimiento colectivo, desaliento y como cierre de horizontes de futuro se hayan convertido en nuestro clima ps¨ªquico y moral colectivos sin que nadie haga nada o no lo suficientemente significativo para sacarnos de ¨¦l. En cierto sentido, y por otras razones, podr¨ªamos decir que nos encontramos en un clima muy similar al que produjo, a finales del siglo pasado, la p¨¦rdida de nuestras colonias de ultramar; pero ahora, a niveles mucho m¨¢s amplios y mediatos, porque es la experiencia de cada d¨ªa de cada ciudadano la que, sin necesidad de grandes reflexiones ni mediaciones intelectuales, pol¨ªticas o sociales, le indica que nuevas empresas han cerrado, hay nuevos despidos, se pierde al galope el poder adquisitivo de los salarios y desaparece el bienestar de a?os pasados, o el hambre mismo y la necesidad extrema se nos muestran en la misma calle.
Y los espa?oles se hacen cargo perfectamente de lo que es una crisis econ¨®mica, todav¨ªa no han desaparecido las generaciones que sufrieron los amargos y dif¨ªciles a?os de la posguerra civil, y nadie parece apartarse de lo que, eufem¨ªsticamente y con ribetes de un cierto humor negro, se llama "apretarse el cintur¨®n"; pero, una vez m¨¢s, hay que decir, y con un mayor ¨¦nfasis de seriedad si es posible, que esos espa?oles necesitan para conllevar todo eso con dignidad y esperanza que se les explique -si es necesario todos los d¨ªas- cu¨¢l es el sentido real de este su sacrificio, cu¨¢l es su racionalidad y a qu¨¦ conduce y en qu¨¦ t¨¦rmino de tiempo.( ... ) As¨ª que no pedimos una comparecencia para "echar un pulso" en la televisi¨®n o en el Congreso, sino un testimonio de honestidad y de veracidad por parte del Gobierno y de la oposici¨®n, en unos momentos de intenso desaliento colectivo o de pesimismo casi nihilista, que ser¨ªa muy grave para todos dejar que transcurran a su aire y se conviertan en desespero. ( ... )
, 27 de marzo
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