Las elecciones de Sagunto
Los enfrentamientos y juegos de tira y afloja que vienen teniendo lugar desde septiembre del a?o pasado entre los trabajadores y la empresa de Altos Hornos de Sagunto est¨¢n llenos de ense?anzas de todo tipo. Todos estos meses han estado marcados por huelgas generales en la comarca, algaradas, manifestaciones locales o en Valencia y en la propia capital de Espa?a, cortes de comunicaciones, agresiones a las autoridades, orgullosas y nunca mejor dicho saguntinas, resistentes a las ¨®rdenes de la direcci¨®n, amenazas incluso al propio Gobierno y burla de los ultimatos, que probablemente es una de las palabras que ya en adelante no podr¨¢ significar lo que hasta ahora, puesto que se han dado varios ultimatos y, a la hora de la verdad, se han convertido en meros avisos paternales.La empresa, por su parte, se ha cuidado muy bien de no invocar la ayuda de la fuerza p¨²blica y no s¨®lo se ha plegado al permanente desprecio de la disciplina laboral, sino que ha recibido privilegiadamente la ayuda del Gobierno para la creaci¨®n de nuevos puestos de trabajo, que ocupar¨¢n los que resulten afectados por la adecuaci¨®n de plantillas o los despedidos. Porque, ciertamente, la empresa ha despedido, pero el despido utilizado como penalizaci¨®n contra los d¨ªscolos ha sido solamente su gran arma para forzar al di¨¢logo a los trabajadores, ya que de todos modos la reconversi¨®n va a hacerse: no el mero hecho consumado a que se enfrenten otros muchos trabajadores de empresas que no son p¨²blicas y en tomo al cual no han abierto la boca, no han protestado y, curiosamente, tampoco han sido demasiado asistidos en su situaci¨®n, a veces no tan inevitable como la que venimos comentando, por los sindicatos.
Una cosa as¨ª s¨®lo tiene dos explicaciones: 1. O la de que esas protestas y huelgas han sido, sobre todo, pol¨ªticas: un pulso del PCE al Gobierno a trav¨¦s de Comisiones Obreras, o un pulso de este sindicato a la UGT, que ha salido bastante mal parada de la confrontaci¨®n. 2. La de que, de todos modos, los trabajadores de las empresas p¨²blicas han de ser necesariamente trabajadores privilegiados, incluso a la hora de las vacas flacas. S¨®lo ellos siguen manteniendo la protesta y el desafio al Gobierno, mientras el resto de los trabajadores acepta el apretarse el cintur¨®n o su amarga condici¨®n de parados, y a veces no por causas inevitables, como decimos.
29 de marzo.
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