S¨®lo Jesse Jackson puede inquietar a Ronald Reagan
Las primarias norteamericanas han tenido hasta ahora la virtud de crear una serie de vencedores morales que no coincide con la de los vencedores nominales, de tal manera que si ha habido alg¨²n triunfador en estos comicios, no hay que buscarlo entre los que matem¨¢ticamente han conseguido el mayor n¨²mero de votos.Las victorias iniciales de Gary Hart hab¨ªa que atribuirlas a una cierta rebeli¨®n del descontento, a la coalici¨®n de los aburridos de Mondale, tanto como a la atrayente personalidad del senador por Colorado; la posterior recuperaci¨®n del ex vicepresidente Walter Mondale se puede explicar por la incapacidad de aquella rebeli¨®n para desbordar los l¨ªmites de un grupo social: la juventud urbana anglosajona de clase media m¨¢s bien acomodada. En cambio, Jesse Jackson, el l¨ªder de la minor¨ªa negra, que tan s¨®lo ha vencido en la primaria de Carolina del Sur y se ha limitado a obtener votaciones honorables pero largamente insuficientes para inquietar a los dos favoritos, es el ¨²nico que ha ganado todo lo que ha ganado por s¨ª mismo, sin posibilidad de atribuci¨®n de sus ¨¦xitos a causas externas.
La posici¨®n adquirida por el reverendo Jackson, brillantemente confirmada con su tercer puesto en la primaria de Nueva York, parece convertirle en el administrador de los votos de la poblaci¨®n de color, lo que puede ser de la m¨¢xima importancia no s¨®lo para determinar la plataforma electoral dem¨®crata que se decida en la convenci¨®n del partido en San Francisco, sino para el mismo resultado de las elecciones de noviembre frente al presidente Reagan.
El objetivo del reverendo Jackson no se limita a la apreciable haza?a de acaparar el voto negro, sino que es el de conseguir que en los pr¨®ximos meses varios millones de ciudadanos de color se registren para votar en las presidenciales.
En nombre de esos nuevos votantes podr¨¢ negociar Jesse Jackson con el candidato dem¨®crata la garant¨ªa de incentivos de poder suficientes a cambio de su apoyo sin reservas.
En 1980, Reagan venci¨® con una mayor¨ªa de 2,5 millones de votos sobre sus dos rivales combinados, el dem¨®crata Jimmy Carter y el independiente John Anderson, de los que ¨¦ste ¨²ltimo obtuvo 5,7 millones de sufragios. Aun admitiendo que una gran mayor¨ªa de los sufragios depositados hace cuatro a?os en favor de Anderson, que se presentaba como liberal, fueran recuperados para el candidato dem¨®crata, quedar¨ªa un buen trecho que salvar hasta alcanzar la previsible cota del presidente. Sin embargo, el volumen de votos que pueda aportar el aspirante Jackson al partido, en el caso de que se llegue al pacto, es lo ¨²nico que en estos momentos puede inquietar al presidente Reagan.
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