Los destinos de Honduras
La publicaci¨®n en estas mismas columnas de un pontificante art¨ªculo del ex secretario de Estado norteamericano Henry Kissinger vino, desgraciadamente, a acentuar un tono que frecuentemente peca de excesiva suficiencia y, por lo mismo, conlleva el riesgo de conceder poca atenci¨®n a la realidad.La verdad es que no se deber¨ªa, sin alguna advertencia, inundar las columnas del diario con prosa propagand¨ªstica en la que ni por un momento se duda de la superioridad innata (innata, Dios m¨ªo, ?ser¨¢ gen¨¦tica o de pueblo escogido?) del homo americanus, del feliz ciudadano estadounidense que vota y sostiene el tim¨®n de la superpotencia m¨¢s poderosa.
Nada pontificante, muy poco seguro, m¨¢s bien dubitativo y angustiado ante los acontecimientos, yo quer¨ªa, a la vez que distanciarme de los consejos o, si se interpretan bien, quiz¨¢ encubiertas ¨®rdenes con amenazadoras insinuaciones, sencillamente mover a los lectores a reflexionar sobre lo que est¨¢ pasando y a pensar por su cuenta, sin invitarles, desde luego, a ponerse de acuerdo conmigo.
No, no es el camino de informar a los lectores suministrarles propaganda interesada, en la que alg¨²n chispazo inteligente sirve para envolver los planes de dominio universal que obsesionan a la primera superpotencia. A nosotros, los espa?oles, en nuestro rinc¨®n nativo, nos interesa comprender lo que sucede en el mundo actual de un modo independiente y directo, con un conocimiento cr¨ªtico y no mediatizado.
Es lo que aplaudimos ahora en EL PAIS por las cr¨®nicas que su enviado especial Jes¨²s Ceberio ha comenzado a enviar sobre Honduras. Pues bien, sabemos que Am¨¦rica Central es uno de los puntos delicados de la situaci¨®n mundial y donde el choque de las dos superpotencias acarrea muertos d¨ªa tras d¨ªa. Guatemala y El Salvador se encuentran en situaci¨®n de guerra civil. Nicaragua se siente, con raz¨®n, amenazada, y su Gobierno aprovecha el peligro para imponer los cl¨¢sicos rasgos totalitarios irreversibles a su r¨¦gimen. Fronteriza con los tres pa¨ªses, Honduras hace el papel de base segura de los estadounidenses, ofreciendo a la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y a las tropas del Pent¨¢gono las facilidades necesarias para actuar contra las guerrillas de Guatemala y de El Salvador y para acosar a los sandinistas con somocistas armados y entrenados y con minas puestas en sus puertos.
?Qu¨¦ sab¨ªamos de Honduras? Nada, desde luego, nos ha explicado Henry Kissinger, que, por otra parte, ya hizo p¨²blico, como en su d¨ªa John Kennedy, que todos los males de Am¨¦rica Central (y sin duda m¨¢s all¨¢, desde Colorado hasta las Malvinas) son consecuencia de la colonizaci¨®n espa?ola. Sab¨ªamos, s¨ª, que unos generales, con el apoyo de Estados Unidos, serv¨ªan fielmente: a la superpotencia, y la apoyaban y apoyan en la tarea de intervenci¨®n a que est¨¢ dedicada.
Sabido es que a la zona centroamericana se le ha atribuido el papel de corral (backyard) del hermoso palacio de Estados Unidos, con sus fachadas a los dos oc¨¦anos. La creaci¨®n de una rep¨²blica ad hoc para el canal, las intervenciones repetidas en otras rep¨²blicas de toda esta parte del continente, que qued¨® en la independencia tan fragmentada e inerme, han convertido al corral en algo peor: zona de fricci¨®n y de muerte, donde la historia contempor¨¢nea ve enfrentarse a las dos superpotencias, que enfrentan a su vez a gente que, salvo en un reducido n¨²mero de dirigentes y generales, no va a ganar mucho.
Pero no nos perdamos en un panorama demasiado amplio, al que s¨®lo aludimos para que el lector recuerde que es el tel¨®n de fondo de lo que pasa en Honduras.
El enviado especial nos explica c¨®mo y por qu¨¦ ha llegado al poder -con la oferta de no aplastar, como su predecesor, al poder civil- el general Walter L¨®pez. Es un militar competente, un as del aire que ha atra¨ªdo a su alrededor a los militares j¨®venes, disgustados por la inmoralidad y delirante ambici¨®n de Gustavo ?lvarez y sus compa?eros del alto mando. ?lvarez ha sido expulsado vergonzosamente del pa¨ªs. a un dorado destierro en Miami. Planeaba una guerra anticomunista que hasta a los consejeros estadounidenses les parec¨ªa insensata y, en este momento preelectoral, inconveniente.
Del fondo social sobre el que domina esta capa dictatorial y corrompida nos informa tambi¨¦n directamente una noticia de la agencia Efe: 30.000 personas han salido a la calle a protestar contra la represi¨®n, la injusticia, la eliminaci¨®n de gente que, con consejeros enviados por la dictadura argentina, hab¨ªa comenzado ya y alcanzaba la suma de 103 desaparecidos, 103 ciudadanos de los que nada se sabe. Jes¨²s Ceberio, en su segunda cr¨®nica, nos explica la situaci¨®n actual: "La CIA est¨¢ ya maniobrando para que nada cambie en lo que se ha dado en llamar modelo hondure?o: una democracia formal, fuertemente mediatizada por los militares".
?Llegar¨¢n los planes de Estados Unidos en su backyard a conseguir que los hondure?os, como se anunci¨® en nuestra Prensa por canales no propios -sin que hayan reaccionado, que sepamos, esos se?ores comentaristas que ahora empiezan a llamar, en ingl¨¦s, analistas-, soliciten un d¨ªa la situaci¨®n que, como pa¨ªs conquistado, tiene Puerto Rico, respecto de Estados Unidos, de Estado libre asociado?
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.