Arthur Penn, un cl¨¢sico que fue revisionista
A fines de los 50 el tiempo estaba maduro para que el cine norteamencano emprendiera la revisi¨®n del western. A¨²n no se hab¨ªa puesto de moda el western crepuscular, aquel en el que los bandoleros rezagados se desped¨ªan sangirientamente de su mundo mientras luchaban a caballo con los caballos del motor de explosi¨®n. Pero era evidente que la desmitificaci¨®n hab¨ªa comenzado. En 1957 Penn rodaba su primera pel¨ªcula, El zurdo, en la que revisaba una de las grandes historias del cine del Oeste. La de William Bonney, Billy el ni?o, asesino legendario que hab¨ªa muerto a los 21 a?os despu¨¦s de haber grabado 21 muescas en la culata de su rev¨®lver por vengar una muerte familiar.Penn se presentaba con unas credenciales de director de teatro en Broadway, donde hab¨ªa tenido un gran ¨¦xito con la direcci¨®n de El milagro de Ana Sullivan historia de psicologismo terap¨¦utico, amor y pedagog¨ªa. Nada parec¨ªa predisponerle a acometer la revisi¨®n de un personaje, que en su d¨ªa hab¨ªa sido interpretado por Robert Taylor en un trabajo de David Miller. La pel¨ªcula tuvo, sin embargo, una excelente acogida entre la cr¨ªtica especializada, inclinada a desmitificar, hallar pulsiones homosexuales en las viriles amistades de los solitarios hombres a caballo, y a reescribir una estampa cl¨¢sica en clave de Freud para cine f¨®rum.
El Billy el niflo de Penn era Paul Newman, un actor apenas m¨¢s joven que Brando, del que se presentaba como apresurado sucesor; Pat Garret, el sheriff que, disciplinadamente, da muerte al forajido, era John Dehner, un excelente caracter¨ªstico m¨¢s tarde frecuentador de telefilmes varios, y Hurt Hatfield, actor especializado en lo de las pulsiones, era el cronista que investiga la vida del hombre que persigue una venganza. Una joven actriz mexicana, Lita Milan, re.llenaba un hueco de la historia para que la sedujera Billy.
El pistolero de Penn es un tipo primitivo que nace en la primera secuencia como un Mowgli de la selva al que aterrizan en una relativa civilizaci¨®n. Su mirada es la ¨²nica fuente de informaci¨®n cultural, que posee. Ha perdido a su padre y a su madre. La muerte de su protector, Tunstall, le pone en el sendero de la venganza contra sus cuatro matadores. William Bonney se convierte en Billy con la fatalidad con que las fieras matan por comer y la inevitabilidad con que se pone el sol. El excelente western de Penn es una intelectualiz aci¨®n del esquema cl¨¢sico en el que sobran las explicaciones, no se argumentan moralmente las acciones de los protatonistas, pero se preserva lo esencial del g¨¦nero. La creaci¨®n de un cl¨ªmax de violencia que luego se administra con austeridad, una glacial y acerada distancia de los hechos, una ortograf¨ªa impecable y una explosi¨®n de muerte como conclusi¨®n.
A recordar la mirada mortecina e instintiva de Newrnan, la elasticidad con que su brazo y todo su cuerpo se comunican con el rev¨®lver que lleva al cinto en las centelleantes escenas de violencia, y el magn¨ªfico final en el que Billy elige su propia forma de morir. Hoy, todo un cl¨¢sico que en su d¨ªa se estren¨® en medio de cierto furor revisionista.
El zurdo se emite hoy a las 22.30 por la primera cadena.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.