Orwell, en Estrasburgo
Me correspondi¨® hace una semana abrir y moderar el debate que convoc¨® en Estrasburgo, en la sede del Consejo de Europa, a cerca de 200 personalidades europeas y americanas del mundo de la cultura, de la pol¨ªtica y de la ciencia. El tema orwelliano sigue fascinando al hombre de Occidente y contin¨²a expresamente prohibido en las naciones del Este europeo, como fruta peligrosa del ¨¢rbol del pensamiento. De cuantas predicciones imagin¨® aquel brit¨¢nico que se llam¨® Eric Blair, la ¨²nica que no se le ocurri¨® formular fue la de que su obra maestra 1984 se convertir¨ªa precisamente en ese a?o en el best-seller mundial, con un mill¨®n de ejemplares vendidos, seg¨²n las previsiones estad¨ªsticas.Todav¨ªa hoy las lecturas de la parodia pol¨ªtica inventada por el escritor ingl¨¦s son diversas y contradictorias. Hay quien interpreta el relato novel¨ªstico como una implacable disecci¨®n del sistema implantado por Stalin y por Hitler y existente con variantes accesorias en muchos pa¨ªses hasta nuestros d¨ªas. Otros piensan que es una grave advertencia sobre los riesgos del estatalismo creciente impuesto por el crecimiento del poder en la sociedad moderna. Las opiniones opuestas chocaron en la discusi¨®n abierta. Fue dif¨ªcil llegar a conclusiones precisas. Encauzar una asamblea de esta naturaleza resulta empe?o m¨¢s delicado que presidir una c¨¢mara de representantes pol¨ªticos, en la que las etiquetas partidistas permiten adivinar el juego dial¨¦ctico. Los foros intelectuales son ricos en sorpresas y en opiniones originales. La libertad de expresi¨®n se convierte as¨ª en un ejercicio activo de sugerente inter¨¦s para todos. Quiz¨¢ la m¨¢s acertada y simple observaci¨®n escuchada de las jornadas fue la de que la organizaci¨®n de un encuentro semejante no se pod¨ªa intentar siquiera en cualquiera de los extensos territorios en los que el despotismo, en sus diferentes versiones, es utilizado como sistema de gobierno a lo largo y lo ancho del planeta que habitamos.
El an¨¢lisis cr¨ªtico de las tres famosas paradojas que constituyen el pilar del dogmatismo colectivista olig¨¢rquico que aparece en la novela atribuido a un pensador, Emmanuel Goldstein ocup¨® el orden del d¨ªa de las sesiones del coloquio del Consejo de Europa. La guerra es la paz. La libertad es esclavitud. La ignorancia es fuerza. Tres locuciones que hubiesen seguramente atra¨ªdo el inter¨¦s y el comentario de don Miguel de Unamuno. Pero el totalitarismo existe y funciona en sus diversas versiones en la sociedad internacional de 1984. No es un planteamiento acad¨¦mico, sino una realidad formidable y concreta. Dos tercios de la humanidad viven hoy bajo la f¨¦rula de la tiran¨ªa como forma de Estado. El Big Brother que no se equivoca nunca, que siempre tiene raz¨®n, que representa una verdad revelada ("una verdad imaginaria", como la llama Legendre), que vigila escrutadoramente la existencia, el pensamiento y la conciencia de los s¨²bditos; que inventa el pasado, escribe la historia a su gusto, destruye la memoria colectiva de los pueblos y forja el mito de los enemigos permanentes a los que es preciso destruir es un hecho pol¨ªtico que existe en la gran mayor¨ªa de los Estados del mundo actual. Frente a ese peligro debe reaccionar la poderosa minor¨ªa que representa la comunidad de los pa¨ªses democr¨¢ticos. No es la destrucci¨®n la que amenaza al conjunto de las patrias de libertad, sino el totalitarismo, que aprovecha la pendiente sutil y a veces facilona de ir aceptando los recursos extraordinarios que los Gobiernos necesitan para hacer frente a los problemas de cada d¨ªa.
?Cu¨¢l es la reflexi¨®n esencial que el hombre ¨¦uropeo se hace hoy al terminar de leer las p¨¢ginas de la s¨¢tira del pensador laborista? Que el Estado de nuestro tiempo tiende, por su dinamismo interno y las exigencias de la complejidad social, a reducir cada vez m¨¢s el espacio de libertades reales que disfruta el ciudadano. Y ello sin propon¨¦rselo expresamente, como ocurre en muchos casos. La tentaci¨®n de invadir los ¨¢mbitos de la intimidad, sujetando la iniciativa personal y recortando el libre albedr¨ªo del individuo, es un riesgo generalizado en los Estados de la edad contempor¨¢nea, incluso en los que se asientan en principios democr¨¢ticos firmemente proclamados y constitucionalmente establecidos. Las p¨¢ginas apocal¨ªpticas del texto orwelliano son m¨¢s de advertencia que de profec¨ªa, como se ha se?alado con frecuencia por cr¨ªticos y comentaristas. Pero es precisamente el llamado mundo libre quien necesita recoger y examinar ese mensaje angustiado del escritor pol¨ªtico ingl¨¦s.
Aldous Huxley, que abord¨® el mismo tema en su Brave new world, crey¨® que el amor humano de la pareja representaba un ant¨ªdoto suficiente para triunfar de la opresi¨®n de la tiran¨ªa totalitaria. Orwell es m¨¢s desoladoramente realista, y los protagonistas enamorados de su libro perecen ante la maquinaria implacable del partido, que lo escucha y lo controla todo. La ¨²nica fuerza que es capaz de hacer frente a la esquizofrenia totalitaria es la conciencia moral, seg¨²n expuso Marek Halter, el presidente de la Fundaci¨®n Europea de las Artes, las Ciencias y la Cultura, organizadora tambi¨¦n de la reuni¨®n de Estrasburgo. Solamente en la resistencia del hombre a dejarse dominar por los s¨¢trapas que inventan la historia est¨¢ el talism¨¢n eficaz de la lucha entablada. La conciencia del hombre es la que conserva la memoria colectiva que ahora se pretende borrar desde el poder absoluto. El hombre es sagrado, explic¨® el jesuita canadiense Herv¨¦ Carrier, y en esa condici¨®n, que los totalitarios niegan, est¨¢ el cimiento de la rotunda rebeld¨ªa a dejarse avasallar.
El proceso tecnol¨®gico y las vertiginosas modificaciones de la sociedad informatizada ponen un punto de interrogaci¨®n y advertencia a sus consecuencias en lo que se refiere a la protecci¨®n de la identidad individual de los ciudadanos una vez que han sido fichados electr¨®nicamente por el Estado por motivos estad¨ªsticos o fiscales. El hombre numerado es un bocado sabroso para el gobernante sin conciencia. La biotecnolog¨ªa puede descarriarse hacia dominios que rocen la carta gen¨¦tica del yo insobornable, que es precisamente lo que quiere destruir el totalitarismo. Los problemas de la seguridad ciudadana y de la seguridad exterior en relaci¨®n con el recorte de las libertades individuales fueron examinados en el coloquio, en su delicada y actual¨ªsima dimensi¨®n. No fue la menor de las cuestiones discutidas la del ¨¢mbito psicol¨®gico del condicionamiento humano y del uso de m¨¦todos para obtener sumisiones de conducta.
El profesor brit¨¢nico Eyenck sostuvo que los sistemas utilizados por Stalin o Hitler no hubieran producido ni asombro ni sorpresa en el ¨¢nimo de Napole¨®n o en el de Ner¨®n, ya que la vocaci¨®n de la tiran¨ªa es de todos los tiempos, y la historia del hombre es una larga lucha contra la crueldad y la violencia ejercida por unos hombres sobre los otros.
En resumen, puede calificarse esta reuni¨®n de Estrasburgo como exhaustiva por su amplitud, novedosa por su contenido y positiva por sus resultados, que se concretar¨¢n en unos anales de pr¨®xima publicaci¨®n, con m¨¢s de un centenar de contribuciones verbales y escritas.
George Orwell ha sido capaz de congregar tantas opiniones en torno a su novela porque plantea en ella preguntas que se refieren al destino del hombre. ?Y no es la democracia un sistema que se interroga a s¨ª mismo de modo constante? ?No es el Estado democr¨¢tico aquel que se mantiene en vigilancia permanente para que las ¨¢reas de libertad ciudadana se identifiquen con claridad y queden protegidas en tiempos de mutaci¨®n apresurada? .
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