La extrema popularidad de Rafael P¨¦rez y P¨¦rez
Un escritor espa?ol que estuvo en Estados Unidos relataba c¨®mo alguna vez un interlocutor culto le dec¨ªa:-?Ah, escritor espa?ol! Como Pirisenpiris...
Le produjo una cierta irritaci¨®n descubrir que bajo esa pronunciaci¨®n hab¨ªa un nombre del que ¨¦l renegaba: P¨¦rez y P¨¦rez. Caray, el hombre que hab¨ªa escrito Madrinita buena resultaba internacional. La generaci¨®n americana de unos a?os atr¨¢s era la de Blasco Ib¨¢?ez y, sobre todo, sus Cuatro jinetes del Apocalipsis.
La siguiente descubr¨ªa el amor sentimental con Rafael P¨¦rez y P¨¦rez. Bastantes a?os m¨¢s tarde, en Par¨ªs, el editor Pigasse -famoso por la colecci¨®n La Masque, pero tambi¨¦n por algunas ediciones de bibli¨®filo, por libros especiales me preguntaba en ocasiones mi opini¨®n acerca de la se?ora Linares Becerra.
-No la tengo ... No la he le¨ªdo...
-Hace usted mal ... Yo voy a editar sus obras completas traducidas al franc¨¦s.
Esperanza sin esperanza
P¨¦rez y P¨¦rez, con su prosa de maestro de escuela -versi¨®n de hace cincuenta, sesenta a?os-, pulcra y con las comas en su sitio -preferentemente, muchas-, dio ¨¢nimos para seguir adelante a millones de obreritas, de lo que se llamaron menestralas -palabra y oficios perdidos-, para perseverar en su virtud y esperar confiadamente la boca tenue del pr¨ªncipe azul que las sacara del letargo imposible. Ya las cambiar¨ªa la vida, pobrecillas.
Es una de las misiones de una literatura: la de ense?ar una esperanza sin esperanza. Manten¨ªa viejas virtudes de honor -?no escribi¨® ¨¦l Los cien caballeros de Isabel la Cat¨®lica? ?Se llamaba as¨ª aquello?-, una idea de la madre y maestra, de la amante comedida. Era de derechas. .
Vuelve ahora lo que se llama el romanticismo. Aparecen con cierta velocidad en los quioscos colecciones del coraz¨®n: ser¨¢ una literatura para tiempos de crisis. Quiz¨¢ vayan a volver tambi¨¦n las menestralas, la pobre chica que tiene que servir. Esperemos que no. Se glorifica a Cor¨ªn Tellado, sucesora de P¨¦rez y P¨¦rez: los grandes escrito res van a verla a su casa de Gij¨®n y escriben ensayos sobre ella. P¨¦rez y P¨¦rez no tuvo esa suerte.
La gente de letras no se digna ron le considerarle nunca como de los. suyos, probablemente porque vend¨ªa mil veces m¨¢s de ejempla res que ellos. Y, sin embargo, le leyeron las flappers de Nueva York: en la literatura personajes de Scott Fitzgerald, pero en la vida lectoras de los personajes de Rafael P¨¦rez y P¨¦rez...
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