El actor H¨¦ctor Alterio, que regres¨® a Argentina tras 10 a?os de exilio en Espa?a, considera que no es "de aqu¨ª ni de all¨ª"
H¨¦ctor Alterio lleg¨® a Madrid hace casi 10 a?os, dejando atr¨¢s el infierno de la represi¨®n de la dictadura argentina. Condenado a muerte por la Triple A, deambul¨® en su exilio madrile?o hasta que se incorpor¨® al rodaje de Cr¨ªa Cuervos, filme de Carlos Saura en el que un destino ir¨®nico le guardaba -a ¨¦l, que recorri¨® medio mundo huyendo de uniformes- el papel de un militar. A partir de entonces, Alterio se convirti¨® en uno de los rostros argentinos con un lugar indiscutido en el cine espa?ol. Su vida profesional cal¨® hondo en Espa?a, donde crecieron sus hijos. Hoy, de vuelta a su pa¨ªs, ya libre, Alterio, con un pie en este lado del mundo y el otro en las ant¨ªpodas, siente que "ni es de aqu¨ª ni de all¨ª".Cuenta el actor que a cada paso lo paran por la calle para darle un abrazo y decirle: "Gracias, Flaco; gracias por todo". Pero fue hace s¨®lo unos d¨ªas cuando el p¨²blico tuvo la primera oportunidad de demostrarle que es hoy uno de los actores m¨¢s queridos de la Argentina. Sucedi¨® en el Teatro Nacional Cervantes, en el transcurso del acto en el que se celebraba el D¨ªa del Teatro. Alterio fue invitado a leer un poema de Julio Cort¨¢zar, y la emoci¨®n contenida estall¨® al final en una ovaci¨®n de varios minutos, con la sala colmada, puesta en pie.
Lleg¨® hace dos meses a Buenos Aires para integrarse al rodaje de Camila O'Gorman, coproducci¨®n argentino-espa?ola que protagoniza junto a Imanol Arias y la actriz argentina Susu Pecoraro. La historia que escribi¨® y dirige la directora Mar¨ªa Luisa Bemberg, reconstruye un hecho real: el romance de Camila, la adolescente hija de una familia de la alta sociedad, con un joven sacerdote de una parroquia del Buenos Aires de la ¨¦poca de Juan Manuel de Rosas, a mediados del siglo pasado.
El tiempo recuperado
La demora en la realizaci¨®n de una pel¨ªcula que ten¨ªa comprometida en Espa?a le permiti¨® aceptar otra propuesta en Argentina. H¨¦ctor Alterio ser¨¢ uno de los protagonistas de La historia oficial, filme que se comenz¨® a rodar hace dos semanas, con gui¨®n de la escritora argentina Aida Bortnik y direcci¨®n de Luis Puenzo.Cuando concluye sus prolongadas jornadas de trabajo, Alterio es hoy, en Buenos Aires, un argentino m¨¢s de los tantos que salen a recuperar el aire de la libertad. No es extra?o encontrarlo de madrugada, cenando en las cl¨¢sicas parrillas del centro o tomando una copa en el bar Ondine, donde habitualmente se re¨²nen los actores, uno de los m¨¢s tradicionales de la avenida Corrientes. Es entonces cuando, rodeado de amigos y compa?eros a los que no ve¨ªa desde hacia casi 10 a?os, reencuentra el tiempo perdido.
"El exilio fue muy duro. Yo estaba en Espa?a, donde hab¨ªa ido en representaci¨®n de La tregua, pel¨ªcula nominada para el Oscar que se exhibi¨® en el Festival de San Sebasti¨¢n. Decid¨ª quedarme, cuando me avisaron, por tel¨¦fono, que en Buenos Aires se hab¨ªa publicado un comunicado de Las Triple A, la Alianza Anticomunista Argentina, en el que me condenaban a muerte. Me instal¨¦ en una pensi¨®n de Madrid y comenz¨® la peregrinaci¨®n en busca de trabajo. Nadie me conoc¨ªa por all¨ª. Por intermedio de El¨ªas Querejeta, logr¨¦ al fin una oportunidad en Cr¨ªa Cuervos, la pel¨ªcula que comenzaba a rodar Saura. El primer d¨ªa tuve que hacer de muerto, y estaba tan nervioso que no pod¨ªa calmar mis p¨¢rpados. Me temblaban como, hojas. Nos pasamos el d¨ªa rodando s¨®lo esa escena. Tom¨¦ varios whiskies, pero no lograba serenarme. Miraba a mis compa?eros y supon¨ªa que ellos estar¨ªan pensando: "Mira este argentino, ni de muerto puede hacer. Con tantos actores espa?oles en paro que tenemos aqu¨ª". Pero Saura tuvo mucha paciencia conmigo y al d¨ªa siguiente, despu¨¦s de frustrar varias tomas m¨¢s, rod¨® la escena sin decirme nada, y sali¨® bien".
La pregunta es la misma
Ahora recuerda todo con una risa casi infantil. Hasta los d¨ªas en que le hac¨ªan vestir bien para ir a c¨®cteles donde se supon¨ªa que podr¨ªa conocer a productores dispuestos a contratarlo. En tanto, por dentro, un lejano pa¨ªs se le escapaba de las manos. Es en este punto donde calla. Y un hombre como ¨¦ste pone los redondos y lunmnosos ojos celestes en la noche, encendida, que pasa por la ventana, y deja que humee y se enfr¨ªe una jugosa tira de asado, y levanta, sin mirar, la copa de vino que apura un trago, mientras le dice a la sombra, a la ciudad entera, a la memoria, a los asesinos ocultos, al dolor, a la tortura de los a?os y la distancia profundamente marcados debajo de los ojos, en el rictus de los labios, en las arrugas de cuello, mientras le dice a ese otro H¨¦ctor Alterio que cruza la calle y se pierde en la sombra: "Yo, por m¨ª, no me hubiera ido nunca, ?sab¨¦s?". No hay forma de evitar que se desgarren, que se deshagan las palabras y caigan, flotando, in¨²tiles.Hasta hace un par de semanas Alterio no cre¨ªa en la posibilidad del regreso definitivo a Buenos Aires, pero dice que algo pas¨® ese d¨ªa. "Llam¨¦ por tel¨¦fono a m? casa, como siempre, y mi mujer me dijo:'Oye, H¨¦ctor, ve pensando que tal vez podemos regresar. El cambio de Gobierno ha influido en toda la colonia argentina que reside en Madrid'. Antes apenas si habl¨¢bamos de nuestros trabajos y,de c¨®mo lo est¨¢bamos pasando. Ahora la pregunta es siempre la misma: '?Y qu¨¦ piensas hacer, vuelves?'. Nunca cre¨ª que suceder¨ªa esto. Para m¨ª es terrible, porque mis hijos han hecho su vida all¨ª, ya son adolescentes, y tendr¨¦ que consultarles. No creo que les interese demasiado venir a Argentina. Por otra parte, tengo varios compromisos firmados, no puedo abandonarlo todo, me ha costado demasiado. Vamos a ver c¨®mo evoluciona la situaci¨®n aqu¨ª. De momento, voy a seguir as¨ª, viajando en cuanto pueda. Al fin y al cabo, no soy de aqu¨ª ni de all¨ª".
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