Comercial Miura
ENVIADO ESPECIALEduardo Miura, ganadero de reses bravas, puede colocar, por derecho propio, un cartel¨®n en el hist¨®rico portal¨®n de entrada de su finca de Zahariche, que diga: "Comercial Miura". Y a vender bombones.
Bombones o sardinas desmayadas, seg¨²n se tercie, a gusto del consumidor. Lo que sac¨® ayer a la Maestranza, unas veces era bomb¨®n, otras sardina. El ¨²nico toro en la tarde que di¨® guerra, tanta guerra como los Miura de antes, no era miura, que pertenec¨ªa a la ganader¨ªa de Palomo Linares. Ese toro, manso y bronco, de banderillas negras, salt¨® la barrera y casi llega al tendido. Si no es porque brinc¨® por encima del burladero que ocupaban los m¨¦dicos de la plaza y el doctor Z¨²mel y estos le empujaron con las manos, efectivamente llega al tendido.
Plaza de Sevilla, 6 de mayo
D¨¦cima corrida de feria.Cinco toros de Eduardo Miura. Inv¨¢lidos y d¨®ciles. Segundo, sobrero de Palomo Linares. Bronco, condenado a banderillas negras. Ruiz Miguel: pinchazo y estocada tendida (vuelta). Pinchazo y estocada (aplausos y salida al tercio). Jose Mari Manzanares: estocada corta baja (ovaci¨®n y salida al tercio). Estocada ca¨ªda (aplausos y salida al tercio). Jos¨¦ Antonio Campuzano: estocada ca¨ªda (oreja). Media baja y descabello (aplausos)
Terror del rancho, el Palomo corneaba moscas y Manzanares, tras un trasteo animoso y defensivo, lo despen¨® a la primera. Fue muy ovacionado Manzanares por este gesto. El fino torero alicantino ven¨ªa a Sevilla con hambre de aplausos y cuando devolvieron al corral a su miurita, que era un inv¨¢lido indecoroso, se afan¨® por llevarle a chiqueros peg¨¢ndole capotazos. Incluso dentro del amplio callej¨®n de chiqueros le pegaba capotazos; algo inaudito, con un miura y sin picar (c¨®mo ser¨ªa el miura).
Lo que consigui¨® fue que el miurita se amostazara y no quer¨ªa, por nada, meterse en chiqueros: "No molesten, inoportunos travestido", les dec¨ªa a los cabestros; "yo estaba aqu¨ª tan a gusto, con un se?or de Alicante muy fino, y lo que les pasa a ustedes es que tienen envidia". Los cabestros cadereaban, por si ca¨ªa algo, y finalmente un pe¨®n meti¨® para dentro al inv¨¢lido, a punta de capote.
Todo lo dem¨¢s que sali¨®, miura aut¨¦ntico seg¨²n hierro, no se parec¨ªa en nada a un miura tradicional. Las suertes de varas hab¨ªa que simularlas. El primero de Campuzano s¨®lo soport¨® un ara?acito cari?oso del picador. Los picadores, tan feroces ellos de suyo, estaban hechos unas madrazas con los Miura. Algunos de los Miura, ni en el tipo recordaban a los de su divisa. En efecto, carec¨ªan de tripa, seg¨²n conviene al tipo de la familia, pero de la restante chicha carec¨ªan tambi¨¦n, cabeza inclu¨ªda.
Otro tanto ocurr¨ªa con su car¨¢cter y temperamento. Santos sal¨ªan, metiendo la cabecita en los enga?os con total sumisi¨®n. "Comercial Miura" puede alcanzar cifras de ventas sin precedentes en la explotaci¨®n ganadera. Sin embargo sus productos tienen el defecto de que son demasiado bondadosos, porque ahora mismo apenas hay toreros que puedan darles adecuada r¨¦plica. Desde luego, si los hay, no son los de ayer.
Lo hizo mejor Jos¨¦ Antonio Campuzano, en su primero, porque permit¨ªa que se recuperara de la fatiga que le produc¨ªa dar dos pasos, y citaba a la distancia precisa, para que el pase saliera largo y bello. Y sal¨ªa largo, en efecto, pero bello ya no tanto: la bondad extrema del Miura dejaba al descubierto lagunas de arte. Ruiz Miguel y Manzanares, en cambio, ni t¨¦cnica" ni arte emplearon para hacer honor a la fl¨¢cida bomboner¨ªa que les hab¨ªa servido "Comercial Miura". Pegaban derechazos o naturales, los rectificaban en cuanto el inv¨¢lido hac¨ªa un gui?o -y no hab¨ªa malicia en el pobre animal: es que se le trababa la pata chula-; y cuando la plaza era un inmenso bostezo como consecuencia de tantos derech¨¢zos y naturales, para variar pegaban derechazos y naturales otra vez.
El sexto miurita, adem¨¢s de una vara recibi¨® un picotazo, ?oh terror!. Tuvo escasa fijeza, por lo cual Campuzano no pudo acoplarse en el transcurso de su interminable faena. La corrida de la m¨¢xima expectaci¨®n concluy¨® tristona. Despu¨¦s de un invierno en que la Andaluc¨ªa ganadera se ha escandalizado porque alguien os¨® detectar que la legendaria divisa de Miura tambi¨¦n lidi¨® toros afeitados, se esperaba que el ganadero lavar¨ªa su honor mancillado enviando a la Maestranza una corrida marca de la casa, exclusiva, emocionante, fuerte. Pero no: en lugar de eso, "Comercial Miura"; una de tantas.
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