Dos guitarras para una noche
Noche de guitarras, noche de sorpresas, noche de discordias. La guitarra de Eduardo Bort, instrumento principal de su repertorio, no fue precisamente la atraccion de los conciertos de San Isidro en el Parque del Oeste, en su quinta jornada. Eduardo Bort, que seg¨²n el programa de fiestas ten¨ªa que aparecer el ¨²ltimo, y para los organizadores, el primero, se present¨® con una orquesta de 15 m¨²sicos que apenas hab¨ªa probado sonido. Y as¨ª son¨®.La actuaci¨®n de V Congreso durante una hora fue curiosa y potente. Un sexteto, coordinado y fren¨¦tico a la vez, respondi¨® a la quietud de los espectadores con notas y acordes de rock, funk, punk, jazz desvariado y heavy refinado. El guitarrista Jos¨¦ Antonio Romero y el saxofonista Arturo Soriano -habituales en la banda de Hilaro Camacho en las ¨²ltimas grabaciones y actuaciones- demostraron su experiencia y clase. No han perdido el tren y juegan con un sonido y unas formas acordes con la identidad de V Congreso. Jos¨¦ Antonio Romero se desahoga con punteos n¨ªtidos, con t¨¦cnica ejemplar. El cantante, Luis Fernox, se mov¨ªa cual marioneta epil¨¦ptica y cantaba serio y hasta t¨¦trico el sencillo conocido Corres peligro y los temas del pr¨®ximo mini-elep¨¦, Pantallas magn¨¦ticas, Desaparecidos-Missing, Un loco debajo de una bombilla apagada, o James Brown ha sido asesinado por el Ku Klux KIan. El p¨²blico, fr¨ªo como la noche, no conoc¨ªa las canciones, y ni se inmut¨® al final de las mismas. Alguno lleg¨® a pedir a voz en grito la vuelta de la bajista, Elena Robles, m¨²sica sensual e impasible. Pero ese no quer¨ªa m¨²sica.
Concierto de m¨²sica pop
Eduardo Bort, V Congreso y La Mode. Paseo de Camoens, Parque del Oeste, 16 de mayo 1984.
Y La Mode
Micky present¨®: "1984 es el a?o de La Mode". El tr¨ªo habitual sali¨® con otra sorpresa: el bajista contratado era Alberto Gallo, que curiosamente es el bajista de la banda de Hilario Camacho. Junto a la insistente caja de ritmos y otros sonidos de Mario Gil y la voz del esforzado Daniel Ballester, el bajo mantuvo una base repleta de musicalidad, y la guitarra de Antonio Zancajo se expresaba en punteos elegantes de buen gusto, como se pudo comprobar en La c¨®lera y En cualquier fiesta. En las primeras filas de asistentes saltaban y coreaban los incondicionales las canciones m¨¢s deseadas: Roxy y El eterno femenino.
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