La serenidad humor¨ªstica de La Trinca
Con una colectiva invitaci¨®n a champa?a a los aproximadamente 7.000 espectadores que llenaban el Palacio de los Deportes acab¨® la actuaci¨®n de La Trinca mientras cantaban Festa mayor, y payasos, gigantes y cabezudos, caballos de fuego y bailarinas repart¨ªan claveles y hac¨ªan volar enormes pelotas de goma entre el p¨²blico. No s¨¦ si la suya ha sido la mejor actuaci¨®n de las fiestas, como comentaba la gente alrededor, entre el entusiasmo festivo y el desmadre generalizado, pero s¨ª ha sido la m¨¢s divertida y espectacular. Durante hora y media, el grupo catal¨¢n pas¨® revista a toda su producci¨®n en castellano, desenterrando los demonios de la risa y poniendo en solfa la realidad nacional. Una actuaci¨®n que, por encima de constatar su inmediato efecto de comunicabilidad y diversi¨®n, merece una cr¨ªtica medida, porque fue, sobre todo, un ejemplo de bien hacer sobre el escenario.
La Trinca
Fiestas de San Isidro. Palacio de los Deportes de Madrid. 17 de mayo.
Pese a los agoreros
Quince a?os cantando y 24 ¨¢lbumes en el mercado han dado a La Trinca una profesionalidad y una continuidad poco predecibles cuando, en los inicios de su carrera, los agoreros de turno afirmaban que el suyo era un humor de pay¨¦s catal¨¢n sin posibilidades de proyecci¨®n fuera de Catalu?a. Que despu¨¦s de todo este tiempo no s¨®lo sigan en activo -mientras que todos los dem¨¢s grupos humor¨ªsticos del pa¨ªs se han hundido y olvidado-, sino que adem¨¢s ofrezcan espect¨¢ciilos de la talla del que se vio en el Palacio de los Deportes, debe tener otro tipo de explicaci¨®n.Y la explicaci¨®n es que La Trinca hace una m¨²sica que participa del humor, pero que lo trasciende como mero chiste. Su eficacia corrosiva, provocadora y espectacular no tendr¨ªa repercusi¨®n si no estuviera basada en una actitud de absoluto rigor, de meridiana claridad ideol¨®gica, que sabe muy bien hacia d¨®nde dirigir los tiros de su cr¨ªtica. De un claro sentido del espect¨¢culo y la comunicaci¨®n y de un ingenio, al parecer inagotable, que se muestra, m¨¢s que en la originalidad de sus planteamientos, en la capacidad de utilizar con inteligencia los hallazgos del g¨¦nero, alej¨¢ndolos de toda ambig¨¹edad.
Es el suyo un humor sin chiste, una cr¨ªtica brutal a veces, que entra a saco en los convencionalismos y en las claves mismas del momento que vivimos: la guerra, el golpismo, la educaci¨®n, la religi¨®n, el sexo, el machismo o el destrozo ecol¨®gico. Un humor que se basa en la parodia de los estilos musicales m¨¢s conocidos, desde el bay¨®n al bolero, hecha con inteligencia y sin chapuzas, utilizando los mejores m¨²sicos y una rigurosa autoexigencia expresiva.
El resultado es algo m¨¢s que la risa, es esa especie de rictus de cabreo que aparece por debajo de la carcajada para recordarnos que hay cosas muy serias que conviene tomarse a cachondeo para ser capaces de no ser devorados por ellas.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.