La crisis del PNV
LA REUNI?N de hoy entre el presidente del Gobierno y el presidente de la Comunidad Aut¨®noma del Pa¨ªs Vasco se celebra en un clima escasamente propicio para alcanzar acuerdos. A la lista de los litigios pendientes ante el Tribunal Constitucional y a las reivindicaciones del Gobierno de Vitoria se unen las repercusiones negativas que la crisis producida por el desmantelamiento de la organizaci¨®n del PNV en Navarra puedan tener sobre la estabilidad institucional de Carlos Garaikoetxea. Aunque la direcci¨®n del PNV ha proclamado formalmente su apoyo total" al lendakari, hay razones para suponer que el conflicto no ha quedado cicatrizado.Un repaso de las hemerotecas mostrar¨ªa que Garaikoetxea y Arzallus han recibido incoherentemente descalificaciones y elogios, improperios y alabanzas, seg¨²n el humor o los intereses de sus cr¨ªticos. Durante una larga etapa, la derecha asign¨® a Arzallus el papel del malo de la pel¨ªcula, mientras que reservaba a Garaikoetkea un trato favorable. Ha bastado con que el antiguo presidente del PNV patrocinara un entendimiento con Coalici¨®n Popular en Navarra y con que algunos de sus partidarios reactualizaran las doctrinas del foralismo para que la leyenda negra de Xabier Arzallus -acusado en su d¨ªa incluso de peligroso marxista-leninista infiltrado en el PNV- se transformase en leyenda ¨¢urea.
En cualquier caso, el conflicto que enfrenta a Garaikoetxea con la direcci¨®n del PNV, cuya m¨¢s espectacular manifestaci¨®n ha sido la purga de la organizaci¨®n nacionalista en Navarra, muestra la influencia que desempe?an los papeles p¨²blicos sobre quienes los encarnan. El ejercicio de la presidencia del Gobierno de la Comunidad Aut¨®noma del Pa¨ªs Vasco, que obliga a tomar en consideraci¨®n los intereses de toda la sociedad y a encontrar soluciones operativas para los problemas del d¨ªa a d¨ªa, impide entregarse a la unilateralidad de los compromisos, partidistas o refugiarse en soluciones ret¨®ricas o doctrinarias. Al tiempo, resulta dif¨ªcilmente evitable que el PNV renuncie a imponer sus criterios y a someter al poder ejecutivo a sus designios. Pero si la historia es maestra de experiencias, los nacionalistas vascos pueden repasar no s¨®lo su propia cr¨®nica -en la que se registran conflictos internos tan graves como la expulsi¨®n de Luis Arana en 1915, la escisi¨®n entre Comuni¨®n Nacionalista y aberrianos en 1920, la creaci¨®n de Acci¨®n Nacionalista Vasca en 1930 y el surgimiento de Jagi-jagi en 1935-, sino tambi¨¦n la tragedia de UCD, cuya crisis interna arrastr¨® consigo al Gobierno y alcanz¨® dimensiones institucionales.
En esta situaci¨®n, las posibles alianzas del PNV con las fuerzas del arco parlamentario espa?ol parecen ir asociadas con posiciones diferentes acerca del futuro de la autonom¨ªa vasca. De un lado, las propuestas de Garaikoetxea de llegar a acuerdos con Felipe Gonz¨¢lez. van emparejadas con la aceptaci¨®n de que la v¨ªa estatutaria, en el marco de la Constituci¨®n, es el ¨²nico cauce para la consolidaci¨®n y el desarrollo de la autonom¨ªa vasca. De otro, sectores influyentes del PNV asocian eventuales pactos con la derecha espa?ola, al estilo del fracasado acuerdo en Navarra, y la localizaci¨®n de la legitimaci¨®n de la autonom¨ªa en los derechos hist¨®ricos de los territorios forales, aludidos -pero carentes de dimensi¨®n operativa- en la disposici¨®n adicional primera de la Constituci¨®n. La conclusi¨®n de ese conflicto interno del PNV es que Coalici¨®n Popular estar¨ªa dispuesta a apadrinar al ala del nacionalismo vasco cuyos planteamientos doctrinales ponen en duda que la Constituci¨®n sea el marco supremo de la convivencia estatal y subordinan la soberan¨ªa popular, encarnada en las Cortes, a unos imprecisos derechos hist¨®ricos anteriores a la transformaci¨®n del Pa¨ªs Vasco en una moderna sociedad industrial. Pero las paradojas no concluyen ah¨ª. Adem¨¢s, los sectores del PNV que critican a Garaikoetxea por su tibieza doctrinal y su pragmatismo se muestran contrarios al reforzamiento de las instituciones comunes del Pa¨ªs Vasco, imprescindibles para la construcci¨®n de Euskadi, y promueven, a trav¨¦s de la ley de Territorios Hist¨®ricos, un reforzamiento de las viejas provincias y de sus diputacionea. El fracasado intento de aplicar esa l¨ªnea en Navarra y el posterior desmantelamiento de la estructura organizativa del PNV, leal a Garaikoetxea, han significado un duro golpe para el nacionalismo moderado democr¨¢tico y una impensada ayuda al eventual crecimiento del nacionalismo radical de Herri Batasuna en ese territorio.
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