Peter Pateman

El primer condominio multinacional de la vid acaba de crearlo en Espa?a un trotamundos ingl¨¦s afincado en Denia. Este laborioso saj¨®n naci¨® hace 54 a?os en el condado de Lincoln, cuya poblaci¨®n tiene fama de robar faisanes, y desde siempre acarici¨® la idea de adquirir 1.000 hanegadas de cepas, como ahora -que ya las tiene- acaricia las botellas caseras de morapio.

Peter Pateman (traducido significa Pedro, el hombre del pat¨¦) es propietario de una finca denominada Maserof. Ha patentado la marca de un caser¨ªo sin electricidad, sin tel¨¦fono y con los vi?edos crecidos y ha constituido el Club Internacional del Vino, cuyos miembros pagan una cuota de 100 libras iniciales que les dan derecho al t¨ªtulo de propiedad de 10 cepas durante 10 a?os, as¨ª como del producto de las mismas. Este producto, dice Pateman, se sustancia en una botella por cepa al a?o. "Vienen a beber aqu¨ª el mosto o, si lo prefieren y pagan el env¨ªo, all¨¢ lo mando con el casco rigurosamente numerado".El sue?o de la Europa verde es, dicho sea con respeto, ponerse morado de vino espa?ol, sabi¨¦ndose propietario del negocio y participando incluso en las tareas de la vendimia.

Demanda apabullante

Todo empez¨® con la vendimia. "Cada a?o suelen venir muchos ingleses a contemplar las labores, y se me ocurri¨® la idea de que a la fiesta de pisar uva, asar un cerdo y beber sin recato pod¨ªa a?ad¨ªrsele el aliciente de la propiedad", explica Peter Pateman ?Y qu¨¦ hizo? Cultiv¨® la nostalgia que tiene cada brit¨¢nico de producir su propio vino y, unida al h¨¢bito del club y al arraigo del esnobismo (todo ello muy ingl¨¦s), alumbr¨® esta feliz criatura. Hoy, el inventor del condominio del sarmiento no da cr¨¦dito a sus ojos. La demanda ha sido apabullante y tiene contratado un hotel en Benidorm y fletados dos aviones para traer en esta pr¨®xima vendimia a los nuevos copropietarios del solar hispano, ponerlos a faenar de sol a sol y permitirles el desmadre alcoh¨®lico que sus cuerpos toleren.La misma historia de Pateman ya es tolerante. El padre era militar y tuvo que seguirlo, siendo ni?o, a sus destinos en ?frica y Chipre. Luego se emple¨® en una potente firma de drogueros llamada Boots, y cuando se hart¨® de despachar recetas, vender lavativas y sonre¨ªr a las clientas brit¨¢nicas con ¨²lcera cogi¨® la bicicleta y dio la vuelta a pedal por Francia. Esto era en 1947. Fue la ¨¦poca en que por primera vez se asom¨® a Espa?a, pa¨ªs que le encant¨®.

Pero antes tuvo que ganarse el pan como le?ador en Estrasburgo, hasta que fue llamado a filas durante la guerra y se apunt¨® en la RAF, las Fuerzas A¨¦reas brit¨¢nicas. Terminadas las batallas y los bombardeos, Pateman logr¨® empleo en la productora de cine Sound City, donde actu¨® como ayudante de c¨¢mara. Pero la vida le empuj¨® m¨¢s lejos, y un buen d¨ªa desembarc¨® en Toronto (Canad¨¢), donde s¨®lo le ofrecieron labores de carpintero. "Eso era lo de menos", recuerda Pateman, "porque por aquellas fechas (1952) se mont¨® la f¨¢brica Ford cerca del lago de Ontario, y a 25? bajo cero s¨®lo muy pocos pod¨ªamos trabajar". Este trabajo le cans¨® pronto. Busc¨® en anuncios y vi¨® otra tentadora oferta: la de marinero de un barco que costeaba por los poblados indios en la isla de Galiano. Y cuando la BC Telephone & Co. llev¨® hasta all¨ª el tel¨¦fono, Pateman puso a prueba. sus conocimientos de carpintero y le?ador y le encargaron la colocaci¨®n de postes a destajo. "Llegu¨¦ a ganar m¨¢s de 1.000 d¨®lares a la semana, d¨®lares de entonces, y eso me permiti¨® marcharme a M¨¦xico a aprender a tocar la guitarra".

Sin embargo, su gran oportunidad todav¨ªa no hab¨ªa surgido. Se present¨® casualmente cuando la televisi¨®n de Cardiff le ofreci¨® por carta volver al oficio de ayudante de c¨¢mara para ser enviado con un equipo a cubrir la visita del presidente Kennedy a Irlanda, pa¨ªs de sus antepasados. Tom¨® la oferta al vuelo y todo rod¨® tan bien que su equipo fue el ¨²nico de entre los extranjeros que salv¨® a tiempo los tr¨¢mites de aduanas y grab¨® la gran exclusiva de John Fitzgerald Kennedy entrando en Dubl¨ªn.

Los jefes de la televisi¨®n (entre ellos lord Derby) hablaron de Espa?a. Era el pa¨ªs del negocio f¨¢cil. Y enviaron a Pateman a darse una vuelta. Fue as¨ª como, al conocer Denia, se enamor¨® de esta ciudad, un tanto angl¨®fila. Se cas¨® con la hija de un alcalde republicano y por 25.000 pesetas compr¨® una casa que, restaurada en tres meses, vendi¨® por casi 400.000 pesetas.'

El trotamundos dejaba de trotar y se puso al paso. Negoci¨® en antig¨¹edades (tiene una portentosa colecci¨®n de grifos, algunos g¨®ticos) y abri¨® el bar m¨¢s famoso de la contornada, llamado Jamaica Inn. "Mi bar ha sido durante los ¨²ltimos 10 a?os el centro de reuni¨®n de celebridades y mafiosos", dice Peter Pateman que hace poco vendi¨® el bar para meterse de lleno en el condominio del Club de Vino Maserof.