La construcci¨®n de Europa
En el curso de los dos ¨²ltimos a?os, Fran?ois Mitterand ha vuelto a ocupar la tribuna parlamentaria de Estrasburgo por segunda vez. Lo hizo en septiembre de 1982 para acentuar su fe europe¨ªsta y recordar al Consejo de Europa que el Parlamento de los 21 no pod¨ªa ser ignorado a la hora de la construcci¨®n continental. Ahora, ha pronunciado el presidente franc¨¦s un discurso ante el Parlamento de los diez en que ha ido mucho m¨¢s all¨¢ en su compromiso y su proyecto. Siendo presidente en ejercicio del Consejo Europeo, como lo es, sus palabras alcanzan un radio de acci¨®n m¨¢s extenso y profundo. ?Qu¨¦ ha dicho en esencia el presidente socialista de la V Rep¨²blica? Que el momento ha llegado de movilizar a la opini¨®n y a los Gobiernos comunitarios para empujar el bloqueado prop¨®sito unificador. Que el proyecto Spinelli, aprobado, en principio, por el Parlamento comunitario hace unos meses, puede servir de base para establecer un primer punto de partida. Que es preciso crear una secretar¨ªa permanente que funcione como ¨®rgano ejecutivo junto a los organismos actuales de Bruselas. Y que el Tratado de Roma ha cumplido su funci¨®n despu¨¦s de 27 a?os de existencia y debe ser sustituido por otro, negociado, discutido y aprobado por todas las partes interesadas que coincidan en el prop¨®sito.El gesto de Mitterrand ha sido valeroso y oportuno. Se hallan inmediatas la reuni¨®n de los pa¨ªses m¨¢s industrializados; la cumbre de Fontainebleau, que revisar¨¢ los medios acuerdos y las m¨²ltiples discrepancias de la ¨²ltima yborrascosa sesi¨®n de los grandes; las elecciones al Parlamento Europeo, que empiezan el 14 de junio y acaban dentro del mismo mes. ?Hay electoralismo en las palabras del l¨ªder socialista franc¨¦s? S¨ª; y no. Es evidente que al acentuar su europe¨ªsmo activo ello le confiere una dimensi¨®n suprapartidista ante la opini¨®n francesa y dentro de la campa?a de las elecciones europeas inminentes. Pero hay que reconocer que el contenido del discurso tiene entidad suficiente para servir de base a un relanzamiento de la construcci¨®n de Europa, pese a los numerosos y graves malentendidos intercomunitarios que han revelado las ¨²ltimas reuniones de los diez.
La Europa comunitaria no tiene m¨¢s que dos caminos: o remontar el vuelo y superar las rencillas de los eur¨¢cratas que alimentan y magnifican los problemas comunitarios, o ir quedando, poco a poco, arrumbada y oscurecida ante la gran revoluci¨®n cient¨ªfico-t¨¦cnica que encabezan, arrolladoramente, Estados Unidos y Jap¨®n. La CEE ha logrado establecer en los pa¨ªses del Mercado Com¨²n una pol¨ªtica agraria -la PAC- con normas, precios, subvenciones y un complejo sistema de ¨ªndole financiero-jur¨ªdico. La PAC ha conseguido asimismo la autosuficiencia alimenticia de la Europa comunitaria. Ese es el balance m¨¢s importante del Tratado de Roma, juntamente con su ¨¦xito, como colectivo comercial, en la balanza de pagos internacional, donde figura como el m¨¢s importante del mundo entero.
No se ha hecho en cambio lo mismo en la pol¨ªtica industrial; ni en otros campos, como el de la investigaci¨®n cient¨ªfica; o el de la cooperaci¨®n europea en materia electr¨®nica frente a la competencia de los gigantes americano y japon¨¦s; o el (le la presencia en la industria del espacio; ni en el decisivo de la coordinaci¨®n de los medios comunicativos. ?Cabe intentar ahora un proceso de esa ¨ªndole; es, decir, intentar la aprobaci¨®n de un proyecto de nuevo tratado, fortaleciendo el Ejecutivo comunitario? ?Cabe elegir por sufragio universal un presidente de Europa cuyo mandato durase varios a?os, como ha propuesto Giscard d'Estaing en su resonante conferencia de Bruselas, pronunciada horas antes que la de Mitterrand en Estrasburgo? Los pol¨ªticos franceses de uno y otro signo -menos los comunistas parecen aceptar la urgencia trascendental del planteamiento del asunto. El canciller Kohl participar¨¢ en esa iniciativa, seg¨²n reciente declaraci¨®n, dada la identificaci¨®n pol¨ªtica. de Bonn y Par¨ªs, que es la clave! del arco de la subsistencia de la CEE durante tantos a?os, a pesar de las crisis internas. Y es muy probable que los italianos apoyen el documento de su paisano, el senador Altiero Spinelli, como base de la operaci¨®n propuesta por el presidente franc¨¦s.
Las dudas empiezan al tratarse de la actitud del Reino Unido, cuyas reticencias en materia de integraci¨®n son bien conocidas. Mitterrand hizo suya en el discurso la vieja locuci¨®n de la Europa de dos velocidades, pensada acaso para sugerir a los brit¨¢nicos que si no quer¨ªan comprometerse a marchar hacia adelante en la construcci¨®n europea con un nuevo tratado, los restantes miembros seguir¨ªan su camino hasta desembocar en una Europa confederal. El secretario del Foreign Office se apresur¨® al d¨ªa siguiente a manifestar que Londres no quer¨ªa en ning¨²n caso hallarse ausente en la discusi¨®n de un paso tan importante para el futuro de Europa. El propio Times ha llegado a escribir que "una convergencia natural de intereses podr¨ªa llegar a desembocar en una Europa unida". El pragmatismo brit¨¢nico se trasluce en esta cuesti¨®n, incluso en los muestreos de opini¨®n con motivo de las pr¨®ximas elecciones al Parlamento Europeo, en las que se prev¨¦ un alto ¨ªndice de abstenci¨®n. Los que se muestran m¨¢s reacios a concurrir a las urnas declaran que en ning¨²n caso votar¨ªan a favor de una salida del Reino Unido de la Comunidad.
?Puede la Europa occidental, en la actual situaci¨®n de crisis econ¨®mico- social generalizada, afrontar una construcci¨®n pol¨ªtica de esta envergadura? Depender¨¢ de la voluntad o de la altura de miras de sus gobernantes. La b¨²squeda de una coincidencia entre los diez en materia de pol¨ªtica exterior ha sido empe?o constante en los ¨²ltimos a?os en las reciente crisis de Afganist¨¢n, de Polonia, del Oriente Pr¨®ximo o de Am¨¦rica Central, en las que se ha observado una clara distinci¨®n de actitudes con la l¨ªnea seguida por Estados Unidos. Tambi¨¦n ha sido neta la diferencia de criterios transatl¨¢nticos en el terreno monetario, mientras que la ausencia de un sistema estable europeo de divisas se traduce en conflictos cada d¨ªa m¨¢s evidentes. Por otra parte, el logro de una mayor responsabilidad e independencia en materia de seguridad y defensa de las naciones europeas que pertenecen a la Alianza Atl¨¢ntica es un sentimiento cada d¨ªa m¨¢s extendido. La revalorizaci¨®n d¨¦ la UEO, pr¨¢cticamente olvidada durante tantos a?os, es otro s¨ªntoma de que se quieren explorar las posibilidades de una pol¨ªtica comunitaria de defensa, tema. archivado desde 1954.
?Se puede esperar que una r¨¢pida inyecci¨®n de dimensi¨®n pol¨ªtica a la Comunidad ponga en marcha ese gran proyecto? Tal es el desaf¨ªo que espera a los hombres de Estado de nuestro continente occidental. Si Espa?a, como parece probable -salvo sorpresas de ¨²ltima hora -, entra en la Europa comunitaria dentro de 18 meses, como m¨ªembro de pleno derecho, deber¨¢ afrontar ese planteamiento con criterios propios, ya que atafle de un modo directo y esencial a nuestro porvenir como naci¨®n.
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