La depurada voz de Enedina Lloris

En esa tierra de soledades, voces eminentes no aciertan a edificar la obra com¨²n que es la ¨®pera: ¨®pera no, solistas s¨ª. La ejemplar segunda parte, oper¨ªstica, del recital de Enedina Lloris hizo acto de presencia de una muy bella, decantada y depurada voz, poseedora de escuela, competente para esa escena que no acaba de conciliarse.Un recital de ¨®pera, sin embargo, requiere una orquesta de apoyo: el piano se reserva para las repeticiones -conviene recordar a nuestros m¨²sicos que tal- es el nombre que en otras latitudes se da a los ensayos-. As¨ª, el trabajo s¨®lido y con excelente pulso de Carmen P¨¦rez era deslucido inevitablemente por la jerigonza de las transcripciones, lo cual no obst¨® para poner en pie por ambas partes, principal y de acompa?amiento, un Rossini de primer orden y un Bellini notabil¨ªsimo. Acaso a la declamaci¨®n del recitativo previo mozartiano le sobr¨® ¨¦nfasis, y a Haendel, entendido a la antigua, le falt¨® un punto de bravura.