La 'cumbre' de los pa¨ªses ricos
ACABA DE concluir en Londres la cumbre de las siete democracias m¨¢s ricas del mundo, en medio de un enorme despliegue informativo, de aparatosas medidas de -seguridad y de ceremonias protocolarias. Sus resultados concretos son, en cambio, endebles. Lo primero que llama la atenci¨®n es que esta cumbre se ha escorado hacia los problemas pol¨ªticos: han sido aprobados documentos especiales sobre los derechos democr¨¢ticos, las relaciones Este-Oeste, el conflicto del golfo P¨¦rsico y el problema del terrorismo. Este peso de lo pol¨ªtico es completamente anormal, si se compara con las anteriores, porque no corresponde a la raz¨®n de ser de estas reuniones. Los siete jefes de Estado o de Gobierno presentes en Londres se re¨²nen porque sus pa¨ªses son los m¨¢s ricos del mundo occidental, y porque ello les otorga responsabilidades especiales en todas las cuestiones del comercio y la econom¨ªa mundiales. Es un hecho objetivo que no se presta a debate. Otra cosa ser¨ªa que esos siete pa¨ªses pretendiesen constituir una especie de grupo selecto, con atribuciones para definir principios ideol¨®gicos o estrategias pol¨ªticas que afectan a pa¨ªses occidentales que no participan en esas reuniones. Eso ser¨ªa despreciar el papel asignado a los foros que, en virtud de tratados internacionales, han sido establecidos para abordar los distintos problemas con las participaciones adecuadas.Como era inevitable en el marco de la reuni¨®n de Londres, los documentos pol¨ªticos pecan de unilateralidad; en ellos se reflejan sobre todo, aunque en un lenguaje globalizante, las preocupaciones o visiones espec¨ªficas de los miembros de la cumbre. Por supuesto, abundan en ellos las buenas intenciones y se reiteran objetivos en los que todo el mundo coincide. Los espa?oles s¨®lo podemos alegramos de que una vez m¨¢s se condene el terrorismo, pero salta a la vista que el documento aprobado en Londres est¨¢ completamente centrado en los aspectos espec¨ªficos con que el terrorismo se ha presentado al Gobierno. brit¨¢nico. El Consejo de Europa, por ejemplo, ha dado, por iniciativa espa?ola, una visi¨®n mucho m¨¢s acertada y global del problema. Lo que hace falta no son ya m¨¢s declaraciones, sino medidas diplom¨¢ticas concretas, que permitan la convocatoria de una conferencia internacional sobre el terrorismo, en condiciones que permitan la adopci¨®n de medidas eficaces.
Sobre las relaciones Este-Oeste, la declaraci¨®n aprobada en Londres confirma la tendencia, ya iniciada el a?o pasado en Williainsburg, a integrar en una misma estrategia a la OTAN,y a Jap¨®n, otorgando a EE UU una especie de presidencia jupiteriana sobre ese conjunto. La declaraci¨®n, por otro lado, redoge el tono de apertura-hacia la URSS que ha caracterizado los ¨²ltimos discursos del presidente Reagan. En general, todo ese,deslizamiento de la cumbre hacia lo pol¨ªtico ha propiciado la imagen de un agrupamiento de los pa¨ªses m¨¢s ricos en tomo al presidente de EE UU. Los objetivos electorales de Ronald Reagan han estado en el centro de la cumbre de Londres, lo mismo que han marcado su viaje a Irlanda y su visita a las playas de Normand¨ªa.
Pero, sin duda, hay en toda esta operaci¨®n factores que van m¨¢s all¨¢ de las pretensiones electoralistas del jefe del Ejecutivo norteamericano. Desde hace alg¨²n tiempo, EE UU est¨¢ colocando como uno de los objetivos de su pol¨ªtica a largo plazo la integraci¨®n de la OTAN, m¨¢s concretamente, de los europeos, en una estrategia mundial hegemonizada por Washington. Kissinger descubri¨® claramente este objetivo en su art¨ªculo de marzo pasado en la revista Time. Tienden as¨ª a definir un mundo occidental, no ya frente a la URSS, sino frente al Tercer Mundo. Se llegar¨ªa por ese camino a condicionar las relaciones de Europa con los otros grandes interlocutores de la vida internacional, como China o Am¨¦rica Latina. Es un camino peligroso para Europa, cuando lo que ¨¦sta necesita precisamente es afirmar su autonom¨ªa. En ese orden de cosas, la cumbre de Londres ha puesto de relieve que la se?ora Thatcher, m¨¢s atlantista que europea, apoya esa tendencia de la pol¨ªtica reaganiana. Pero que hay fuertes resistencias en otros gobiernos, particularmente por parte del presidente franc¨¦s, Fran?ois Mitterrand.
El centro de la cumbre de Londres debiera haber sido la situaci¨®n econ¨®mica. En el documento dedicado a esta cuesti¨®n, y a pesar de que contiene frases impuestas por las cr¨ªticas francesas y alemanas a la pol¨ªtica norteamericana, lo que sobresale es su similitud con el documento aprobado hace un a?o en Williarnsburg. Ya entonces se habl¨® de la deuda de los pa¨ªses en v¨ªa de desarrollo del peligro de los tipos de inter¨¦s excesivo. La diferencia es que hoy la situaci¨®n es much¨ªsimo m¨¢s grave. Pero el remedio no supera el terreno de las promesas. Quiz¨¢ el punto m¨¢s concreto sea el que reconoce la necesidad del aplazamiento de las deudas de los pa¨ªses del Tercer Mundo, en concreto de aquellos que acepten aplicar las pol¨ªticas deseadas por el Fondo Monetario Internacional. La propuesta de buscar nuevas bases para el sistema monetario internacional, una especie- de nuevo Bretton Woods, hecha por Mitterrand en reuniones anteriores, queda enterrada. Es evidente que los resultados de Londres representar¨¢n una decepci¨®n para los pa¨ªses del Tercer Mundo, asfixiados por su deuda exterior. La pol¨ªtica de la Administraci¨®n norteamericana, con un enorme d¨¦ficit presupuestario, sostenido por los altos tipos de inter¨¦s, es una de las causas fundamentales de la terrible situaci¨®n que conocen tantos pa¨ªses en v¨ªa de desarrollo, y contribuye tambi¨¦n a agravar la crisis en Europa. Nada en la reuni¨®n de Londres permite esperar un cambio en la negativa de Reagan a tener en cuenta esa cuesti¨®n.
Desde luego, la cumbre de los siete no ha consistido s¨®lo en la aprobaci¨®n de documentos. El intercambio directo de opiniones entre los jefes de Estado y de Gobierno es, en s¨ª, un hecho ¨²til y positivo. Permite conocer mejor los proyectos de unos y otros, las zonas de acuerdo y de discrepancia. Si el presidente Reagan ha obtenido ventajas en sus objetivos electorales, varios indicios se?alan que ha escuchado cr¨ªticas a su pol¨ªtica, sin duda m¨¢s fuertes que en ninguna ocasi¨®n anterior.
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