Meta de eruditos

El 23 de septiembre de 1221 nac¨ªa en Toledo, muy cerca del Museo de Santa Cruz, en el antiguo palacio Real, el m¨¢s hospitalario de todos los reyes de la Edad Media. Alfonso X centr¨® la actividad administrativa y cultural del reino en esta ciudad, conocedora de las mayores glorias art¨ªsticas y del buen hacer cultural de la ¨¦poca. Ya bajo el patronato del arzobispo de esta ciudad don Raimundo se hab¨ªa realizado gran n¨²mero de traducciones del ¨¢rabe al lat¨ªn y al hebreo; lo mejor de la ciencia ¨¢rabe y de la filosof¨ªa griega fue recogido por Alfonso X, quien impuls¨® la Escuela de Traductores.Siendo infante hizo traducir obras de cuent¨ªstica y de ap¨®logos morales orientales, como el Calila e Dimna, el Libros de los Doce Sabios y Flores de la Filosofia, inici¨¢ndose as¨ª una influencia oriental. La huella de estas traducciones se puede seguir hasta Calder¨®n de la Barca y Cervantes, algunas de ellas traducidas tambi¨¦n al provenzal.

La astronom¨ªa, astrolog¨ªa, medicina y agricultura fueron parcelas de gran inter¨¦s para el rey, llev¨¢ndose a cabo grandes trabajos con colaboradores, como los jud¨ªos Yehuda ben Mos¨¦ e Isaac ben S¨ªd. La mayor originalidad de Alfonso X fue el prescindir de la versi¨®n latina, transcribiendo los originales al castellano. Am¨¦rico Castro dijo de ¨¦l que ¨¦ste se convierte en el "veh¨ªculo natural de la cultura, de alto nivel intelectual, que combinaba y hac¨ªa s¨ªntesis de las herencias del islam, el juda¨ªsmo y la Europa romano-germ¨¢nica".

Toledo, la capital del reino godo, se convirti¨® as¨ª en la meta de aquellos eruditos descontentos con el saber de las escuelas latinas. Los comentarios y traducciones aristot¨¦licas fueron objeto de estudio en todas las universidades europeas.

La ciudad, por ser el centro de estudio de las ciencias ocultas, fue objeto de duras cr¨ªticas por parte de los poderes eclesi¨¢sticos, al querer tambi¨¦n el rey secularizar todos los saberes. Para compensar su apelativo de sabio, se le impuso a su padre la escala de santo, pero no por ello el renombre y la fama del hijo dej¨® de perdurar.

La capital de la regi¨®n castellano-manchega guarda hoy algunos de aquellos recuerdos: su hijo Sancho IV est¨¢ enterrado en la catedral, y sus espuelas y manto las guarda la sacrist¨ªa de este edificio g¨®tico. De la corona se ha hecho una reproducci¨®n para la patrona de Toledo, la Virgen del Sagrario. Una estatua situada en el paseo del Miradero nos queda desde hace 10 a?os como recuerdo de su existencia y personalidad.