Fracaso global de la coalici¨®n gubernamental de izquierdas
Las elecciones europeas han significado en Francia el hundimiento del Partido Comunista franc¨¦s (PCF), el despegue de la extrema derecha (derecha autoritaria, como ya la apellidan los observadores), el fracaso de los socialistas (20,8%), y globalmente de la izquierda gobernante, y el triunfo conjunto de la oposici¨®n liberal. Triunfo que se debe, fundamentalmente, al regalo dispensado por el ultraderechista Jean Marie le Pen y su Frente Nacional (FN). Las consecuencias de la tempestad pol¨ªtica que se ha desencadenado en Francia modificar¨¢n profundamente la derecha, la izquierda y las alianzas en ambos bandos. Y en pocas semanas pueden provocar sendas crisis en el Gobierno y en el PCF. El m¨¢ximo dirigente de los comunistas galos durante los dos ¨²ltimos lustros, Georges Marchais, podr¨ªa ser reemplazado por el actual ministro de Transportes y n¨²mero dos del partido, Charles Fiterman.Durante las ¨²ltimas 48 horas, en Francia se ha votado para renovar el Parlamento Europeo; se han conocido los resultados; se ha comentado sobre todo el estallido de la derecha autoritaria, o derecha nacionalista, o extrema derecha, simplemente; pero nadie ha hablado de Europa, que era de lo que se trataba.
Aqu¨ª lo que preocupa es el nombre del pr¨®ximo primer ministro y ya algunos entienden que la ¨²ltima carta que le queda al presidente, Fran?ois Mitterrand es Michel Rocard, el ministro de Agricultura bueno, es decir socialdem¨®crata a grosso modo; lo que interesa igualmente es saber quien va a reemplazar a Marchais en el puesto de secretario general del PCF, porque tras el batacazo de anteayer (s¨®lo el 11,19% de los votos) se recuerda que nunca, desde hace 60 a?os, se hab¨ªa hundido tanto su partido, y que, desde 1981, ha perdido la mitad de sus votantes.
La oposici¨®n conservadora-liberal, que concurri¨® unida a la batalla electoral con una lista encabezada por Simone Veil, ex presidenta del Parlamento Europeo, canta victoria con su 42,72% y pide la disoluci¨®n de la Asamblea Nacional. Su razonamiento es simple: la izquierda s¨®lo ha conseguido una tercera parte del electorado y nunca en la quinta Rep¨²blica se hab¨ªa visto a un presidente gobernar con una minor¨ªa tan precaria; naturalmente, Mitterrand es quien tiene la palabra, porque as¨ª lo estipula la Constituci¨®n, y cada cual sabe en este pa¨ªs que nadie le forzar¨¢ a este extremo. Pero lo cierto es que la clara mayor¨ªa conseguida por el conjunto de la oposici¨®n se debe al 11 % con que se ha levantado la extrema derecha, lo que representa un porcentaje con el que la llamada derecha liberal o republicana tendr¨¢ que contar de alguna manera.
La izquierda gobernante daba por descontado un fracaso en las elecciones para el Parlamento Europeo, pero no tan espectacular. Incluso el PCF, uno de los dos partidos de la mayor¨ªa, lleg¨® a creer que podr¨ªa recobrar algunos de los votos que perdi¨® en las presidenciales de 1981. Pero los resultados evidencian de la manera m¨¢s cruda el rechazo, aparentemente definitivo, de la mayor¨ªa del electorado por la izquierda que gobierna en Francia desde hace tres a?os.
Todos los estudios realizados por los institutos de sondeos sobre la naturaleza o motivaciones del voto confirman que la mayor¨ªa parlamentaria de izquierda, que hoy administra el pa¨ªs, tendr¨¢ que realizar un milagro para conseguir que dentro de dos a?os, en las legislativas de 1986, pueda seguir garantizando la estabilidad del presidente Fran?ois Mitterrand.
El sufragio en favor de Le Pen (el nuevo juguete de la pol¨ªtica francesa) ha sido un voto de sanci¨®n contra el Gobierno: el 27% de sus votantes en 1981 hab¨ªa depositado su papeleta en *la urna de Mitterrand, y el 68% en la de Valery Giscard d'Estaing, el presidente saliente. Si el domingo el comicio hubiese sido legislativo, se estima que los franceses habr¨ªan votado de otra manera, pero siempre en favor de la oposici¨®n actual. El cambio hubiese consistido en que el 33% habr¨ªa votado por el partido neogaullista de Jacques Chirac, y s¨®lo el 15% a favor de los ex giscardianos.
Estos y otros datos afines demuestran que una parte del electorado est¨¢ decepcionada porque Mitterrand hace una pol¨ªtica de derechas, y algunos de los que le hicieron presidente en 1981 piensan que para hacer esa pol¨ªtica es m¨¢s cre¨ªble la derecha.
El problema, hoy por hoy, para Mitterrand consiste en triunfar econ¨®micamente en dos a?os, liber¨¢ndose al mismo tiempo de quien no puede liberarse: de los comunistas. El problema para la derecha se llama Jean Marie le Pen, cuyo nacimiento descorazona a todos, pero es un hecho. La extrema derecha y el comunismo, los dos extremismos del abanico pol¨ªtico, ambos a la misma altura, han enrevesado a¨²n m¨¢s la estrategia de Mitterrand para conservar el poder, y la de la oposici¨®n, para recuperarlo.
Al haber salido elegido eurodiputado Max Gallo, su cargo de portavoz del Gobierno ser¨¢ acumulado por el ministro de Asuntos Europeos, Roland Dumas.
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