Robert Chatwin
El joyero ingl¨¦s que se fugo de su pais para refugiarse en Espa?a teme que le secuestren
En una discreta villa cubierta por rosales trepadores, rodeada de naranjos con la cosecha tard¨ªa y protegida por un guardaespaldas importado, el joyero ingl¨¦s que hace un a?o salt¨® a las primeras p¨¢ginas de los peri¨®dicos al fugarse de su pa¨ªs con joyas por valor de tres millones de libras esterlinas asegura que hoy teme ser secuestrado por orden de sus acreedores. "La operaci¨®n la han montado en Bristol hace un mes, y me han confirmado que un grupo de profesionales viene hacia aqu¨ª para trasladarme en un avi¨®n privado". Robert Chatwin a?ade: "La polic¨ªa espa?ola est¨¢ avisada y yo estoy preparado para impedir que se ejecute ese secuestro".
IGNACIO CARRI?N Es un hombre de apariencia risue?a, que habla con el ingl¨¦s adquirido en una escuela de pago y que a sus 42 a?os, bien vestido y cuidadoso en sus modales, siente horror ante la fatalidad de que lo pongan en manos de Scotland Yard. "Mi padre era un joyero en Birmingham y yo trabaj¨¦ con ¨¦l hasta que, a los 26 a?os, me instal¨¦ por mi cuenta", recuerda Chatwin, "y todo iba bien hasta que lleg¨® la recesi¨®n econ¨®mica instigada por la se?ora Thatcher". Entonces sus seis tiendas de fina joyer¨ªa quedaron al borde de la quiebra. "O ten¨ªa que cerrar o ir a la bancarrota, as¨ª que opt¨¦ por lo primero. Cerr¨¦, y como la sociedad me adeudaba mucho dinero, cog¨ª las joyas por valor de ese dinero y me las traje a Espa?a, donde no existe tratado de extradici¨®n con el Reino Unido".
Pero las cosas se complicaron para Chatwin. Los acreedores reclamaron su dinero. Scotland Yard lo busc¨®. Una empresa valenciana, a la que el joyero ingl¨¦s tambi¨¦n le adeudaba algo, present¨® denuncia, y el 15 de enero de 1983 la polic¨ªa espa?ola deten¨ªa al fugitivo cuando se dispon¨ªa a desayunar en un hotel de la capital del Turia. "Todo ha sido terrible, amigo m¨ªo, muy terrible, porque hasta que fueron esclareci¨¦ndose algunas cuestiones me metieron en el calabozo de Denia y durante un mes padec¨ª en ese lugar t¨¦trico y sucio". Luego le llevaron a la prisi¨®n de Alicante que, seg¨²n el joyero, "es un hotel de cinco estrellas".
Tan formidable le pareci¨® a Chatwin la c¨¢rcel alicantina que su trauma es de signo contrario al habitual: "Tan nueva, tan confortable, con m¨²sica pop y televisi¨®n y piscina, ?era eso una c¨¢rcel o un balneario? Era una c¨¢rcel donde al llegar me preguntaron si deseaba celda individual o colectiva, y yo eleg¨ª individual y me pusieron en una habitaci¨®n con vistas al Mediterr¨¢neo".
Pero la cura en semejante balneario finaliz¨® a los cinco meses de iniciarse, cuando le dijeron a Chatwin que pod¨ªa salir a la calle en libertad provisional. "Sal¨ª nost¨¢lgico, amigo".
Y de all¨ª se vino a Denia. Alquil¨® dos villas (por razones de seguridad) y acomod¨® a su amiga Caroline con las dos hijas de Caroline, que ahora cogen naranjas del huerto. "?Trabajo? No es que me haga falta con urgencia, aunque no soy demasiado rico, pero hago labores de int¨¦rprete y traductor para un negocio de inmobiliaria en la avenida principal de Denia. Fue all¨ª, en esa oficina, donde vino un tipo sospechoso pidiendo informaci¨®n para comprar varias fincas que un socio con avi¨®n privado quer¨ªa visitar pr¨®ximamente". Chatwin se mosque¨®. Eso ol¨ªa feo. "Descolgu¨¦ el tel¨¦fono y habl¨¦ con informantes del hampa en Birmingham y en Bristol, y ellos me dijeron que los acreedores de mi antigua sociedad quieren secuestrarme. Quieren darme un escarmiento ejemplar. Entre joyeros todo se acuerda por honor: las joyas se facilitan en dep¨®sito al vendedor, y el que hace una fechor¨ªa, la paga".
Recientemente la televisi¨®n brit¨¢nica (BBC) entrevist¨® a Chatwin para un programa especial sobre extradici¨®n. "Se dijo que me meter¨ªan en un paquete con otros para canjearme por Ruiz Mateos", comenta el joyero, "pero Ruiz Mateos ya no est¨¢ en Reino Unido".
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