Llu¨ªs Racionero: la consagraci¨®n de Catalu?a
La novela hist¨®rica es una constante en la producci¨®n literaria universal. Siempre ha habido narraciones hist¨®ricas, pero el intento de integrar en un solo producto historia y ficci¨®n pertenece a la ¨¦poca contempor¨¢nea, al romanticismo: los libros de caballer¨ªas no pretend¨ªan basarse en la verdad, y ni siquiera los novelistas g¨®ticos, pero Walter Scott s¨ª. A partir de entonces la novela hist¨®rica se presenta como un producto que engloba verdad e idealismo, aventura y moral en resumidas cuentas, lecci¨®n del pasado lejano para los hombres del presente.No. otra es la intenci¨®n de Llu¨ªs Racionero que con su primera novela obtuvo en 1981 el premio Prudenci Bertrana en su versi¨®n original catalana que ahora se presenta en castellano, con un significativo cambio de t¨ªtulo: del original Cercam¨®n -nombre del protagonista un trovador del siglo XII- se ha pasado a El pa¨ªs que no fue, lo que ilustra mejor sus intenciones cara al lector no catal¨¢n. Racionero (La Seu d'Urgell, 1940) es un singular personaje de las letras espa?olas De formaci¨®n cient¨ªfica, humanista, buceador de marginalidades, se autodefine como un "racionalista plat¨®nico", ha estudiado Las filosof¨ªas del underground (1977) y la obra de Leonardo, y obtuvo el premio Anagrama de ensayo en 1983 con Del paro al ocio.
Entre sus fascinaciones, habr¨ªa que hablar de ciertos m¨ªsticos heterodoxos, como William Blake, de rom¨¢nticos como lord Byron de marginales como Hermann Hesse -hoy tan central- o de las filosof¨ªas orientales y las experiencias de Castaneda. Como economista defiende la dignidad del ocio, aun sin poner demasiado en tela de juicio el sistema; buen articulista, cr¨ªtico de arte y literatura, tambi¨¦n le preocupan el cine y el urbanismo. Su inspiraci¨®n fundamental en la creaci¨®n de esta novela ha sido la b¨²squeda de las ra¨ªces catalanas, y se ha acercado a la narraci¨®n hist¨®rica como una lecci¨®n del pasado, como una lejana y culturalista recreaci¨®n de un imposible para¨ªso: la Catalu?a que pudo ser.
Bien es verdad que la novela hist¨®rica est¨¢ de moda en Espa?a. Si se repasan las listas de libros m¨¢s vendidos de los ¨²ltimos dos a?os, veremos en cabeza las Memorias de Adriano, de Marguerite Yourcenar, que lleva 75 o 67 semanas de presencia, y El nombre de la rosa, de Umberto Eco, con 58 o 65, seg¨²n dos hit-parades diferentes. Los best sellers espa?oles del a?o, por su parte, son Camilo Jos¨¦ Cela y Rosa Montero. La novela hist¨®rica, la reflexi¨®n espa?ola o la femenina terminan por derrotar a polic¨ªas y ladrones, al menos a medio plazo.
Sin embargo, no se piense que Llu¨ªs Racionero ha cedido al impulso de la moda sino que tambi¨¦n responde a una tradici¨®n, tanto espa?ola como catalana. El primer gran narrador con vertiente hist¨®rica y hasta fant¨¢stica -con gotas intelectuales y pol¨ªticas- fue el malogrado escritor falangista navarro ?ngel Mar¨ªa Pascual (1912-1947), autor de un Amad¨ªs, del Don Tritonel de Espa?a y de San Jorge o la pol¨ªtica del drag¨®n, libros hoy inencontrables y de alta calidad literaria. Pascual influy¨® decisivamente en ?lvaro Cunqueiro -rec¨²erdese su inicial El caballero Rafael, y gran parte de su obra posterior- que a su vez ejerci¨® un evidente influjo. en el catal¨¢n Joan Perucho, autor de Llibre de cavalleries, de Les Hist¨°ries naturals o de la m¨¢s reciente Aventures del cavalier Kosmas, en quien Ram¨®n Buckley basa su estudio de la tradici¨®n catalana de los libros de caballer¨ªas o de la novela bizantina.
El pa¨ªs que no fue recrea un mundo imaginado que pudo ser real, un lugar sagrado, donde arte, ciencia y religi¨®n se unen como en una especie de para¨ªso perdido. All¨ª, en ese remo imaginario, salpicado de gotas hist¨®ricas, que se extiende a ambos lados de los Pirineos orientales, se mueven una serie de personajes, algunos de ellos hist¨®ricos pero reconstru¨ªdos seg¨²n las intenciones del narrador, y se desarrolla la f¨¢bula de su edificaci¨®n y de su posterior destrucci¨®n. En la primera parte, colocada bajo el signo del sol, una condesa de Barcelona elabora las bases de ese posible para¨ªso en los albores del milenio, que aqu¨ª est¨¢ exento de cualquier terror.
Los trovadores
En este reino en paz, culto y comercial, se desarrolla la cultura de los trovadores, descrita en la segunda parte, que desembocar¨¢ en la tragedia de los c¨¢taros. Ni Francia, ni Espa?a, ni Roma -dice la novela- pod¨ªan consentir en la creaci¨®n del para¨ªso catal¨¢n: y entre la agresi¨®n del rey de los francos, con una esposa castellana, no se olvide, la traici¨®n del rey de Arag¨®n, don Jaime, y la perfidia papal, que instrumentaliz¨® la inocencia fan¨¢tica de Domingo de Guzm¨¢n, la posible naci¨®n occitana -o catalana- desaparece a sangre y fuego en la hoguera de Monts¨¦gur.
El trovador Cercam¨®n, o "buscamundo" y su amada plat¨®nica hasta casi el final, Esclarmonda o "ilumina el mundo", los protagonistas de esta segunda y sombr¨ªa parte, ser¨¢n los depositarios del Grial, tras haber podido escapar a la matanza de Monts¨¦gur; con el Grial reciben la profec¨ªa de que todo resucitar¨¢ 700 a?os despu¨¦s, es de suponer que con el Estado de las autonom¨ªas, la Generalitat, Jordi Pujol y la Banca Catalana. Estas gotas de pol¨ªtica son las ¨²nicas que enturbian un producto cuidado, bien trabado hist¨®ricamente, como una sucesi¨®n de estampas, como las vidrieras de una vieja catedral. Novela, propiamente dicha, no la hay, no hay conflicto encarnado y personalizado fuera de las teor¨ªas que los personajes representan. En esto, recuerda m¨¢s El nombre de la rosa -libro admirable por tantos conceptos, pero novela endeble- que la verdad narrativa de las Memorias de Adriano. Tal vez se trate de una maldici¨®n mediterr¨¢nea. Tampoco existe la iron¨ªa, la ambig¨¹edad ni la parodia con las que Perucho juega. El pa¨ªs que no fue es un producto artificial, cargado de cultura y sabidur¨ªa, que se lee con gusto y que hasta puede servir de lecci¨®n pol¨ªtica, aunque ello sea lo que menos importa. La tragedia de Occitania fue mucho mayor, mucho m¨¢s amplia, no se trat¨® de ning¨²n para¨ªso, y al fin y al cabo esa cultura existe a pesar de todo, y goza de buena salud, como lo muestra este libro.
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