'La calle 42', las primeras locuras de Berkeley
Como respuesta al ¨¦xito que la Metro hab¨ªa obtenido con Melod¨ªas de Broadway 1929, prepar¨® la Warner una pel¨ªcula que tambi¨¦n narrara las aventuras que se producen al otro lado del escenario, que respondiera al mismo tono escapista del original y ofreciera su mismo impacto. Lo logr¨®. Hoy, La calle 42 es un t¨ªtulo imprescindible para el conocimiento del musical norteamericano, mientras que la pel¨ªcula imitada ha quedado relegada a un discreto segundo plano.Los aciertos fueron numerosos, pero son los debidos al core¨®grafo Busby Berkeley los que a¨²n hoy motivan el asombro y el aplauso. Tanto es as¨ª, que se separan claramente del resto de la pel¨ªcula, como un estrambote sorprendente, sin conexi¨®n real con la parte dram¨¢tica del trivial enredo.
Berkeley contempl¨® la partitura de Al Dubin y Harry Warren como a trav¨¦s de un caleidoscopio y, sin fronteras en la imaginaci¨®n, reconstruy¨® una hipot¨¦tica calle 42, un tren abarrotado de p¨ªcaras muchachas en camis¨®n que cantan las inquietudes de la noche de bodas (son innumerables las mujeres que fotografi¨® Berkeley en sus pel¨ªculas), y unos decorados ins¨®litos en los que tantas muchachas jugaban con inocentes cintas de papel que ¨¦l convert¨ªa en fant¨¢sticas enso?aciones.
Esta pel¨ªcula no ser¨ªa m¨¢s que un paso: hasta que las productoras le marginaron por ruinoso, Berkeley construy¨® cascadas, parques gigantescos, edificios imposibles, violines luminosos, que siempre rodeaban a sus infinitas y espl¨¦ndidas girls. El espectador menos habituado recordar¨¢ al menos las extravagantes coreograf¨ªas que acompa?aron a la nadadora Esther Williams en sus m¨¢s famosas pel¨ªculas: maturalmente, fueron ideadas por Berkeley.
El contagio de Ruby Keeler
La calle 42, rodada en 1933, ten¨ªa que suministrar el indispensable est¨ªmulo que el cine se propuso contagiar tras los siniestros a?os de la Depresi¨®n. Ruby Keeler, su protagonista, se encarg¨® de hacerlo.La historia no s¨®lo contaba el ascenso a la fama de una muchachita vulgar, sino que Ruby Keeler lo era realmente. Bajita, no muy guapa, sin una voz espl¨¦ndida ni condiciones asombrosas para el baile, ten¨ªa un encanto de dependienta de grandes almacenes, que cautiv¨® a sus contempor¨¢neos... y al propio Berkeley, que en Dames le tribut¨® uno de los m¨¢s encendidos homenajes que el cine conozca: el rostro de la Keeler reproducido innumerables veces y a tama?o gigante, bailando al son de una declaraci¨®n de amor.
Junto a ella, Dick Powell, con quien interpretar¨ªa otras pel¨ªculas, y para el que caben los mismos comentarios, aunque el actor ampliara luego su trabajo con comedias no musicales. En cualquier caso, la imagen ingenua y entra?able de Ruby Keeler es la que permanece, y a ella se le tributaba un homenaje en Broadway donde la pasada temporada se ofrec¨ªa en el escenario una versi¨®n de la pel¨ªcula, naturalmente, sin el loco esplendor que Berkeley lograba con la imagen cinematogr¨¢fica.
Comienza con La calle 42 un ciclo de cine musical, que reemplazar¨¢ durante unos meses a La noche del cine espa?ol, espacio necesitado de un descanso para preparar nuevas emisiones. La revisi¨®n del cine espa?ol propuesta por Fernando M¨¦ndez Leite debe llegar hasta nuestros d¨ªas, y el tiempo que necesita el visionado de pel¨ªculas y la realizaci¨®n de entrevistas es superior al empleado en la emisi¨®n. En enero volver¨¢ el programa.
La calle 42 se emite hoy a las 21.35 por la segunda cadena.
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