La autov¨ªa Madrid-Burgos
EL MINISTERIO de Obras P¨²blicas y Urbanismo acaba de anunciar que Burgos y Madrid quedar¨¢n enlazados dentro de pocos a?os por una autov¨ªa, que entroncar¨¢ a su vez a la capital de Espa?a con la red europea de autopistas. La noticia, satisfactoria en s¨ª misma, resuelve s¨®lo parcialmente, sin embargo, una deplorable situaci¨®n, en cuyo descargo podr¨ªan ¨²nicamente esgrimirse razones hist¨®ricas y los temores del Gobierno a endeudar al pa¨ªs y al Tesoro en una ¨¦poca de aguda crisis. A este respecto, parece obligado recordar que algunos de los fara¨®nicos planes de autopistas de peaje con ayuda p¨²blica promovidos durante el anterior r¨¦gimen por sociedades an¨®nimas -como las concesionarias de las autopistas del Mediterr¨¢neo, de Catalu?a-Arag¨®n, del Atl¨¢ntico y Astur-Leonesa- concluyeron en su reversi¨®n al Estado antes de que se cumpliesen los plazos establecidos, descargando as¨ª las empresas sobre los contribuyentes el peso de su fracaso. La socializaci¨®n de las P¨¦rdidas, compensada con la privatizaci¨®n de las ganancias, fue el lema de algunas de las operaciones, tan brillantes para sus organizadores como ruinosas para el erario, del llamado Estado de obras.En repetidas ocasiones ha sido denunciad¨¢la anomal¨ªa que significa que la capital de Espa?a no disponga de accesos r¨¢pidos y seguros por carretera con los grandes centros de poblaci¨®n de la periferia y con las fronteras. No se trata, por supuesto, de una reivindicaci¨®n de car¨¢cter centralista o de la simple defensa de los intereses de la vecindad madrile?a. La villa de Madrid, cuya representatividad ha sido reconocida por el art¨ªculo 5? de la Constituci¨®n, es a la vez punto de salida y lugar de destino, con independencia de los factores hist¨®ricos que, convirtieron en irremediable, a efectos pol¨ªticos, administrativos y econ¨®micos, esa focalidad centr¨ªpeta. Habida cuenta de esa realidad, el proyecto de la autov¨ªa Madrid-Burgos s¨®lo resuelve uno d¨¦ los problemas -aunque sea importante- de las dificultades de comunicaci¨®n de la capital del reino. Porque al horr¨ªsono estado de la carretera Madrid-Zaragoza, que soporta un enorme tr¨¢fico y sirve de escenario a interminables caravanas, hay que a?adir la inexistencia de autopistas o autov¨ªas con Santiago de Compostela, Valencia, Sevilla y Badajoz. Cuando el enlace con Burgos est¨¦ concluido, Madrid quedar¨¢ comunicado sin fatigas con la frontera francesa. Sin embargo, Portugal y Marruecos continuar¨¢n siendo lejanos vecinos, no en kil¨®metros, sino en tiempo real para los intr¨¦pidos automovilistas. Zaragoza, Valencia, Galicia, Cantabria, Asturias y Andaluc¨ªa quedar¨¢n, igualmente, a la imprecisa distancia que marcan los trayectos de duraci¨®n imprevisible.
Sin embargo, los agravios comparativos de otras ciudades y territorios espa?oles podr¨ªan desafiar con pleno derecho a las desgracias de quienes toman a Madrid como arranque o t¨¦rmino de sus viajes. Las comunicaciones dentro de Andaluc¨ªa a¨ªslan las zonas oriental y occidental de la comunidad aut¨®noma hasta el punto de hacer dif¨ªcilmente reconocible en la pr¨¢ctica la unidad territorial de la regi¨®n. Parecido problema afecta a Galicia, que incorpora a sus malos accesos con el resto de la Pen¨ªnsula suspropias dificultades de comunicaci¨®n interna. La autopista Ir¨²n-Bilbao concluye en un arriscado camino que convierte en interminable el viaje hacia Castro Urdiales, Santar¨ªder y Asturias. Otras capitales y ciudades espa?olas se hallan p¨¦simamente comunicadas entre s¨ª, de forma tal que automovilistas y camioneros se ven obligados a in¨²tiles y costosos desv¨ªos. El mal estado de nuestra red viaria, el envejecido trazado de buena parte de nuestras carreteras, la deficiencia de los firmes y el aumento del tr¨¢fico rodado contri buyen, por lo dem¨¢s, a la frecuencia y gravedad de los accidentes de circulaci¨®n en Espa?a. La necesidad de promover, en la medida de lo posible, las condiciones de seguridad del tr¨¢fico rodado se suma, de esta forma, a las exigencias de una sociedad industrial de elevada complejidad, de una econom¨ªa regionalmente interco nectada y de un sector de servicios tan importante para nuestro sector exterior como es el turismo. Las carreteras espa?olas se extienden a lo largo de 150.000 kil¨®metros, frente a los 800.000 kil¨®metros de Francia y los 300.000 kil¨®metros de Italia. Mientras los pa¨ªses de la Comunidad Econ¨®mica Europea disponen de 150 kil¨®metros de carreteras por cada 100 kil¨®metros cuadrados y 850 kil¨®metros de carreteras por cada 100.000 habitantes, las cifras espa?olas correspondientes descienden a 30 y 400 kil¨®metros.
El programa electoral del PSOE anunci¨® que la pol¨ªtica de carreteras estar¨ªa orientada de forma preferente a la mejora de la calidad de la infraestructura existente. Los socialistas tambi¨¦n prometieron la conclusi¨®n de las autopistas ya iniciadas, as¨ª como la racionalizaci¨®n de la explotaci¨®n de las ya existentes y la interconexi¨®n entre los ramales en funcionamiento. A las comunidades aut¨®nomas que dispongan ya de las transferencias correspondientes incumbe, por lo dem¨¢s, la mejora y conservaci¨®n de la red viaria. De esta forma, tanto la Admir¨²straci¨®n central, representada en este caso por el Ministerio de Obras P¨²blicas y Urbanismo, como las instituciones de autogobierno tienen la grave responsabilidad de suministrar, a lo largo de los a?os venideros, esa oferta de servicios p¨²blicos que demandan tanto la seguridad y la comodidad de los ciudadanos como la modernizaci¨®n de la econom¨ªa y la sociedad espa?olas.
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