Juegos de cine
Los estudios especiales de la cadena American Broadcasting Company (ABC) para los juegos est¨¢n instalados en el viejo solar hollywoodense de la Columbia Pictures, pero el estilo narrativo de la ceremonia inaugural que ayer vimos por televisi¨®n estaba plagiado del inconfundible look colosalista y cinemasc¨®pico de la Metro-Goldwyn-Mayer. Aquello fue una mezcla de Melod¨ªas de Broadway, Siete novias para siete hermanos, Oklahoma y, sobre todo, Ben-Hur. Cuando empezaron a sonar las primeras trompeter¨ªas delante del decorado altamente kitsch propuesto por Andy Warhol para recordar el Coliseo romano (concretamente un simulacro de aquel coliseo de la MGM del cine de romanos de los a?os cincuenta), lo l¨®gico es que por la puerta grande hubiese aparecido Charlton Heston a bordo de una cuadriga en direcci¨®n solemne hacia el emperador Reagan para solicitar la apertura del mayor espect¨¢culo del mundo.El viejo esp¨ªritu de Los ?ngeles, despu¨¦s de un largo per¨ªodo de decadencia, ha resurgido en esta ceremonia ol¨ªmpica de larga duraci¨®n que intent¨® batir, y bati¨®, todos los r¨¦cords mundiales de espectacularidad. El show inaugural de estos juegos ha estado a la altura de los mejores tiempos grandiosos de Hollywood. Ayer se han triturado todas las plusmarcas de la industria del espect¨¢culo: 84 pianos para interpretar la Rapsody in blue de George Gershwin; cientos de violinistas, clarinetistas, bater¨ªas y voces humanas dirigidos desde un atril provisto de monitores de televisi¨®n para no perder la perspectiva de la fabulosa y dispersa orquesta m¨®vil; casi 90.000 espectadores que en un momento obedecen ciegamente las ¨®rdenes del locutor y componen, sin ellos saberlo, las banderas de todas las naciones participantes. Un n¨²mero imposible de determinar de figurantes disfrazados de todas las se?as de identidad del planeta Tierra; una veintena de c¨¢maras camufladas por todo el estadio ol¨ªmpico para registrar en v¨ªdeo el mayor n¨²mero de planos posibles en la historia de una retransmisi¨®n; fuegos artificiales, miles de globos, luminotecnia, cataratas de electr¨®nica, escaleras mec¨¢nicas, dirigibles, aviones a reacci¨®n escribiendo y dibujando en el azul de Los ?ngeles, n¨²meros musicales infinitamente m¨¢s complicados de ejecuci¨®n que los habituales shows del Radio City Music-Hall, con un n¨²mero de participantes superior a los utilizados en cualquier supreproducci¨®n de la edad de oro del cine.
Himnos para todos lo gustos
Y los himnos. Durante m¨¢s de tres horas han sonado por los altavoces del estadio ol¨ªmpico toda clase de himnos, una aut¨¦ntica borrachera himnaria en la que se suced¨ªan ininterrumpida mente marchas patri¨®ticas, circenses, folkl¨®ricas, militares, pacifistas, lloronas, orientales, occidentales y epicenas. La m¨¢s es' tridente banda sonora jam¨¢s escuchada en la historia del espect¨¢culo.
Seguramente los puristas de los Juegos Ol¨ªmpicos se habr¨¢n sentido irritados por este barroquismo made in Hollywood de la gran ceremonia. El espect¨¢culo inaugural de otras olimpiadas consist¨ªa en una serie de matem¨¢ticas acrobacias atl¨¦ticas sobre el c¨¦sped del estadio. La originalidad de estos juegos consisti¨® en sustituir la austera tabla gimn¨¢stica por la fr¨ªvola pasarela musical. Lo de ayer no fue un simulacro de los juegos griegos, sino un simulacro del cine de romanos con banda sonora de Broadway y coreograf¨ªa designada para el Oscar. La filosof¨ªa que inspir¨® estos proleg¨®menos de las olimpiadas le debe bastante m¨¢s a Cecil B. de Mille que al bar¨®n de Coubertin, acaso porque todo este tinglado deportivo que nos espera tenga mucha m¨¢s relaci¨®n con el arte del show-business que con el arte del m¨²sculo.
De todas las maneras, no me parece mal esta superproducci¨®n a lo MGM. Y por una sencilla raz¨®n. De estas masivas y atl¨¦ticas ceremonias inaugurales siempre suele emanar un estremecedor tufillo a ideolog¨ªa totalitaria. Y lo de ayer fue un espect¨¢culo pinturero que solamente proclamaba que aquello era un espect¨¢culo millonario. La ¨²nica ideolog¨ªa sospechosa que son¨® en el estadio ol¨ªmpico de Los ?ngeles fue la del rugido nost¨¢lgico del le¨®n de la Metro.
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