Las conversiones de Pablo Neruda
Ya se cumplieron 80 a?os desde el nacimiento de Pablo Neruda en la peque?a y remota ciudad de Parral, en el sur de Chile. Si el poeta hubiera vivido, ya ser¨ªa octogenario, como lo fue V¨ªctor Hugo, uno de sus grandes maestros, y como lo es su amigo y compa?ero Rafael Alberti. Se cumpli¨® el octog¨¦simo aniversario y se repitieron las romer¨ªas con claveles rojos, y con la inevitable represi¨®n policial, al nicho de la llamada Calle M¨¦xico, el sector m¨¢s pobre. del Cementerio General de Santiago, donde est¨¢ enterrado actualmente.Aunque Neruda se encuentra mucho m¨¢s inmerso en la tradici¨®n literaria chilena de lo que suele pensarse en Espa?a, con sus rasgos espec¨ªficos, desde la poes¨ªa inaugural y fundacional de Alonso de Ercilla hasta la de su generaci¨®n, las circunstancias lo han llevado a ocupar en el Chile de hoy un lugar singular, aparte. Las autoridades militares desear¨ªan resolver, por ejemplo, el problema, muy inc¨®modo para ellas, de su tumba definitiva, pero Neruda quiso ser enterrado en su propiedad de Isla Negra, propiedad que hab¨ªa legado al partido comunista y que cay¨®, por tanto, dentro de la confiscaci¨®n decretada despu¨¦s del golpe de Estado de 1973.
A diferencia de lo que ocurre con todo el resto de la rica poes¨ªa chilena, desde Ercilla y Pedro de O?a hasta Huidobro y Gabriela Mistral, la obra nerudiana se ha convertido en bandera, en s¨ªmbolo de lucha. Neruda es hoy d¨ªa uno de los estandartes principales del MDP, el Movimiento Democr¨¢tico Popular, donde el partido comunista tiene un peso decisivo. El fen¨®meno facilita, por una parte, la movilizaci¨®n contra la dictadura, pero tambi¨¦n favorece, sobre todo entre las generaciones j¨®venes, la formaci¨®n de una imagen simplificada, unilateral y, en definitiva, deformada de la poes¨ªa nerudiana. Se esfuma el poeta l¨ªrico y metaf¨ªsico, el de Residencia en la tierra y algunos escritos de la vejez, y ocupa todo el espacio el poeta ¨¦pico, el tribuno, el int¨¦rprete a menudo ret¨®rico, marm¨®reo, de las aspiraciones y los dolores de la tribu. Las necesidades de la causa convierten al poeta de carne y hueso en estatua.
En su pol¨¦mica reciente, Mar¨ªo Vargas Llosa y Mario Benedetti sacaron a relucir a Neruda como caso. Vargas Llosa lo cit¨® como muestra de la diferencia abismal entre los niveles de la creaci¨®n art¨ªstica y los de la reflexi¨®n, pol¨ªtica en el ambiente hispanoamericano, diferencia generalizada y que est¨¢ lejos de ser nueva en el mundo cultural hisp¨¢nico. Benedetti se refiri¨®, en cambio, a la evoluci¨®n que puede observarse entre la Oda a Stalin y las obras de etapas posteriores.
Ambos Marios, al mencionar en forma lateral el caso Neruda, dijeron verdades a medias, que ser¨ªa interesante desarrollar con mayor profundidad. En el espacio de una cr¨®nica s¨®lo es posible sugerir algunos puntos para la reflexi¨®n. Alturas de Machu Picchu, para citar un ejemplo importante, es una indagaci¨®n sobre el enigma y el destino hist¨®rico de los antiguos hombres americanos, a la vez que una meditaci¨®n frente al monumento de una civilizac¨ª¨®n extinguida. En el sentido m¨¢s aut¨¦ntico de la palabra, podemos calificarlo de poema pol¨ªtico, adem¨¢s de metaf¨ªsico. Corresponde, por otra parte, a la noci¨®n cl¨¢sica del descenso al Hades o al Reino de los Muertos, noci¨®n que reaparece, en una u otra forma, en toda gran poes¨ªa.
Frente a Machu Picchu, en un nivel tan diferente que parecen obras de otra persona, encontramos la Oda a Stalin o libros tan endebles como Canci¨®n de gesta o Incitaci¨®n al nixonicidio. Esto no obedece, sin embargo, al hecho de que unos textos sean pol¨ªticos y otros apol¨ªticos, obras de arte supuestamente puro. El problema es m¨¢s complejo que eso.
El momento decisivo de la conversi¨®n de Neruda, que explica, primero, el cambio, y, en seguida, los diferentes niveles en que se mover¨¢ a partir de entonces su poes¨ªa, es la guerra de Espa?a. Es, curiosamente, el per¨ªodo de creaci¨®n literaria m¨¢s escasa de toda su vida. Tercera residencia, que consta de pocos poemas, lleva como subt¨ªtulo: 1935-1945. Har¨ªa falta un estudio a fondo de ese per¨ªodo de su obra, per¨ªodo de conversi¨®n pol¨ªtica y ¨¦tica. En Tercera residencia el poeta pasa de la desesperaci¨®n de Las furias y las penas, poema en que el vanguardismo y el superrealismo recogen curiosas resonancias quevedescas, a la profesi¨®n de fe de Reuni¨®n bajo las nuevas banderas, en que el poeta aspira a juntar sus "pasos de lobo / a los pasos del hombre..."
En Espa?a en el coraz¨®n, poema central de Tercera residencia, publicado antes como libro, el propio poeta formula las preguntas que uno se plantea a cada
rato frente a su poes¨ªa pol¨ªtica, sobre todo despu¨¦s de haber admirado sus etapas anteriores. La respuesta, escrita desde el Madrid sitiado y bombardeado de 1936, es clara, pero plantea, en el fondo, el sentido y la justificaci¨®n ¨²ltima de la literatura: "Venid a ver la sangre por las calles..." Jean-Paul Sartre afirm¨® algo parecido en plena guerra de Vietnam, pero las respuestas de Sartre y de Neruda, observadas en su desarrollo posterior, resultaron corregidas por toda clase de ambig¨¹edades y contradicciones.
Benedetti nos habla de una evoluci¨®n pol¨ªtica de Neruda, pero todos sabemos que eso no es tan sencillo dentro de la situaci¨®n de un intelectual comunista. La verdad, que tampoco ha sido seriamente estudiada y que ya merecer¨ªa serlo, es que Neruda lleg¨® a verse metido en una encrucijada muy comparable a la de Brecht en Alemania Oriental: prisionero de su militancia, consciente de los cr¨ªmenes y abusos que se comet¨ªan en nombre del socialismo real, pero consciente, tambi¨¦n, del uso que se har¨ªa de la m¨¢s m¨ªnima cr¨ªtica o defecci¨®n suya. Su respuesta literaria, parcial, puesto que nunca abandon¨® la disciplina partidaria, se encuentra en poemas tales como la Sonata cr¨ªtica, en Memorial de Isla Negra, sonata que tambi¨¦n es autocr¨ªtica, y esto explica igualmente sus relaciones dif¨ªciles, a pesar de Canci¨®n de gesta, con la revoluci¨®n cubana. Siempre crey¨® que la escasa simpat¨ªa que le demostraba Fidel Castro se originaba en un poema de Canci¨®n de gesta, el XIX, en que le hac¨ªa una advertencia velada sobre la tentaci¨®n del poder personal, de corte estalinista.
Es curioso constatar que en uno de sus libros p¨®stumos, La rosa separada, Neruda vuelve a hablar de esos "grandes volcanes de su pa¨ªs natal", que hab¨ªa olvidado ante el espect¨¢culo de la tragedia espa?ola, y que lo hace, precisamente, en un tono que es, a la vez, distante, ir¨®nico y metaf¨ªsico. Despu¨¦s de describirse a s¨ª mismo como uno m¨¢s entre un grupo de turistas en viaje a la isla de Pascua ("egregios comensales del turismo, iguales a Simbad / y a Crist¨®bal, sin m¨¢s descubrimiento que la cuenta del bar..."), escribe, frente al majestuoso Ranu Raraku, cuyo cr¨¢ter, en el centro de la isla, era, seg¨²n los antiguos pobladores, el ombligo del mar grande: "Pero si aqu¨ª me hubiera dejado mi infancia,/ en este volc¨¢n muerto hace mil a?os, / en este Ranu Raraku, ombligo de la muerte, / habr¨ªa aullado de terror y habr¨ªa obedecido: / habr¨ªa deslizado mi vida en silencio, / hubiera ca¨ªdo al miedo verde, a la boca del cr¨¢ter desdentado, / transform¨¢ndome en l¨¦gamo, en lenguas de la iguana".
El gran poeta bajaba de su avi¨®n, su "p¨¢jaro de aluminio", y se reconvert¨ªa, se redescubr¨ªa frente a la naturaleza silenciosa, tal como lo hab¨ªa hecho en diferentes etapas de su vida. Ah¨ª, m¨¢s all¨¢ de las circunstancias esclavizadoras, limitadoras, radicaba para ¨¦l, poeta del enigma de la naturaleza y del hombre desgarrado entre ella y la historia, desde los Tres cantos materiales hasta las Odas elementales y los textos p¨®stumos, el secreto de su continuidad po¨¦tica.
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