Los dem¨¢s tambi¨¦n tenemos padres

Estamos hartos de ver abrazos tortuosos, incluso provocativos, como el ¨²ltimo de Valery Brisco, la ganadora de los 400 metros en atletismo, en el suelo con su entrenador. Siempre son los mismos, norteamericanos. Han venido todos los padres, hermanos, sobrinos, primos y dem¨¢s familia. Esa tambi¨¦n es una explicaci¨®n de que est¨¦n todos los estadios llenos.Como est¨¢n en casa, aunque sean de la otra costa, que queda tan lejos como Europa, se han acercado todos. Padres gordos como los de los luchadores o flacos y bajitos como los de Mary Lou Retton. Y todos se ponen la mano en el pecho y escuchan el minuto y 15 segundos de esa m¨²sica de moda: el himno americano.

Pero nosotros, los espa?oles, tambi¨¦n hemos tra¨ªdo padres. Y no todos se quedan tan contentos. Ayer, el de Alberto Honrubia, aunque Espa?a s¨®lo quedara s¨¦ptima, estaba feliz con los ocho puntos del primer recorrido de su hijo y, sobre todo, con el cero del segundo. Apenas le dej¨® bajar del caballo para estrujarle.

Al menos tuvo esa oportunidad y quiz¨¢ la pueda repetir el s¨¢bado en la prueba individual. Porque ha habido otro padre, el de L¨®pez Zubero, que incluso se acredit¨® como informador, para ver mejor a su hijo. Dej¨® su consulta de Miami y apenas le pudo ver. Es que David se qued¨® en Mosc¨². Tenemos padres, pero no siempre hemos acertado con los hijos. Ese es el problema.