La Mosquitia, prisma para una revoluci¨®n
Las informaciones que llegan procedentes de Nicaragua son en su mayor parte incompletas, como parece haber sucedido con el tema de los indios misquitos de Nicaragua, seg¨²n se?ala el autor de este trabajo, embajador nicarag¨¹ense en nuestro pa¨ªs, que, aparte de se?alar los errores y hasta falsedades que, en su opini¨®n, se han vertido en este tema, aclara y completa la situaci¨®n en el contexto del proceso revolucionario del r¨¦gimen sandinista.
Si se afirma que Nicaragua fue descubierta por una gran mayor¨ªa de medios de informaci¨®n internacionales cuando la dinast¨ªa de los Somoza fue derrocada, el 19 de julio de 1979, creo que no es mucho exagerar. Hasta entonces, muy pocas personas sab¨ªan d¨®nde estaba situado ese peque?o pa¨ªs de casi tres millones de habitantes, lo que tambi¨¦n signific¨® que su costa atl¨¢ntica fuera virtualmente ignorada.Muy probablemente los cineastas Manfred Herzog y Denis Reichle compartieron con muchos miles de personas tal descubrimiento. No han visitado nunca Nicaragua y, sin embargo, denuncian una supuesta matanza de 15.000 misquitos, ejecutada por los "b¨¢rbaros" sandinistas, y la existencia de campos de concentraci¨®n, denuncia orquestada por algunos ¨®rganos de difusi¨®n de Europa occidental.
Los reportajes sobre la toma de posesi¨®n del presidente Ronald Reagan apenas se hab¨ªan atenuado cuando empezaron a surgir noticias y art¨ªculos sobre tensiones existentes entre el Gobierno nicarag¨¹ense y las minor¨ªas ¨¦tnicas de la costa atl¨¢ntica, particularmente con los indios misquitos. El tema adquiri¨® enorme repercusi¨®n cuando en enero de 1982 el Gobierno sandinista evacu¨® a las comunidades misquitas situadas a lo largo de la frontera con Honduras, en las riberas del r¨ªo Coco. Unas 8.000 personas aceptaron la evacuaci¨®n, mientras que 10.000 decidieron ir a Honduras. Durante los meses anteriores al traslado, las familias misquitas hab¨ªan conocido por primera vez el terror provocado por las incursiones de bandas armadas de restos del extinguido ej¨¦rcito somocista, que les obligaban a constituirse en basti¨®n de apoyo contra el Ej¨¦rcito nicarag¨¹ense.
Stedinan Fagot, ex agente de la Oficina de Seguridad somocista (¨®rgano represivo y centro de torturas), autoexiliado l¨ªder misquito, se coloc¨® al frente de acusaciones de matanzas, desaparecidos, campos de concentraci¨®n, etc¨¦tera.
La embajadora de Estados Unidos ante la ONU, Jeanne Kirkpatrick, declar¨® en una entrevista televisada que 250.000 misquitos (cuatro veces m¨¢s que el real total de la poblaci¨®n misquita) hab¨ªan sido hacinados en campos de concentraci¨®n.
El general Alexander Haig, entonces secretario de Estado, present¨® una foto publicada en Le Figaro, que supuestamente mostraba a sandinistas quemando cad¨¢veres de misquitos. El autor de la fotografia, horas despu¨¦s, aclaraba que la misma era una foto de miembros de la Cruz Roja quemando cuerpos de personas asesinadas por la guardia somocista en 1978.
Otra realidad
Desde entonces, la guerra propagand¨ªstica para ganar votos y razones contra el sandinismo ha aumentado de forma despropocionada, y por el mundo, los telespectadores, radioyentes y lectores de diarios conocen de una supuesta guerra de exterminio en la que los grupos ¨¦tnicos nicarag¨¹enses desaparecen como por encanto y magia sandinista.
Los que han viajado a Nicaragua y conocen su aut¨¦ntica realidad conocen un poco el fondo de la cuesti¨®n. Un prisma para observar y analizar la revoluci¨®n sandinista se llama comunidades misquitas. El prop¨®sito es claro: alterar el tema de discusi¨®n. Se tiende a ignorar la condici¨®n de guerra en parte de la costa atl¨¢ntica en un supuesto esfuerzo por buscar las claves hist¨®ricas sobre las violaciones de derechos humanos en la regi¨®n.
La cuesti¨®n y la cr¨ªtica contra el Gobierno sandinista por haber evacuado a 39 comunidades misquitas de la conflictiva frontera con Honduras a los asentamiehtos humanos, uno de ellos Tasba PRI, coinciden en ignorar la situaci¨®n militar en la regi¨®n, y si acaso se menciona, se subestima la magnitud de la agresi¨®n o se la tergiversa, como en el caso del testimonio de un catedr¨¢tico de la Universidad de Berkeley, el doctor Nietschmann. ?ste denunci¨® violaciones sistem¨¢ticas de derechos humanos.
El Gobierno sandinista ha reconocido errores cometidos en el trato con la poblaci¨®n misquita, fundamentalmente por el inicial desconocimiento de su historia, costumbres y arraigo a determinados factores ¨¦tnicos. La autocr¨ªtica ha corregido primeras equivocaciones en la forma de incorporaci¨®n de la Mosquitia. Objetivo contemplado en el programa hist¨®rico del Frente Sandinista durante los a?os de lucha contra la dictadura somocista.
La minor¨ªa ¨¦tnica predominante en la costa atl¨¢ntica son los misquitos (estimados en unos 100.000, seg¨²n las estimaciones de 1981). Ese grupo social est¨¢ concentrado principalmente en la regi¨®n noroeste y hacia el Sur a lo largo de la costa hasta llegar al sitio conocido como Laguna de Perlas. En el sector sur de la costa tambi¨¦n existen varias comunidades rama (700), car¨ªfunas o caribes negros (1.500), sumu y criollo de origen afroeuropeo. La mayor¨ªa de los 5.000 sumu viven tradicionalmente en el interior de la zona monta?osa, cerca de las minas, y la mayor parte de los 25.000 criollos se encuentra en el centro urbano de la ciudad de Bluefields, Puerto Cabezas y en la isla denominada Corn Island. La poblaci¨®n demogr¨¢ficamente predominante es el campesinado mestizo ( 180.000), que empez¨® a inmigrar masivamente hacia la costa atl¨¢ntica a comienzos de la d¨¦cada de los a?os cincuenta, a medida que la expansi¨®n de la econom¨ªa de agroexportaci¨®n basada en el algod¨®n y el ganado y los militares somocistas les fueron expulsando de sus peque?as parcelas. Muchos de esos campesinos llegaron a las minas, que entonces pertenec¨ªan a las compa?¨ªas norteamericanas, o a los puertos; sin embargo, la mayor¨ªa se asent¨® en el interior de la zona monta?osa.
El gran esfuerzo actual del Gobierno es incorporar al resto del pa¨ªs a unas gentes cuyo pasado hist¨®rico se deline¨® alrededor de influencias ex¨®genas. Tres fundamentalmente. Primero fueron los ingleses, quienes desde finales del siglo XVI (1560) establecieron relaciones de intercambio comercial con grupos ind¨ªgenas receptivos. Esos grupos ind¨ªgenas recibieron herramientas de metal, armas de fuego y ron de los bucaneros ingleses a cambio de tortugas, madera, pescado y fuerza de trabajo barata.
Los ingleses se aliaron con los misquitos a fin de combatir los esfuerzos de la Corona espa?ola colonizar la regi¨®n de la Mosquitia (que durante este per¨ªodo se extendi¨® desde la parte del actual territorio hondure?o hasta Costa Rica). Los ingleses se encontraron en esta alianza los medios para proteger su dominio mercantil en la regi¨®n del Caribe. Los misquitos no despreciaron estos nexos a fin de sobrevivir como grupo ind¨ªgena.
La Iglesia morava
A mediados del siglo XIX, los otros dos factores externos restantes entraron en escena. La Iglesia morava. Tradujeron sus himnos y posteriormente la Biblia a lengua misquita. De esa manera, la Iglesia y sus ense?anzas se convirtieron en el elemento unificador de la dispersa poblaci¨®n ind¨ªgena. Hasta la fecha, la Iglesia morava es parte medular de la vida en las comunidades. El obispo moravo John Wilson -dicho sea de paso- calific¨® de "absurdas y carentes de fundamento" las acusaciones de los cineastas alemanes.
La presencia en el escenario coste?o de la acci¨®n exterior del Gobierno de Estados Unidos constituye el tercer factor ex¨®geno. ?ste siempre ha mostrado especial inter¨¦s en Nicaragua, por su situaci¨®n geopol¨ªtica y ser sitio apropiado para construir un hipot¨¦tico canal interoce¨¢nico.
El cineasta alem¨¢n Herzog no ha estado nunca en Nicaragua, por lo que todav¨ªa no conoce ni a los parientes de misquito alguno. Sin embargo, el premio Nobel de la Paz Adolfo P¨¦rez Esquivel, al viajar a los asentamientos misquitos, pudo comprobar la realidad de sus pobladores y a la vez exigi¨® al Gobierno de Honduras una investigaci¨®n en torno al asesinato de m¨¢s de 200 misquitos el 6 de enero de 1984, cuando ¨¦stos regresaban a Nicaragua. El Ej¨¦rcito hondure?o podr¨ªa conocer de los hechos. El genocidio incide sobre el misquito en las violaciones de sus derechos humanos. El 29 de marzo del a?o en curso, bandas de MISURA (organizaci¨®n armada que incursiona desde Honduras) atacaron el poblado misquito de Sandy Bay, en Zelaya Norte: seis muertos y 19 heridos fue el resultado, y secuestraron a 730 personas, 100 de las cuales pudieron escapar y regresaron a su comunidad.
Estos secuestrados son parte de los centenares de misquitos que supuestamente huyen de la barbarie sandinista. El 8 de abril, la agencia Latin Reuter hizo publico un reportaje de Anne Marie O'Connor en el que acotaba: "Los refugiados llegaron a Auka (Honduras) el 3 de abril y fueron entrevistados por periodistas ex tranjeros tra¨ªdos en un helic¨®ptero de la Fuerza A¨¦rea hondure?a en un viaje especial organizado por la Embajada de EE UU".
El escenario hondure?o
Honduras es el escenario del drama misquito. Tres organis mos internacionales han constatado la atroz situaci¨®n de incertidumbre en la que viven. El Lawyer's Commitee for International Human Rights, el Washington Office on Latin America y Americas Watch publicaron un informe describiendo la desoladora cotidianidad de estos nicarag¨¹enses: "Los refugiados misquitos se quejan del reclutamiento forzoso por parte de una fracci¨®n misquita del grupo guerrillero MISURA, opuesto al r¨¦gimen sandinista; se quejan tambi¨¦n del apoyo activo de los militares hondure?os a la campa?a de re clutamiento de MISURA...". L¨ªderes de la comunidad de refugiados se oponen a la relaci¨®n con las autoridades militares locales hondure?as: "... 71 misquitos han sido asesinados por parte de las fuerzas de MISURA o del Ej¨¦rcito hondure?o". El informe contin¨²a diciendo: "En noviembre, representantes de grupos evang¨¦licos norteamericanos que proveen asistencia a estos misquitos visitaron estos campamentos y amenazaron con cortar la ayuda si la coordinaci¨®n y el reclutamiento forzado contin¨²an".
Es comprensible que al misquito que vive en los asentamientos adonde fue trasladado le haga falta el r¨ªo para la pesca, algo inherente para su personalidad, pero la revoluci¨®n le ha asegurado que le sobre la vida, la que no tiene garantizada si habita en las riberas del r¨ªo Coco en la frontera, terrible frontera, con territorio hondure?o.
Por fin, el indio misquito, alfabetizado en su propia lengua, puede conocer de su verdadera historia, la que est¨¢ negada para el hambriento y marginado ind¨ªgena de muchas comunidades en el continente americano. El misquito tiene entonces en la geograf¨ªa nicarag¨¹ense su h¨¢bitat integrado, su gran reserva, no el reservorio ind¨ªgena limitado en el que se debate la vida de miles de ind¨ªgenas en las selvas desde el norte al sur de nuestro continente.
"El sufrimiento genera la fuerza moral. La fuerza moral genera la fe. La fe es un motor de las grandes causas", dec¨ªa hace pocos d¨ªas en Managua Jesse Jackson. El pueblo misquito forma ahora parte integrante de la causa nicarag¨¹ense. Quiz¨¢s a ¨¢lgunos eso no les guste, los quisieran en la ribera del r¨ªo, divisando de lejos al espa?ol del Pac¨ªfico. Ignorante de su alrededor, pasado y futuro.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.