Emocionante Jos¨¦ Carreras
Pocas veces en la historia del festival la plaza Porticada, atestada por un p¨²blico entregado desde el primer momento, alcanz¨® tan alta temperatura de emoci¨®n y entusiasmo como en la noche del martes 28. Cantaba Jos¨¦ Carreras, acompa?ado excelent¨ªsimamente al plano (ese precioso B?sendorfer del concurso Paloma O'Shea), por el maestro americano, de origen italiano, Vincenzo Scalera.
El recital, patrocinado por la Universidad Internacional Men¨¦ndez y Pelayo, discurri¨® por la v¨ªa caracter¨ªstica y dif¨ªcil practicada por los grandes de la l¨ªrica y que se sit¨²a a mitad de camino entre lo oper¨ªstico y el lied. Programa, por una parte, dedicado al gran p¨²blico, sin caer en concesiones demag¨®gicas y, por otra, estudiado cuidadosamente por Carreras para lucir los mejores recursos de su arte y de sus medios.
La voz de Carreras es ya, por s¨ª misma, un hecho art¨ªstico, por lo bella e igualdad del color, el mordente de su irresistible comunicatividad, la f¨¢cil y segura emisi¨®n y una cualidad expresiva en cuya sustancia parecen aliarse la pasi¨®n y la ingenuidad, la tierna serenidad y el doliente drama. La posee, sin duda, el melodismo, hoy en trance de recuperaci¨®n, de un Paolo Tosti, que en canciones como Non t'amo pi¨´ o Vorrei moride llevaron a los salones decimon¨®nicos el alma escondida del melodrama, sin olvidar los viejos or¨ªgenes del "hablar cantando" propios de las tradiciones italianas.
Antes los Bononcini o los Scarlatti cobraron en la voz y el concepto de Carreras un frescor nuevo, una extra?a vitalidad procedentes de un principio hecho norma: la vocalidad es el estilo de esta m¨²sica y desde ella puede explicarse, pr¨¢cticamente entera, la historia de la l¨ªrica italiana desde los laudas medievales a Caccini y desde Monteverdi a Respighi y muchos de sus sucesores.
Siempre tendr¨¢ en el panorama un lugar de honor el gran Rosini, cuya espl¨¦ndida canci¨®n L'esule dijo Carreras con inusitada perfecci¨®n y belleza de tanto poder y concentraci¨®n como el alcanzado en Nebbia o en la d'annunziana O falce di luna (Oh hoz de luna), as¨ª como en el madrigal de Luigi Denza 0 begli occhi di fata. Otros dos registros admirables de Jos¨¦ Carreras, el franc¨¦s y el espa?ol, representado por tres preciosas melod¨ªas de Massenet y las siete canciones populares de Manuel de Falla. A trav¨¦s de una perfecta dicci¨®n, Carreras trenz¨® el tr¨¦mulo melodismo del autor de Werther, su po¨¦tica sugerente y de suaves coloraciones.
Frente a Falla -un autor con el que se present¨®, todav¨ªa ni?o, Jos¨¦ Carreras al cantar la parte de Trujam¨¢n del Retablo de Maese Pedro-, el tenor catal¨¢n busca y encuentra el popularismo trascendido desde los viejos cancioneros a la expresi¨®n universal.
Como el trabajo del compositor gaditano consisti¨® en un proceso depurador de la llamada por Pedrel "m¨²sica natural", su int¨¦rprete realiza en sus versiones la misma transformaci¨®n, sin por ello desarraigar pentagramas tan honda y decisivamente espa?oles como los de la jota, la asturiana o el polo. Con las propinas teatrales -¨®pera y zarzuela-, Jos¨¦ Carreras elev¨® al m¨¢ximo el clima de entusiasmo: la plaza Porticada era una pura y ferviente aclamaci¨®n.
El recital de Jos¨¦ Carreras nos ha mostrado a una de las grandes voces de la escuela espa?ola en el momento m¨¢s alto de sus facultades y de su madurez musical. Que esta es otra de las grandes virtudes de Carreras: pone cuanto tiene y sabe al m¨¢s hondo servicio de la m¨¢s rigurosa y exigente musicalidad.
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