Desbarajuste
Antes de las 8 horas de la ma?ana periodistas de diversos medios informativos, algunos extranjeros, empezaron a ocupar el vest¨ªbulo de la cl¨ªnica del Pilar, a la espera de que alguien fuera informando regularmente de c¨®mo se desarrollaba la intervenci¨®n quir¨²rgica a Salvador Dal¨ª. Pero este servicio ni se supo prever ni se supo improvisar, y su ausencia contribuy¨® a la creaci¨®n de un ambiente de desbarajuste en el centro, ya que los datos que no se facilitaban ordenadamente fueron perseguidos por otros cauces.Poco antes de las nueve, una aparici¨®n del abogado Miguel Dom¨¦nech, que hab¨ªa sido el permanente contacto con los medios de comunicaci¨®n a lo largo de la semana, sirvi¨® para que los reporteros se enteraran de que a las 8.30 horas Dal¨ª hab¨ªa sido anestesiado y transportado al quir¨®fano. A partir ah¨ª un gran silencio informativo bloque¨® todas las supuestas fuentes hasta derivar, al cabo de tres horas, en la m¨¢s ins¨®lita de las situaciones period¨ªsticas y hospitalarias de Barcelona. Hay que tener en cuenta que all¨ª hab¨ªa alrededor de 100 periodistas con sus respectivos equipos gr¨¢ficos y sonoros.
Quienes buscaban im¨¢genes subieron en masa a la cuarta. planta para poder fotografiar la entonces vac¨ªa habitaci¨®n de Dal¨ª. Las enfermeras del centro, con la espectacular ayuda de unos presuntos mossos d'esquadra sin uniforme, frenaron el prop¨®sito alegando que la habitaci¨®n estaba siendo desinfectada y esterilizada. Una vez devueltos a la planta baja, los reporteros intentaron captar las im¨¢genes de lo que suced¨ªa en los s¨®tanos, donde se encuentran los quir¨®fanos y las unidades de cuidados intensivos, pero los mismos oponentes de antes abortaron el intento.
Mientras los periodistas de la Prensa escrita manten¨ªan m¨ªnimamente sus esperanzas de recoger noticias antes de cerrar sus ediciones de tarde, no suced¨ªa lo mismo con radiofonistas y locutores de televisi¨®n, quienes tem¨ªan tener que entrar en antena sin poder ofrecer absolutamente ning¨²n dato. Cada uno de ellos corr¨ªa en busca de un posible informador, abordando tanto a los m¨¦dicos que iban a controlar un parto (la especialidad de la cl¨ªnica del Pilar), al alcalde de Figueres, Mari¨¢ Llorca, que pasaba por all¨ª, o al exdirector general de Patrimonio Art¨ªstico de la Generalitat, Jordi Bonet, que no sab¨ªa nada porque acaba de llegar de su despacho.
Los m¨¢s agresivos manifestaban haber descubierto mucho antes de hora a alguno de los operadores con cara de satisfacci¨®n o de desesperanza -todo era posible- saliendo del quir¨®fano. Otros aseguraban que un invisible Miguel Dom¨¦nech hab¨ªa confirmado poco despu¨¦s de las 12 que Dal¨ª ya estaba de nuevo en su habitaci¨®n. Media hora m¨¢s tarde los enterados se?alaban que Dal¨ª hab¨ªa sido reenviado al quir¨®fano y que se tem¨ªa lo peor.
Todas estas conjeturas se convirtieron en afirmaciones a la opini¨®n p¨²blica desde el momento en que los locutores de algunas emisoras empezaron a dar fe de su presencia en el acontecimiento desde el ¨²nico tel¨¦fono p¨²blico utilizable de la mencionada. cl¨ªnica. Sus voces, altas para que se les oyera desde sus emisoras lograron congregar a las abuelas que acababan de tener hermos¨ªsimos nietos, aunque resultaban mucho menos agr adables para otros reci¨¦n operados, m¨¢s an¨®nimos que Dal¨ª, ubicados cerca de all¨ª y molestos por el mercado informativo que les rodeaba.
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