Tom Bradley
El alcalde de Los Angeles est¨¢ en Barcelona para explicar los efectos de la celebraci¨®n de los Juegos Ol¨ªmpicos en su ciudad
Su imagen ondeando la bandera ol¨ªmpica dio la vuelta al mundo el pasado 28 de julio. M¨¢s de 2.500 millones de telespectadores pudieron comprobar en directo la excitaci¨®n del alcalde de Los ?ngeles al protagonizar aquel momento. Unos segundos que hab¨ªa esperado durante 11 a?os. Tom Bradley, un hombret¨®n de casi dos, metros de altura, ex teniente de la polic¨ªa californiana, abogado y desde el a?o 1973 primer alcalde negro de Los ?ngeles, se ha convertido ahora, a la espera de decidir si se presenta o no a la reelecci¨®n el pr¨®ximo a?o, en adalid de la iniciativa privada como motor del olimpismo.
Tom Bradley- fue durante 21 a?os agente de polic¨ªa -cuerpo en el que alcanz¨® el grado de teniente-, estudiante de Derecho en la Universidad de UCLA y atleta discreto en la especialidad de los 400 metros. Posteriormente ejerci¨® 10 a?os como concejal, y finalmente alcanz¨® la alcald¨ªa, lo que le permiti¨® ser protagonista de un momento inolvidable en su vida, porque a pesar de la satisfacci¨®n que le produce el que sus conciudadanos lo paren por la calle y le pregunten si es posible organizar otros Juegos Ol¨ªmpicos "la semana que viene", Tom Bradley es consciente de que aquellos segundos hist¨®ricos son irrepetibles para ¨¦l. Con concisi¨®n, utiliza tres palabras para definir aquel momento en que el espa?ol Juan Antonio Samaranch, presidente del Comit¨¦ Ol¨ªmpico Internacional (COI), le entreg¨® la bandera de los anillos ol¨ªmpicos: orgullo, alegr¨ªa y excitaci¨®n.Confiesa que desde el primer momento de su primer mandato como alcalde -ahora est¨¢ acabando su tercer per¨ªodo cuatrienal- su gran obsesi¨®n fue la organizaci¨®n de unos Juegos Ol¨ªmpicos. Ahora que ya son historia se muestra muy satisfecho del resultado. "No han existido grandes problemas, ni siquiera en cuestiones de seguridad", afirma. Tampoco tuvo que embarcar a su Administraci¨®n en grandes proyectos. La organizaci¨®n qued¨® en manos privadas "y tuvimos la suerte de que la ciudad no necesitaba de grandes obras de infraestructura". A pesar de todo, recuerda las mejoras materiales que los Juegos han legado "a las pr¨®ximas generaciones": modernizaci¨®n del Coliseum, nueva piscina, un campo de tiro, un vel¨®dromo, etc¨¦tera.
Sin embargo, el alcalde de la ¨²ltima sede de unos Juegos de verano, un militante del Partido Dem¨®crata con cierta fama de progresista, acumulada especialmente antes de hacerse cargo de la alcald¨ªa, prefiere hablar de las consecuencias a largo plazo de la efem¨¦rides, de la imagen que su ciudad dio al mundo y de "las implicaciones publi¨¦itarias y patri¨®ticas, que no se deben menospreciar". S¨®lo cuando habla del "movimiento de orgullo y patriotismo" desencadenado por la cita ol¨ªmpica entre los californianos, su rostro abandona la seriedad que le carateriza. Resalta lo positivo de estos sentimientos y niega que tenga nada que ver con el chovinismo. Elogia el entusiasmo de sus conciudadanos para llevar a buen puerto la organizaci¨®n de los Juegos, que atribuye en buena medida a una reacci¨®n popular ante la noticia del boicoteo sovi¨¦tico, y est¨¢ seguro de que los efectos se constatar¨¢n a largo t¨¦rmino.
En Barcelona va a encontrarse con los sovi¨¦ticos, en el marco de un seminario sobre repercusiones metropolitanas de las Olimpiadas. Es la primera etapa de un viaje que a¨²n no tiene definitivamente programado por todas las ciudades candidatas a los Juegos de 1992, aunque lo que s¨ª tiene decidido es que su experiencia debe estar al servicio de todos los que tengan inter¨¦s en conocerla. Poco amigo de dar consejos, tiene uno que dar a Barcelona: "Me animo a recomendarles que consideren la posibilidad de dejar a la iniciativa privada la organizaci¨®n de los Juegos". "Aunque son muy libres de hacerlo como quieran", a?ade.
Bradley puede hacer un balance de 3.300 millones de d¨®lares, (m¨¢s de medio bill¨®n de pesetas) invertidos en tomo a los Juegos de Los ?ngeles, de casi 70.000 puestos de trabajo generados y de la inversi¨®n de futuro que representan las miles de horas durante las que su ciudad ocup¨® la programaci¨®n de todas las televisiones del mundo.
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