Euforia en la bolsa
UNO DE los s¨ªntomas cl¨¢sicos en los sistemas occidentales de la salud de su econom¨ªa suele ser el term¨®metro burs¨¢til, aunque conviene eliminar el simplismo en el que muchas veces se cay¨® en el pasado -cuando el sistema financiero era mucho menos sofisticado que ahora y el sistema pol¨ªtico menos transparente- de se?alar a la bolsa como elemento determinante o prof¨¦tico del devenir econ¨®mico de un pa¨ªs. Desde hace poco tiempo, el mercado burs¨¢til espa?ol est¨¢ volviendo a conquistar el protagonismo informativo que hab¨ªa perdido durante la crisis econ¨®mica de los a?os setenta. Ahora, la recuperaci¨®n en la cotizaci¨®n de las acciones de la Compa?¨ªa Telef¨®nica parece convertirse en el s¨ªmbolo del renacimiento de este mercado.En los seis primeros meses de este a?o, la negociaci¨®n en la Bolsa de Madrid, por poner el ejemplo m¨¢s significativo, alcanz¨® 386.868 millones de pesetas, lo que supone un incremento superior al 164% respecto al mismo per¨ªodo de 1983 y un 11,1% respecto a la contrataci¨®n registrada durante todo el a?o pasado. De esa cifra, sin embargo, la contrataci¨®n de acciones -la actividad tradicional de la bolsa- ¨²nicamente alcanz¨® 102.783 millones de pesetas, que, frente a los 69.000 millones negociados en los seis primeros meses de 1983 representan un incremento mucho m¨¢s modesto.
Este hecho parece demostrar que la importancia de los nuevos activos con los que se ha enriquecido el sistema financiero espa?ol a lo largo de los ¨²ltimos a?os -pagar¨¦s de empresa o del Tesoro, letras, etc¨¦tera- est¨¢ restando significaci¨®n relativa al mercado de acciones. Esa parvedad en la compra y venta de acciones empresariales dificulta el acceso al mercado de capitales, a trav¨¦s de nuevas emisiones, de aquellas sociedades que necesitan dinero fresco para acometer planes de inversi¨®n. La creaci¨®n de nuevos puestos de trabajo y el aumento de la riqueza del pa¨ªs dependen, finalmente, de que este mecanismo est¨¦ bien engrasado.
Durante los a?os de crisis burs¨¢til, desde mediados de los setenta, cuando los inversores vieron descender el precio de los t¨ªtulos comprados -en los ¨²ltimos 10 a?os la bolsa perdi¨® un 70% en t¨¦rminos nominales y un 90% en t¨¦rminos reales-, la captaci¨®n de recursos ajenos oblig¨® a los responsables de las sociedades a buscar otras v¨ªas para asegurar sus necesidades financieras. El incremento de la dependencia de los cr¨¦ditos bancarios ha supuesto el paulatino encarecimiento de esta financiaci¨®n. Cuando no se acudi¨® a esta v¨ªa, los acuerdos de compras con grupos extranjeros han servido para que entidades bancarias, industriales y de servicios hayan pasado a depender del control de centros decisorios de m¨¢s all¨¢ de nuestras fronteras.
En este per¨ªodo, los est¨ªmulos para que los inversores dirigieran sus ahorros hacia la renta variable no existieron pr¨¢cticamente, y cuando, ya dentro del Gobierno socialista, los niveles de inflaci¨®n permitieron augurar alguna mejora sensible, los incentivos fiscales fueron recortados, tendencia que ahora parece querer ser enmendada mediante un tratamiento m¨¢s favorable. En todos los pa¨ªses de econom¨ªa de mercado la inversi¨®n-riesgo recibe tradicionalmente una serie de est¨ªmulos que sir ven para acometer el reto de la introducci¨®n de las nuevas tecnolog¨ªas. De este juego no s¨®lo depende el empleo a nivel inmediato, sino en el futuro, ya que las empresas descapitalizadas se convierten en obsoletas y acaban por desaparecer. La empresa espa?ola ha sufrido en su carne la cruda realidad de este proceso.
En muchos momentos del pasado inmediato, la bolsa fue utilizada pol¨ªticamente como un escaparate a ense?ar cuando los problemas no se arreglaban, o cuando interesaba ofrecer una imagen de confianza en unos per¨ªodos determinados. En estos momentos se corre el peligro de la misma tentaci¨®n de sensacionalismo, aunque el boom que vive el mercado burs¨¢til tiene su parte de responsabilidad t¨¦cnica. No hay que olvidar que los precios de muchas empresas est¨¢n muy por debajo de su valor real, al tiempo que el descenso de los tipos de inter¨¦s, y, consiguientemente, de la retribuci¨®n de pasivos bancarios y de otros activos financieros, permite a los ahorradores obtener unas rentabilidades muy apetecibles, con valores medios que oscilan entre 70% y 45% desde principios de a?o. Pero, asimismo, las manos del Gobierno intervienen a trav¨¦s de las sociedades p¨²blicas o incluso mediante sus orientaciones a aquellos sectores que se, encuentran en reconversi¨®n, muy sensibles a cualquier recomendaci¨®n oficial.
As¨ª pues, hay que relativizar el optimismo desbordante de algunos analistas oficiales que identifican mec¨¢nicamente la recuperaci¨®n burs¨¢til con la buena marcha de la econom¨ªa general. En la coyuntura espa?ola hay claroscuros suficientes (el ¨ªndice de precios al consumo del mes de agosto est¨¢ al caer y no se espera nada bueno de ¨¦l) como para no lanzar ninguna campana definitiva al vuelo.
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