"No nos vamos a tragar el decreto"

La Administraci¨®n no va a reducir las exigencias en materia de seguridad del transporte escolar, seg¨²n manifest¨® ayer a EL PA?S el director general de Transportes Terrestres, Manuel Panadero. "No nos vamos a tragar el decreto", a?adi¨® el alto funcionario, "tal y como ha venido sucediendo en el pasado con disposiciones ministeriales precedentes relativas a la misma cuesti¨®n de la seguridad en el transporte escolar".Las asociaciones de transportistas ANETRA y AGAPYMET exigen el aplazamiento de la entrada en vigor del decreto 2.296/1983, de 23 de agosto, sobre tr¨¢fico y circulaci¨®n de veh¨ªculos escolares y de menores, y, en este sentido, el mantenimiento de la vigencia de la normativa sobre obligatoriedad del acompa?ante. Para estas asociaciones, la figura del acompa?ante -que en la nueva normativa ya no es obligatoria, sino que tiene car¨¢cter opcional- es m¨¢s importante y hasta decisiva para una mayor garant¨ªa de la seguridad de los menores transportados.

La Administraci¨®n central, que no comparte este punto de vista, no tiene intenci¨®n de prorrogar la vigencia de la normativa anterior, tal y como ya hizo el curso pasado, precisamente a petici¨®n de las mismas organizaciones empresariales.

El criterio de la Administraci¨®n es que, aunque no haya acompa?ante en el autob¨²s, un ni?o no se cae por la ventanilla si ¨¦sta, como establece el decreto en cuesti¨®n, no puede abrirse m¨¢s que en una tercera parte, y tampoco puede un escolar intentar entrar o salir del veh¨ªculo en marcha si las puertas funcionan con los dispositivos autom¨¢ticos que ahora se exigen, que suponen la apertura y cierre controlados ¨²nicamente por el conductor y el bloqueo de la marcha si alguna puerta est¨¢ abierta.

El hacer frente a los gastos que comporta la incorporaci¨®n de todas estas medidas t¨¦cnicas (entre 150.000 y 300.000 pesetas, seg¨²n la antig¨¹edad del veh¨ªculo) se encuentra en la base de la protesta de los transportistas. Pero Manuel Panadero cree que la insistencia en la necesidad del acompa?ante "esconde a duras penas el deseo de mantener un rentable negocio subsidiario". Seg¨²n el director general, algunos transportistas se beneficiaban de una parte del dinero que la Administraci¨®n les pagaba por este concepto contratando los servicios de los acompa?antes por la tercera o cuarta parte de dicha cantidad, que ¨²ltimamente era de 2.000 pesetas por d¨ªa.