?Que viene Berstein!
El anuncio de la actuaci¨®n en el teatro Real de Leonard Bernstein con la Filarm¨®nica de Viena para clausurar el I Festival de Oto?o de la Comunidad madrile?a el pr¨®ximo 30 de octubre ha supuesto el primer gran movimiento de la crecida minor¨ªa de los mel¨®manos de Madrid.Cuentan que un c¨¦lebre pianista dijo, sin duda en su d¨ªa ir¨®nico, que Berstein era (A mejor compositor entre todos los pianistas, el mejor pianista entre todos los directores y el mejor director entre todos los compositores... No deja de ser un buen retrato afor¨ªstico de esta personalidad singular, y cuanto, pueda haber en la frase de suavemente peyorativo tampoco impresiona demasiado a los aficionados que lo mantienen encumbrado. Incluso aquellos que lo consideran como t¨ªpico producto made in USA -y aqu¨ª el matiz peyorativo sobrenada m¨¢s - aceptan, como s¨ªntoma legitimatorio de que algo hay en Bernstein, hechos como el indisimulado gozo de la Filarm¨®nica de Viena cuando trabaja con ¨¦l y la frecuencia con que esto sucede.
El artista Bernstein se ha hecho d¨ªa a d¨ªa tocando al piano Mozart o Gershiwin; dirigiendo Beethoven, Verdi, Mahiler o Stravinski; componiendo espl¨¦ndidas partituras para el concierto, el cine, el teatro, o el templo.
El mito Bemstein en buena medida se ha hecho en TVE -merced a series de programas con excepcional juntura de categor¨ªas musicales, pedag¨®gicas y divulgativas.
?A todo el mundo, dije? Pues, no. El disfrute de la reciente y espl¨¦ndida producci¨®n de Unitel con el ciclo completo de las Sinfon¨ªas de Beethoven interpretadas por la Filarm¨®nica de: Viena y Leonard Bernstein, comentadas una a una con autoridad y estudiado enfoque divulgativo, nos ha sido negado a los espa?oles.
Jueves a jueves, miles de v¨ªdeos preparados con fruici¨®n - se habr¨¢n visto frustrados y miles de aficionados habr¨¢n constatado con indignaci¨®n hasta qu¨¦ punto ,puede. llegar la chapuza en TVE cuando de servir a la gran m¨²sica se trata. El hecho es bien conocido: vemos el programa, pero no hay manera de escuchar la m¨²sica. Un sonido que en origen es magn¨ªfico, seg¨²n puede comprobarse en la publicaci¨®n discogr¨¢fica de estas mismas tomas, nos llega a trav¨¦s de TVE-2 entrecortado, con altibajos inadmisibles.
Ante la evidencia del hecho, incluso denunciado en esta secci¨®n por Eduardo Haro tras la primera emisi¨®n de la serie, todos esper¨¢bamos que se deshiciera el entuerto. Hemos esperado en vano. No cabe mayor desaprovechamiento de un material tan extraordinario. No cabe mayor desatenci¨®n a muchos telespectadores ni m¨¢s eficaz gesti¨®n para ahuyentar de la m¨²sica a una audiencia ocasional no menos considerable.
Personalmente, tengo bien asumido lo que la m¨²sica es en nuestro pa¨ªs, y aunque, modestamente, me cuento entre los que luchamos por potenciarla, no voy a aspirar ut¨®picamente a que nuestra TVE atendiera a este arte en la cantidad y en la forma en que no tendr¨ªa m¨¢s remedio que hacerlo si la demanda fuera mayor. Pero lo que se hace es exigible que se haga bien. Es absurdo pensar que alguien, en TVE, se haya empe?ado en deteriorar el producto, pero tan impensable como esto resulta imaginar la emisi¨®n, con similares grados de deficiencia e incluso con menos, de un episodio de Flamingo Road o de cualquier telenovela de sobremesa. Si los v¨ªdeos no estaban en condiciones t¨¦cnicas admisibles recursos hay para solicitar nuevas copias, para aplazar la emisi¨®n e incluso para suspenderla dando las debidas explicaciones. Pero, ?qu¨¦ importa, si al fin y al cabo solamente se trata de m¨²sica de Beethoven? Y esto es lo que irrita: no ya los imponderables t¨¦cnicos, ni la incompetencia de los encargados del visionado previo si pasaron por alto la circunstancia, ni siquiera la frivolidad de los programadores si esa deficiencia fue advertida. Estamos ya acostumbrados a todo, menos al desprecio de TVE hacia la m¨²sica que subyace en todo esto. Sencillamente, por agravio comparativo.
Los ejemplos podr¨ªan multiplicarse, y no afectan s¨®lo a los programas musicales. En el telediario de las nueve de la noche del pasado domingo, d¨ªa 16, se nos ofrecieron dos perlas que abundan en lo mismo. Bajo las im¨¢genes de una ceremonia nupcial seg¨²n el rito sefard¨ª, la presentadora ley¨® el texto de la noticia comentando que, durante la boda, un coro enton¨® c¨¢nticos sefard¨ªes: el reportaje deparaba mucho tiempo oportuno para ese comentario, pero se hizo -?tambi¨¦n es mala suerte!- mientras el susodicho coro interpretaba una versi¨®n dom¨¦stica de la Oda a la alegr¨ªa de la Novena sinfon¨ªa beethoveniana. Y como cierre del mismo telediario, la presentadora anunci¨® que, a prop¨®sito de la conmemoraci¨®n del IV centenario de la terminaci¨®n de las obras de El Escorial, ¨ªbamos a escuchar m¨²sica de Vangelis -s¨ª, de Vangelis- ilustrando unas bellas im¨¢genes del monasterio. Cuatro siglos se llevan de m¨²sica hecha en y sobre El Escorial, pero el montador de turno no encontr¨® nada m¨¢s ad hoc que una r¨¢faga del ilustre autor de Carros de fuego, y al redactor le pareci¨® conveniente explicitar la ocurrencia. ?Qu¨¦ se le va a hacer! Estas l¨ªneas pretenden, con la beat¨ªfica resignaci¨®n de quien sabe que clama en el desierto, sugerir a los programadores de la serie Bernstein-Beethoven hagan cuanto est¨¦ en sus manos para desagraviar a los mel¨®manos con la emisi¨®n, el pr¨®ximo d¨ªa 27, de una Novena sinfon¨ªa en condiciones de ser escuchada, y proponer humildemente que se considere la posibilidad de reponer pr¨®ximamente el ciclo tal y como fue grabado, no con el sonido hecho trizas.
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