El futuro de la izquierda
Con sospechosa frecuencia, que parece encerrar el prop¨®sito de inducir t¨®picos, vienen lanz¨¢ndose contra los comunistas acusaciones del tipo "el PCE trata de conseguir en la calle lo que le han negado en las urnas" o "la protesta de masas que el PCE impulsa es desestabilizadora". Hemos llegado incluso a leer singulares comparaciones con episodios de los a?os treinta.Frente a ello cabe reiterar la com¨²n verdad de que la participaci¨®n p¨²blica de los ciudadanos, la movilizaci¨®n responsable, c¨ªvica y pac¨ªfica de los mismos, es no s¨®lo un derecho constitucional, sino tambi¨¦n un componente imprescindible de la democracia, sin la cual ¨¦sta carece de vitalidad. En un pa¨ªs como el nuestro, con escaso rodaje democr¨¢tico, donde la afiliaci¨®n a los partidos e incluso a los sindicatos es muy baja, donde apenas se lee Prensa de partidos, donde el tejido asociativo en general es d¨¦bil... y donde, por contra, el poder f¨¢ctico, cultural e institucional, del viejo r¨¦gimen es a¨²n enorme, la articulaci¨®n y la dinamizaci¨®n de la sociedad civil adquieren particular vigencia y progresividad.
As¨ª pues, si el PCE, contribuye hoy, consciente y rigurosamente, a esto, no lo hace como resultado de ninguna radicalizaci¨®n, de ning¨²n escapismo demag¨®gico. A esta com¨²n verdad se une otra: no es el PCE el que se ha radicalizado; son el Gobierno y el PSOE quienes han girado hacia la derecha de un modo radical.
No hay ni creaci¨®n de empleo, ni mantenimiento del poder adquisitivo, ni mejora de las pensiones, ni jubilaciones a los 64 a?os, sino todo lo contrario; tampoco la salida de la OTAN ni una pol¨ªtica exterior de autonom¨ªa y de paz. Tampoco la afirmaci¨®n de la televisi¨®n p¨²blica, la unificaci¨®n de los cuerpos policiales o la desmilitarizaci¨®n de la Guardia Civil.
No hay un desarrollo legislativo aceptable para una perspectiva de progreso en una Espa?a en la que son recientes todav¨ªa 40 a?os de r¨¦gimen dictatorial. No se han remitido al Congreso de los Diputados a¨²n leyes tan importantes como las del C¨®digo Penal, el C¨®digo de Justicia Militar, la ley de Sanidad, la ley del Consejo Econ¨®mico y Social, la ley del Jurado, la ley org¨¢nica de Unificaci¨®n Policial o el Estatuto de la Funci¨®n P¨²blica.
Una ilusi¨®n colectiva
El fraude a las promesas electorales -inclus¨® de aquellas que requieren s¨®lo voluntad pol¨ªtica- trunca las esperanzas de millones de espa?oles que albergaron una gran ilusi¨®n colectiva el 28 de octubre y que ahora comprueban que la izquierda puede enga?ar como la derecha, que los comportamientos en las pr¨¢cticas pol¨ªticas son los mismos e incluso que sigue habiendo clientelismo, enchufismo, cuando no indicios de corrupci¨®n. Y ello conduce no ya al desprestigio del PSOE, sino al descr¨¦dito de la izquierda en su conjunto; la conclusi¨®n que se generaliza es la que muy a menudo se escucha en la calle: "Todos son iguales".?ste es el motivo por el que nosotros hemos pedido una urgente clarificaci¨®n de las acusaciones que apuntan a una posible canalizaci¨®n ilegal de fondos p¨²blicos hacia el PSOE, porque puede comprometer una parte irrenunciable del patrimonio moral de la izquierda.
En el orden econ¨®mico y social, el Gobierno parece haber renunciado a crear las condiciones para un nuevo proyecto de vida que afronte las consecuencias de la revoluci¨®n cient¨ªfico-t¨¦cnica en curso con una visi¨®n progresiva, sin aceptar el paro masivo con una fatalidad inevitable, superando la brutal marginaci¨®n en que se ve sumida la juventud, la discriminaci¨®n legal y, cultural que sufre la mujer; que favorezca los valores de una cultura pacifista y ecologista, que d¨¦ lugar a un sistema de mayor participaci¨®n. Acorde con esto, la opci¨®n exterior responde al simplista esquema de que hay que estar con los norteamericanos o con los sovi¨¦ticos, como si el destino de la humanidad estuviera inevitablemente abocado a la confrontaci¨®n permanente y como si estuviera cerrada toda expectativa esperanzadora.,
El mundo de la cultura est¨¢ sometido a una continua presi¨®n, no exenta de ¨¦xito en algunos casos, para sustraerle su funci¨®n social de ser factor cr¨ªtico permanente, creador constante de ideas. Lejos de estimular que las energ¨ªas intelectuales y art¨ªsticas se desplieguen en favor del fortalecimiento te¨®rico y moral de la izquierda, se las concibe y constri?e en t¨¦rminos de mero sost¨¦n del Gobierno. Y quien no comulgue con esta concepci¨®n funcionarial de la cultura conoce dificultades discriminatorias.
En lugar de convertir los medios p¨²blicos de informaci¨®n en foro de pluralidad y de debate, se los empuja a manos privadas.
Pero quiz¨¢ lo que mejor refleje la renuncia del PSOE a cualquier proyecto de cambio, es ese empe?o permanente en transmitir un mensaje de pasividad y de desmovilizaci¨®n; esa pol¨ªtica deliberada de negar todo protagonismo a la sociedad civil, de concebir toda la actividad pol¨ªtica desde el Estado. Hace escasos d¨ªas se celebraba en Madrid un acto de solidaridad con Chile apoyado por todas las fuerzas parlamentarias, excepto AP. Pues fue la voluntad del PSOE la que determin¨® que ¨¦ste se hiciera en un local insuficiente y que para entrar en el mismo hubiera que entregar la invitaci¨®n correspondiente. Es s¨®lo un ejemplo que ilustra toda una concepci¨®n pol¨ªtica y estrat¨¦gica, toda una pr¨¢ctica que reh¨²ye el contacto con la sociedad.
Todo pretende reducirse al ¨¢mbito institucional, lo que deriva inevitablemente en un empobrecimiento de la vida institucional. En virtud de un juego bipartidista seg¨²n el cual no hay m¨¢s oposici¨®n que la de Fraga (y ¨¦ste no puede combatir a fondo coherentemente la pol¨ªtica internacional y la pol¨ªtica econ¨®mica del Gobierno porque se asemejan cada vez m¨¢s a la suya), el Congreso de los Diputados se ha convertido en un escenario triste que poco interesa a la opini¨®n p¨²blica.
Se quiere reducir a la sociedad civil a mero espectador con la sola funci¨®n de votar una vez cada cuatro a?os. Eso s¨ª, ofreciendo opciones claras: o Felipe o Fraga, con el mensaje de que cualquier otro voto "no es ¨²til".
El af¨¢n, por lo dem¨¢s extremadamente partidista, en llenar todas las instancias de la Administraci¨®n con adherentes y amigos no sienta bases para un proyecto de futuro. Un partido institucional omnipotente y estable, un PRI a la espa?ola, no es posible en Espa?a, dada la movilidad electoral de nuestro pa¨ªs, y no ser¨¢ posible nunca, si no es como una fuerza de derecha.
Lo que sienta bases para un nuevo proyecto de vida es el impulso de legislaciones progresistas que den mayores derechos y generen nuevas costumbres; el fortalecimiento de los sindicatos de la pluralidad de partidos; el desarrollo de los movimientos sociales, c¨ªvicos y culturales aut¨®nomos; la afirmaci¨®n de una tercera v¨ªa en Europa de paz, desarme y distensi¨®n; la oferta de una nueva ¨¦tica pol¨ªtica en los hechos, y no s¨®lo en palabras cada vez m¨¢s vac¨ªas.
Generar ilusi¨®n
Lo que fortalece a la izquierda es su capacidad de generar ilusi¨®n, expectativa y participaci¨®n entre la juventud y entre los 11 millones de espa?oles que se pronunciaron por el cambio. Y ello exige propuestas nuevas, imaginativas, orientadas a dar respuesta a la crisis de civilizaci¨®n. No es f¨¢cil, obviamente, pero es imposible desde la acomodaci¨®n a lo establecido y a los poderes f¨¢cticos.No hay ilusi¨®n que valga si se renuncia a un nuevo proyecto de vida y a algo m¨¢s perentorio: a la lucha contra la carest¨ªa de la vida, a la defensa del poder adquisitivo, al mejoramiento de las pensiones, a una mayor cobertura de las necesidades sociales, a la creaci¨®n de empleo.
El desaf¨ªo al que nos enfrentamos todos, dentro o fuera de los partidos pol¨ªticos -de quienes compartimos ideas de izquierda y aspiramos a un futuro de progreso y de paz-, es romper esa din¨¢mica esterilizante, destructora.
La cr¨ªtica y el debate de ideas, la participaci¨®n ciudadana, la movilizaci¨®n de masas, estas se?as de identidad hist¨®ricas de la izquierda, deben ser los catalizadores de ese desbloqueo, adem¨¢s de factores de vitalidad democr¨¢tica. La pasividad, la resignaci¨®n y la impotencia son, por el contrario, el caldo de cultivo de la derecha, de una derecha que, como vemos en Fraga, cada d¨ªa se siente m¨¢s iluminada por la nueva doctrina de Reagan.
No, no hay actitudes maximalistas en el PCE ni oportunismos o ligerezas en nuestra cr¨ªtica al PSOE. El problema es m¨¢s serio. Asistimos a un proceso que puede terminar incapacitando hist¨®ricamente a la izquierda. Y para evitarlo es necesaria una alternativa pol¨ªtica. De ah¨ª nuestro empe?o en que se abra camino una pol¨ªtica alternativa. A ello va a estar dedicada la actividad del PCE en el pr¨®ximo per¨ªodo.
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