Correo
Esos tipos del correo ya pod¨ªan dedicarse a otra cosa, quiz¨¢ m¨¢s lenta.Es in¨²til hacer c¨¢lculos indulgentes sobre el ritmo de la comunicaci¨®n moderna. El servicio postal destruye todos los pron¨®sticos sobre la velocidad del tren, del avi¨®n o de la mula. Y es asombroso que ni una sola vez se presenten ante la sociedad y pidan disculpas o bien directamente se expongan al castigo p¨²blico. Por dilaciones o negligencias mucho menos clamorosas y no tan contumaces a cualquiera nos habr¨ªan echado del trabajo. Y ni hace falta decir que empezando por el director de la compa?¨ªa.
Deben de ser muy poderosos, a la vez que indolentes, estos tipos responsables del servicio postal. A cualquier otra persona se le habr¨ªa roto ya el coraz¨®n con la cantidad de desaguisados, profesionales, o sentimentales, que han provocado. Pero ya se ve que no s¨®lo parecen ajenos a esta sevicia, llam¨¦mosle en parte espiritual, sino que siguen impert¨¦rritos pese al notable despilfarro que su gesti¨®n conlleva.
Nadie puede confiar en que la carta, sea cual sea la distancia, se reciba en un tiempo razonable pero adem¨¢s como no siempre llega con el mismo retraso se ve que hay una maniobra impl¨ªcita de una tremenda malicia para acentuar la inseguridad. Servicios privados de recaderos interurbanos o internacionales, telegramas, llamadas telef¨®nicas, todo el caudal de dinero que por ah¨ª se desv¨ªa es la suma del temor y la desconfianza que siembra esa organizaci¨®n.
Sus miembros pueden parecer calmos y silenciosos, despaciosos sobre todo. Pero son el terror. F¨ªjense que consiguen que todav¨ªa paguemos incluso el importe del franqueo. D¨®ciles como s¨²bditos que dan su ¨®bolo para mantener as¨ª la seguridad de que continuar¨¢n siendo eternamente martirizados. Es desde luego muy raro lo que pasa y no se entiende c¨®mo el Gobierno -o los gobiernos- dan tan poco valor a esta extorsi¨®n diaria. Pero es probable que los gobernantes, con motoristas, telex, valijas y helic¨®pteros puerta a puerta se hayan olvidado, como algunos otros, de lo que es una carta.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.