La ¨®pera regresa de nuevo al cine
CarmenDirector: Francesco Rosi
Gui¨®n y adaptaci¨®n: Rosi y Tonino Guerra, seg¨²n la ¨®pera de Bizet y el relato de Merim¨¦e.
Coreograf¨ªa: Antonio Gades, con la Orquesta Nacional de Francia, coros y escolan¨ªa de Radio France. Fotograf¨ªa: Pasqualino de Santis. Int¨¦rpretes: Julia Migenes-Johnson, Pl¨¢cido Domingo, Ruggero Laimondi, Faith Esham.
?pera cinematogr¨¢fica francoitaliana, 1983.
Local de estreno: Palacio de la M¨²sica.
Son tantas las versiones cinematogr¨¢ficas de Carmen, que m¨¢s de esperar sorpresas en su desarrollo cabe distinguir la peculiar manera con que cada director contempla la trayectoria de esta gitana ardiente que ama a los hombres sin hipotecar su libertad. Casi desde el inicio de la historia del cine comenz¨® a ser Carmen un personaje habitual en las pantallas. No ha dejado de serlo, y bien para defender su libertad (Carmen, de Saura), bien para atacarla (Carmen la de Ronda), bien disminuy¨¦ndola (Carmen la de Triana), utiliz¨¢ndola para fines paralelos (Carmen Jones) o llev¨¢ndola al paroxismo (la interpretaci¨®n de Theda Bara), ha sido vista desde las m¨¢s opuestas tendencias.
Fuertes rasgos teatrales
Chaplin, Lubistch, Preminger, Cecil B. de Mille, Godard, entre los directores, y Rita Hayworth, Pola Negri, Raquel Meller, Imperio Argentina, Sara Montiel, Dolores del R¨ªo, Nin¨ª Marshall, entre las actrices, son algunos de los nombres que se vinculan al cine sobre Carmen. El paso del tiempo y la situaci¨®n precisa de cada pa¨ªs en cada momento han marcado la evoluci¨®n de esa mujer "con ojos de lobo" que enloquece de celos a su enamorado Don Jos¨¦.
Francesco Rosi ha optado por filmar directamente la ¨®pera de Bizet y atenerse en lo fundamental a su versi¨®n. Ha respetado el car¨¢cter teatral de la ¨®pera a pesar de localizar su acci¨®n en escenarios naturales: la iluminaci¨®n de Pasqualino de Santis fuerza la convenci¨®n esc¨¦nica, aclarada previamente en la ordenaci¨®n y movimiento de los actores, en la llamada puesta en ascena. Si bien Rosi se aleja en ocasiones de este concepto teatral, muy especialmente en los dos primeros actos, cuando, aprovechando oberturas o interludios pasea su c¨¢mara con un af¨¢n de reconstrucci¨®n documental por la Espa?a del pasado siglo, las partes esenciales de la historia aparecen trazadas con fuertes rasgos teatrales.
Conocedor del oscurantismo espa?ol (aqu¨ª rod¨® su espl¨¦ndida El momento de la verdad), este napolitano de 62 a?os no ha renunciado a fomentar cuanto en la ¨®pera estuviera sugerido o expuesto en la novela con mayor claridad, que le sirviera para destacar las distintas condiciones sociales desde las que la p¨ªcara Carmen, el hier¨¢tico Don Jos¨¦ o el popular torero Escamillo pueden arriesgar sus vidas. Rosi insiste en estos aspectos descubriendo una Espa?a miserable, fea y religiosa, que se acompasa con otra sensual y llena de vida a la que s¨®lo estorba el af¨¢n posesivo de ese militar encandilado por Carmen, incapaz de soportar que decida por s¨ª misma. S¨®lo en determinados momentos como el del f¨¢cil contraste entre las noches de fiesta de los poblados gitanos y de los aristocr¨¢ticos palacios resulta esquem¨¢tica y simplona.
Entre el teatro y el documental: reconstruido, esta Carmen ser¨¢ sin duda plato preferente para los amantes de la ¨®pera, siempre curiosos por conocer el nuevo montaje de una partitura. En esta ocasi¨®n, el tenor Pl¨¢cido Domingo y el bar¨ªtono Ruggero Raimondi (Don Jos¨¦ y Escamillo respectivamente) a?aden a la reconocida calidad de sus voces buenas condiciones interpretativas, especialmente Domingo que matiza con acierto el grave drama de sus celos. Para los ajenos al mundo de la ¨®pera puede resultar sorprendente, sin embargo, que ambos actores no respondan en sus f¨ªsicos a las caracter¨ªsticas que ser¨ªan presumibles en un soldado o en un torero, si bien es f¨¢cil aceptar la convenci¨®n desde las segundas im¨¢genes del filme.
Una Carmen vital
En cualquier caso, ello acent¨²a el inter¨¦s hacia Julia Migenes-Johnson, que interpreta una Carmen vital, divertida y sensible. Su calor se contagia a la pantalla haciendo veros¨ªmil su acepci¨®n de mujer que rompe las normas y enloquece a sus pasajeros amantes. Su sensualidad se exhibe mejor en los primeros actos de la obra en un ejercicio inteligente y provocador. Cuando la acci¨®n se conduce en los actos finales por el camino de la tragedia, quiz¨¢ la mezzosoprano pierde energ¨ªa, pero en ese caso s¨®lo como consecuencia de la que la pel¨ªcula pierde tambi¨¦n en sus l¨ªneas maestras. La corrida de toros y el aparte que Don Jos¨¦ mantiene con Carmen poco antes de darle muerte carecen ya de la brillantez y hasta de la emoci¨®n que Rosi ha apuntado en las secuencias anteriores.
Su paseo por las calles de Sevilla que se ha reconstruido entre Ronda y Carmona especialmente, su atenci¨®n por las gentes del pueblo, las cigarreras, gitanos y bandoleros y hasta el propio planteamiento amoroso entre la muchacha y su soldado son, de entre los primeros actos de la obra, los m¨¢s ¨¢giles y agudos.
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