Los servicios en acci¨®n
ITALIA ATRAVIESA una grave crisis pol¨ªtica, en la que se entremezclan dos fen¨®menos: el descubrimiento de esc¨¢ndalos cada Vez mayores que ponen en evidencia complicidades de sectores del Estado, con el mundo del crimen y la amenaza de que las C¨¢maras aprueben una moci¨®n comunista censurando al ministro Andreotti, lo que obligar¨ªa con toda probabilidad a una dimisi¨®n del Gobierno. Estos dos fen¨®menos est¨¢n, relacionados por que la moci¨®n contra Andreotti se basa en sus conocidos v¨ªnculos con el banquero y delincuente Michele Sindona, recientemente devuelto a Italia, gracias a una extradici¨®n concedida por EE UU. Es, pues, la cuesti¨®n moral la que est¨¢ hoy en el centro de la pol¨ªtica romana.En fecha reciente Andreotti se salv¨® gracias a la abstenci¨®n comunista, mientras que unos 100 diputados de la mayor¨ªa gubernamental, en un escrutinio secreto, votaron contra ¨¦l. Ahora los diputados comunistas, presionados desde las propias filas de su partido, han presentado una nueva moci¨®n para manifestar la desconfianza hacia Andreotti. Todo el mundo coincide en que en una votaci¨®n secreta, en la que cada diputado pudiese votar seg¨²n su conciencia, el ministro, y el Gobierno, ser¨ªan derrotados. De ah¨ª los esfuerzos por lograr una votaci¨®n p¨²blica, que permite a los aparatos de los partidos presionar y controlar a sus diputados.
En ese marco, la detenci¨®n del antiguo jefe adjunto de los servicios secretos, general Pietro. Musumeci, saca a la luz algunos de los rasgos m¨¢s negativos del sistema de poder implantado, a lo largo de d¨¦cadas, por la democracia cristiana. En realidad, se trata de la tercera vez que los servicios secretos aparecen mezclados en operaciones contra la ley y contra la Constituci¨®n. En 1964, el SIFAR proyect¨®, con el general De Lorenzo, un golpe de Estado contra la Rep¨²blica y este organismo tuvo que ser disuelto. Poco tiempo despu¨¦s, rebautizados SID, los servicios secretos participan en diversas operaciones delictivas y subversivas, y se decide reorganizarles sobre nuevas bases, d¨¢ndoles el nombre, a¨²n hoy vigente, de SISMI. Cuando la lista de la logia P2 cae en manos de la justicia, resulta que los principales jefes del SISMI figuran en ella. Algunos son desplazados; pero es el momento en que el general Musumeci, siendo miembro de la P2, se convierte en el jefe de hecho de los servicios secretos.
Toda la carrera de este general se ha hecho gracias a la P2, en la que ingres¨® en 1973. Esa misteriosa logia, que ten¨ªa tent¨¢culos en los c¨ªrculos m¨¢s selectos de las finanzas, la diplomacia, la polic¨ªa y el ej¨¦rcito, era una permanente conspiraci¨®n para minar, y a la vez controlar, el Estado italiano. Por razones hoy inexplicables -sin duda complicidades no descubiertas todav¨ªa- la P2 consigue conservar a Musumeci al frente de los servicios secretos. Ahora se descubre, seg¨²n los primeros comunicados que han acompa?ado su encarcelamiento, que el general Musumeci cre¨®, dentro de los servicios secretos, un grupo encabezado por ¨¦l dedicado a la delincuencia, al fraude, a encubrir o realizar cr¨ªmenes. En el caso de Ciro Cirillo, su liberaci¨®n se negoci¨® con la Camorra y con grupos terroristas, no s¨®lo a cambio de dinero, sino d¨¢ndoles carta blanca para la realizaci¨®n de determinados asesinatos; con la complicidad, asimismo, de alg¨²n personaje dirigente de la democracia cristiana. La acusaci¨®n m¨¢s grave contra Musumeci se refiere a su complicidad en el terrible atentado de Bolonia de 1980, en el que murieron 85 personas. Se ha descubierto que los servicios secretos organizaron pistas falsas para desviar las averiguaciones de la magistratura que, sin esas interferencias, hubiesen podido desembocar en la P2.
No es posible separar lo ocurrido en los servicios secretos italianos con experiencias, m¨¢s o menos paralelas, en otros pa¨ªses. Por la naturaleza misma de esos servicios, un Estado democr¨¢tico tiene extraordinarias dificultades, incluso objetivas, para controlarles y garantizar que no se conviertan en un poder aut¨®nomo. En el caso italiano, el balance parece obvio: han hecho m¨¢s da?o que bien a la Rep¨²blica; la democracia ha sobrevivido en cierto modo a pesar de ellos. En EE UU, es significativa la filosof¨ªa que expresa el manual de la CIA para Nicaragua; en ¨¦l se preconiza la utilizaci¨®n de asesinos a sueldo para la realizaci¨®n de cr¨ªmenes que doten de m¨¢rtires a la causa antisandinista. Existe una tendencia casi general en los servicios secretos a utilizar el crimen, propio o pagado, con fines de provocaci¨®n. La ratificaci¨®n de la existencia de la conexi¨®n b¨²lgara en el atentado contra el Papa pone de relieve que las ramificaciones de los servicios llegan casi a todas partes.
En Espa?a, en el trasfondo de la actuaci¨®n de los GRAPO se han dado fen¨®menos parecidos: mezcla de militantes idealistas -por horrendos cr¨ªmenes que cometan- con sospechosas vinculaciones nunca bien descubiertas, nunca bien demostradas. Ser¨ªa una ingenuidad suponer que los servicios secretos espa?oles son los ¨²nicos no contaminados. El Parlamento debe abrir por eso una comisi¨®n investigadora sobre los servicios de informaci¨®n en nuestro pa¨ªs y someterlos a cauci¨®n, como en cualquier otro Estado democr¨¢tico.
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