La filtraci¨®n de los nombres de implicados en la represion, nuevo golpe para el Gobierno argentino
La publicaci¨®n por una revista porte?a, El Periodista de Buenos Aires, de los 1.351 nombres involucrados por el informe S¨¢bato en presuntas violaciones de los derechos humanos, supone un nuevo factor de alteraci¨®n en la ya tensa pol¨ªtica argentina. En particular, la inclusi¨®n en el listado de P¨ªo Laghi, actual nuncio del Vaticano en Estados Unidos, ha levantado sarpullidos en v¨ªsperas de un plebiscito sobre el diferendo con Chile por el canal de Beagle, basado, precisamente, en una propuesta mediadora de la Santa Sede.El informe final de la Comisi¨®n Nacional sobre Desaparici¨®n de Personas (Conadep), m¨¢s conocido por informe S¨¢bato, qued¨® celosamente guardado el pasado 20 de septiembre en cajas de seguridad del Estado argentino y en entidades bancarias del exterior. Un breve resumen del mismo, de 15 folios, fue dado a conocer entonces a la Prensa, y otro resumen m¨¢s amplio, de unos 400 folios, est¨¢ a punto de ser publicado por la Editorial Universitaria de Buenos Aires bajo el t¨ªtulo de Nunca m¨¢s.
Parad¨®jicamente, la tecnolog¨ªa de punta ha hecho saltar el hermetismo del Gobierno: una cinta de ordenador fue filtrada a El Periodista de Buenos Aires, con los nombres del informe S¨¢bato, desatando la tormenta. El deglose del listado es preocupante: 322 jefes, oficiales y suboficiales del Ej¨¦rcito, entre ellos el general V¨ªctor Pino, actual comandante del Segundo Cuerpo de Ej¨¦rcito, acantonado en Rosario, y del general An¨ªbal Verdura, tambi¨¦n en actividad; coroneles recientemente ascendidos con el respaldo del Senado democr¨¢tico de la naci¨®n; 62 miembros de la Armada y 26 del Ej¨¦rcito del Aire; 15 cl¨¦rigos encabezados por P¨ªo Laghi y los arzobispos Antonio Plaza y Blas Conrero, m¨¢s el sacerdote Federico von Wernich, ex capell¨¢n de la polic¨ªa bonaerense y confesor del ahora detenido general Ram¨®n Camps, tambi¨¦n conocido como el carnicero de Buenos Aires.
De entre el bosque desconocido de suboficiales, polic¨ªas federales y provinciales, gendarmes, miembros del espionaje del Estado o de la Alianza Anticomunista Argentina (Triple A), pueden extraerse distinguidas figuras de la represi¨®n, muy p¨²blicas, y en algunos casos procesadas y en prisi¨®n preventiva: los generales retirados Donmingo Bussi, Ren¨¦ Azpitarte, Gumersindo Centeno, Santiago Martella, Omar Riveros, Bautista Sasiain, Edgardo Vilas y Su¨¢rez Maso (huido), todos ellos ex comandantes de Cuerpo de Ej¨¦rcito; el general Camps, ex jefe de la polic¨ªa de Buenos Aires, los generales Ib¨¦rico Saint Jean y Bartolom¨¦ Gallino, que fueron gobernadores bonaerenses; el contraalmirante Chamorro, ex jefe de la Escuela de Mec¨¢nica de la Armada, el no menos tristemente c¨¦lebre capit¨¢n de corbeta Alfredo Astiz; tres brigadiers generales del Aire -Salinas, Santuchone y Cabrera-, el ex jefe del aeropuerto de Ezeiza, comodoro Ataliba; 30 m¨¦dicos militares, el ¨²ltimo ministro de Defensa de la dictadura, F¨¦lix Camblor, el ¨²ltimo embajador en Francia, Gerardo Schamis, y hasta tres periodistas: Guillermo Aronin, Luis Mar¨ªa Castellanos y V¨ªctor Lapegna.
Las consecuencias de esta revelaci¨®n anticipada y exenta de matizaciones pueden ser nefastas para la credibilidad jur¨ªdica del informe S¨¢bato si, como parece inevitable, muchos de los implicados s¨®lo lo son por testimonios o deducciones indirectas. De resultar as¨ª las cosas, ¨¦ste podr¨ªa ser el objetivo final de la filtraci¨®n period¨ªstica.
La presencia de religiosos
Hasta ahora el Gobierno no ha dicho una palabra sobre la revelaci¨®n de la lista secreta, y no se ha producido otra reacci¨®n que la vaticana en socorro de uno de sus primeros diplom¨¢ticos y, con menor ¨¦nfasis, de los sacerdotes denunciados como asistentes espirituales de los chupaderos donde se aplicaban tormentos a los detenidos. En Argentina es un secreto a voces -lo han relatado los supervivientes- el que muchos torturados recib¨ªan auxilio espiritual, tras las sesiones de picana el¨¦ctrica, por parte de mansos sacerdotes que les instaban a declarar para poner fin a sus suplicios. Pero ahora el secreto a voces tiene nombre y apellidos.Especialmente delicada es la situaci¨®n de Antonio Plaza, arzobispo de La Plata (capital de la provincia de Buenos Aires), vinculado a la extrema derecha del peronismo y amigo personal de Herminio Iglesias, patibulario jefe del justicialismo bonaerense. El otro cl¨¦rigo supuestamente implicado, el arzobispo de Tucum¨¢n, Blas Conrero, falleci¨® en 1982 y no puede justificarse. Plaza tampoco lo ha hecho.
Pero donde la sorpresa roza lo ins¨®lito es en el caso de P¨ªo Laghi, nuncio del Vaticano en Argentina entre 1974 y 1980. Durante su estancia en Argentina, P¨ªo Laghi equipar¨¢ reiteradamente la violencia terrorista con el terrorismo del Estado, llegando a justificar este ¨²ltimo por razones de autodefensa y de aplicaci¨®n de los recursos extremos de la ley. En junio de 1976 el diplom¨¢tico vaticano gir¨® una visita oficial y de cortes¨ªa a las tropas que en Tucum¨¢n y, dentro del llamado Operativo Independencia, aniquilaron a la guerrilla rural del trotskista Ej¨¦rcito Revolucionario del Pueblo (ERP). El caso es que el informe S¨¢bato recoge dos testimonios -los 1.276 y 0440- de detenidos que afirman haber visto al Nuncio de amable visita en el centro clandestino de detenci¨®n Ingenio Nueva Baviera, en Tucum¨¢n.
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