La especulaci¨®n dispara los precios de los art¨ªculos de primera necesidad
Los asesinos de Indira Gandhi mataron a la primera ministra y con las mismas armas dispararon los precios. Ayer abrieron, con miedo, los comercios de Nueva Delhi, despu¨¦s de un cierre de cinco d¨ªas, y la sorpresa del p¨²blico fue may¨²scula: muchos art¨ªculos se vend¨ªan al doble de su precio habitual. El pueblo llora la desaparici¨®n de Indira y lamenta el consiguiente atentado contra su bolsillo.
ENVIADO ESPECIALUna rupia (unas 14 pesetas) no es dinero ahora mismo en la India, aunque por un d¨®lar le den a uno 12 rupias. Las cebollas, los huevos, las patatas y los productos l¨¢cteos est¨¢n por las nubes. Han subido m¨¢s del 40%. Un vaso de agua de carrito ambulante se paga ya a 20 paisas (cada rupia tiene 100 paisas) y tampoco lo sirven rebosando. La carrera media de un triciclo a motor, el popular rickshaw, era antes del 31 de octubre cuesti¨®n de 10 rupias, y hoy, cuando la demanda del triciclo es angustiosa, la tarifa va a ojo.
No digamos nada de los taxis, que sin sus conductores sijs, y con la flota mermada por los incendios sufridos, se contratan al d¨ªa por 600 a 900 rupias. Y conviene recordar que el nivel de ingresos medios del 60% de la poblaci¨®n de este pa¨ªs apenas sobrepasa las 42 rupias (600 pesetas) al mes.
Los campesinos han vuelto a la conquista de la ciudad. Por las carreteras de acceso, y antes de llegar al l¨ªmite de toque de queda, hombres y mujeres, cargados con hortalizas en cestas sobre la cabeza, venden directamente al mejor postor. El mercado negro ha florecido en las callejuelas de la vieja Delhi. Las existencias de candados, el sistema de protecci¨®n de las propiedades de la familia india, se agotaron. Los ni?os, que correteaban antes de la muerte de Indira detr¨¢s de los turistas para limpiarles los zapatos por media rupia, esperan ahora sentados a que les paguen dos. La Prensa, que se agota pronto, suele revenderse por m¨¢s paisas cuanto m¨¢s manoseada est¨¦.Y las ediciones del d¨ªa del asesinato se pagan como incunables en los hoteles de lujo.
Un kilo de plata, aun pesando siempre igual, cotiza a 3.500 rupias en la tienda de enfrente y a 3.200 en la de m¨¢s all¨¢. Es decir, que al subir la temperatura pol¨ªtica el comercio tiene fiebre. Fiebre y miedo. En el bazar Emporium, del Gobierno, esperaban ayer a 2.000 japoneses. No llegaron. Y el elefante de marfil que luc¨ªa etiqueta de 1.875 rupias era rebajado a 1.500 en el primer regateo. Hasta la estaci¨®n de gasolina vend¨ªa con cuentagotas el litro de combustible, tan apreciado para incendiar la vivienda de cualquier sij. Se compra al precio fijo de seis rupias, pero se trafica multiplicando este importe.
Vivir al d¨ªa
Los barberos subieron sus servicios de 3 a 4 rupias si el rasurado es entre sol y sombra, en una buena acera. As¨ª, ni el nativo ni el extra?o se atreven a hacer presupuestos. Viven al d¨ªa. A las consultas de los m¨¦dicos especializados en problemas sexuales acuden, por cientos, los m¨¢s humildes ciudadanos de la vieja Delhi. El cliente sube a ver al doctor Ram Narain (siempre en la planta alta de la farmacia), se le ofrece un trago de rim zim (cola casera) y debajo del potente ventilador piensa c¨®mo plantear su caso de impotencia provocada por el p¨¢nico.Dijo este doctor: "La dieta ha sido menos equilibrada, el miedo ha afectado la vida sexual de muchos indios, tanto hind¨²es como sijs. Orinan, por lo general, m¨¢s amarillo; quieren la c¨®pula y no logran su objetivo". La consulta ha subido de 60 a 90 rupias. Momentos despu¨¦s de manifestar esto, la calle de Chanchichowk llena de ruidos, campanillas de triciclos, soldados con el palo a punto y ni?os vendiendo golosinas, sufri¨® otro tremendo espasmo. Corri¨® la voz de que los sijs contraatacaban. Y como si las persianas de hierro fueran electr¨®nicas, volvieron a caer en cuesti¨®n de segundos.
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