Cardona, del castillo a las minas de sal

Doblemente defendida por las murallas que la rodean y por el castillo que la vigila, no hay duda de la importancia estrat¨¦gica que tuvo Cardona en aquellos ¨²ltimos a?os del siglo VIII, reci¨¦n conquistadas estas tierras a los ej¨¦rcitos moros. Como no la hay tampoco de la que tuvo en siglos posteriores. Esta hermos¨ªsima fortaleza que remata el cerro c¨®nico rodeado por el r¨ªo Cardener cuenta con una larga historia de asedios y resistencias y presume adem¨¢s de no haber sido nunca tomada por los sucesivos asaltantes. Situada en el justo centro de Catalu?a, la impresionante mole de piedra rosada fue sucesivamente cabeza de vizcondado, condado y ducado, morada de nobles, residencia de los can¨®nigos encargados de la iglesia, objeto del deseo de franceses y carlistas. S¨®lidos, resistentes recintos, armados de troneras, fosos y baluartes protegen una de las hermosas construcciones rom¨¢nicas catalanas, la iglesia de San Vicente, de tres naves esbelt¨ªsimas y un triple ¨¢bside espl¨¦ndido. El pueblo, a sus pies, tampoco tiene desperdicio. De las antiguas murallas s¨®lo quedan algunos lienzos y completa la puerta de Graells, una muestra de las seis con las que contaba. Mantiene la poblaci¨®n su urbanismo medieval, crecido en torno a la plaza de la Fira y la hermosa, tristemente descuidada, iglesia de San Miguel, de estilo g¨®tico catal¨¢n, que conserva en su interior algunos buenos retablos de la ¨¦poca. Calles estrechas van a dar a la irregular plaza del Mercat, escenario desde hace siglos, los domingos, de la agitada venta de los productos de la comarca.Parte del paisaje, la econom¨ªa y hasta los motivos de codicia y guerra de Cardona es la famosa monta?a de Sal. Blanqu¨ªsima, con reflejos rosados y violetas, brillante y riqu¨ªsima se levanta en el fondo del valle, al suroeste de la poblaci¨®n. Conocer esas minas que se sit¨²an hasta 2.000 metros de profundidad es toda una aventura para los amantes de las maravillas geol¨®gicas. Y realizable con un permiso especial.