Amor y muerte, ladrones y polic¨ªas
Fanny Pelopaja es la historia de dos personajes que "se odian porque no pueden amarse", seg¨²n palabras textuales de su director, Vicente Aranda. El filme tambi¨¦n puede definirse como la cr¨®nica de un amor imposible, del amor entre seres a los que su manera de ser y sobre todo su situaci¨®n social les ha condenado a ser enemigos irreconciliables. Porque ¨¦se es el destino de una ladrona y un polic¨ªa, de una relaci¨®n fundada en la necesidad de atacarse o enga?arse mutuamente. Claro que el uno sin el otro no existir¨ªan, que los cuerpos crean anticuerpos. En A bout de souffle, este determinismo nihilista lo formulaba Belmondo -creo que era Belmondo- diciendo que "los amantes se aman, los ladrones roban, los polic¨ªas reprimen" o algo de corte parecido.El cine de Vicente Aranda se ha interesado siempre por el lado ambiguo de las cosas, por lo que hay detr¨¢s de las apariencias de la realidad. En Clara es el precio hac¨ªa que una protagonista de pel¨ªculas porno fuera una virgen traumatizada sexualmente; en Cambio de sexo, el muchacho era una chica; en La muchacha de las bragas de oro, Lautaro Mur¨²a reinventaba un pasado por el que su personaje nunca habr¨ªa sido falangista y s¨ª un pertinaz opositor al franquismo; en Las crueles propon¨ªa, literalmente, un puzzle con un cad¨¢ver. Con Fanny Pelopaja pretende convertir el odio en amor, transubstanciaci¨®n de larga tradici¨®n cinematogr¨¢fica.
Fanny Pelopaja
Director: Vicente Aranda. Int¨¦rpretes: Fanny Cottencon, Bruno Cr¨¦mer, Berta Cabr¨¦, Francisco Algora. Gui¨®n: Vicente Aranda, basado en la novela 'Pr¨®tesis', de Andreu Mart¨ªn. Fotograf¨ªa: Juan Amor¨®s. M¨²sica: Manuel Camp. Espa?ola.Estreno en Roxy B y Narv¨¢ez. Madrid.
Para explicar la destructora y atrayente relaci¨®n entre Fanny y el Gallego -en la novela de Andreu Mart¨ªn, Pr¨®tesis, que sirve de punto de partida, ella es un hombre- hay todo un entramado de ficci¨®n hecho de flash backs y aventuras muy en la l¨ªnea del cine de acci¨®n.
As¨ª, no falta un divertido atraco a una camioneta blindada; pero la pel¨ªcula incluye tambi¨¦n algunas descripciones de la vida cotidiana especialmente ¨¢cidas y jocosas, como toda la secuencia en que el Gallego se despide de su esposa e hijos.
Todo este conjunto de elementos no ha llegado a ensamblarse de manera satisfactoria, funcionando cada uno de ellos de manera aislada, casi como disgresiones o relatos independientes. Eso crea algunos altibajos, ca¨ªdas de tensi¨®n, un poco como si la pel¨ªcula recomenzara demasiadas veces.
Son defectos de estructura, imputables m¨¢s al gui¨®n que a la realizaci¨®n estricta, pero son defectos que, como el propio entorno de los dos h¨¦roes -en el que no faltan papeles secundarios tan logrados como los fabricados por Berta Cabr¨¦ y Paco Algora-, acaban siendo devorados por el poder arrasador de ese amor-odio que lo mueve todo, una pasi¨®n y un deseo de un romanticismo exacerbado, en el que la muerte tiene el atractivo de ser la otra cara de un yo miserable. Ese empe?o en lanzarse abrazados al fondo del pozo, con la convicci¨®n de que ¨¦se es el instante supremo en el que todo cobra sentido, es lo que Vicente Aranda ha querido captar. Puede que s¨®lo lo haya logrado a medias, pero vale la pena.
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