Concierto ¨ªntimo para Joaqu¨ªn Rodrigo
Programa 1: Recital de canciones.
Carmen Bustamante, soprano. Manuel Garc¨ªa Morante, piano. Mar¨ªa Dolores Tom¨¢s, flauta. Prorrama 2: Per la flor del lliri blau. Concierto de Aranjuez. Fantas¨ªa para un gentilhombre. En busca del m¨¢s all¨¢. Narciso Yepes, guitarra. Orquesta Municipal de Valencia. Director: Manuel Galduf.
Teatro Principal de Valencia: 27 y 29 de noviembre de 1984.
Joaqu¨ªn Rodrigo, a sus 82 a?os, recibe de su tierra un merecido homenaje, sustanciado en dos conciertos: uno ¨ªntimo, de contenido y de p¨²blico -el mejor-, y otro multitudinario y duplicado, am¨¦n de la edici¨®n de la partitura del Lliri blau y la conferencia de Federico Sope?a, ex director del Museo del Prado y profundo conocedor de la m¨²sica de Joaqu¨ªn Rodrigo. El homenaje ha discurrido en Valencia con la presencia del autor de El concierto de Aranjuez a lo largo de toda la ¨²ltima semana.Carmen Bustamante vierte con naturalidad y gusto esmerado la sencillez de las canciones de Rodrigo, g¨¦nero que, de puro natural, como los "claros y frescos ros", se ausenta de la historia y sus veleidades, y permite al maestro eludir con candor la penosa cuesti¨®n de lo antiguo y lo moderno.
Lo que es claro en la canci¨®n, por espont¨¢neo, se convierte, sin embargo, con el abono sinf¨®nico y concertante, en demasiado obvio: el maestro, que lo es en sentido estricto, deletrea as¨ª a sus muchachos analfabetos viejas tonadas, ilustradas con la santa paciencia de un tutor minucioso, y los licencia de esa tensi¨®n del ¨¢nimo que es el esfuerzo para atender y entender. Ahora bien: lo f¨¢cil para el oyente no lo es para el int¨¦rprete, que ha de apurar la caligraria, pulcra en Yepes, aunque desapasionada, y pretendida y no siempre alcanzada por la orquesta, obligada por la marcialidad que impone la insuficiencia de ensayos con el solista.
Bajo el lema Retrobem la nostra m¨²sica se ha producido, pues, el reencuentro c¨¢lido de Valencia con este ilustre octogenario saguntino, autor, por cierto, de m¨²sicas esencialmente castellanas. Claro que podemos decir, con Gombrich, que no hay m¨²sicas: s¨®lo m¨²sicos.
Babelia
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