Homenaje a Xavier Zubiri en la presentaci¨®n de la obra p¨®stuma del fil¨®sofo
La obra p¨®stuma del fil¨®sofo espa?ol Xavier Zubiri El hombre y Dios, editada por Alianza Editorial, fue presentada anteayer en el auditorio del Banco Hispano Americano, en Madrid (v¨¦ase EL PA?S de ayer). En el acto, al que acudi¨® numeroso p¨²blico y que se convirti¨® en un homenaje al fil¨®sofo, habl¨® en primer t¨¦rmino el poeta Jos¨¦ Antonio Mu?oz Rojas, quien hizo la historia de la Sociedad de Estudios y Publicaciones, cuya creaci¨®n se debe al humanista Juan Llad¨®.
Mu?oz Rojas traz¨® un perfil humano de Zubiri en el que destac¨® su profunda fe religiosa y termin¨® con una significativa an¨¦cdota: al preguntarle a Xavier Zubiri: "?Es usted feliz movi¨¦ndose en el mundo de las ideas?", le contest¨®: "No; lo que yo deseo son cosas concretas que se puedan palpar". A continuaci¨®n, el profesor Diego Gracia expuso la historia externa e interna de la elaboraci¨®n de esta obra teol¨®gica de Zubiri. A este respecto se?al¨® que ya en 1935 Zubiri public¨®, en la Revista de Occidente, un ensayo titulado En tomo al problema de Dios, al que sigui¨® una serie de cursillos en los a?os 1948-1949, sobre el tema Introducci¨®n al problema de Dios, que culminaron en 1971-1972 en un curso: El problema teologal del hombre: Dios, religi¨®n, cristianismo. Para Diego Gracia la significaci¨®n m¨¢s importante de esta obra, El hombre y Dios, consiste en el descubrimiento de la realidad personal de Dios, frente a la metaf¨ªsica cl¨¢sica, que entend¨ªa a Dios como una realidad-objeto a cuyo conocimiento se llegaba mediante pruebas l¨®gicas. Toda la obra de Zubiri se dirigi¨® contra esta entificaci¨®n de la realidad y logificaci¨®n de la inteligencia. Por ello, la filosof¨ªa sobre Dios al no haber sido mundanal ha sido escasa, mientras que para Zubiri la realidad mundanal, ese Otro con que se enfrenta el Yo, impone su presencia y nos religa a la Deidad o poder de lo real. As¨ª, para Zubiri el problema Dios se convierte en el problema del hombre. La fe es una entrega a la realidad personal por la que, mediante el acatamiento y la s¨²plica, el hombre llega al reposo en Dios como fortaleza de la vida. Dios no es trascendente a las cosas, sino trascendente en las cosas, a?adi¨® el profesor Gracia, y termin¨® citando las siguientes palabras de Zubiri: "El hombre es el modo finito de ser Dios". "El hombre es Dios finita y tensivamente".El director de la Real Academia Espa?ola, Pedro La¨ªn Entralgo, comenz¨® su exposici¨®n preguntando: ?en qu¨¦ mundo aparece el hombre y Dios? ?En un mundo en el que, como pretend¨ªa Nietzsche, Dios ha muerto? ?Es este libro de Zubiri una reflexi¨®n sobre un cad¨¢ver? A estas preguntas fue respondiendo que Dios no ha muerto y est¨¢ vivo entre los hombres, y c¨®mo Zubiri analiza en esta obra los modos de ser del hombre ante Dios: el agn¨®stico, el te¨ªsta, el despreocupado, el fr¨ªvolo y el fan¨¢tico. Agn¨®stico es aquel que se instala en la ignorancia de Dios y afirma: "No s¨¦ si existe". Es un no saber, sabiendo que lo que ¨¦l ignora se llama Dios y que expresa po¨¦ticamente D¨¢maso Alonso al preguntarse: "?Est¨¢s o no Est¨¢s?". Sigui¨® analizando luego que existen los que pasan de Dios por fr¨ªvolos y los que quieren vivir despreocupados. Sin embargo, Zubiri no desprecia esta despreocupaci¨®n y la estudia como una indiferencia ante Dios que revela una actitud de abandonarse a la realidad y dejarse vivir desde su propio fundamento humano. El ate¨ªsmo, sigui¨® diciendo La¨ªn, es la vida que se reposa sobre s¨ª misma, la vida atea, la facticidad autosuficiente del Yo. El te¨ªsmo y el pante¨ªsmo son formas de creer en el poder de Dios y consisten en encontrar lo que se busca. Zubiri critica el te¨ªsmo porque Dios es fundamento de la vida y no consuelo del fracaso.
Pedro La¨ªn afirm¨® que la fe es entrega personal, pero que exige justificarse, dar razones de s¨ª misma, pues el catecismo no es suficiente. Sigui¨® diciendo que junto a los agn¨®sticos, ateos, creyentes y despreocupados, hay otras dos actitudes: frivolidad y fanatismo. Se pueden aceptar todas las actitudes anteriormente descritas, pero no se puede tolerar la frivolidad. A este respecto record¨® una frase de Giner de los R¨ªos seg¨²n la cual la vida puede ser triste o alegre, pero debe ser siempre seria.
El hombre y Dios, termin¨® diciendo Pedro La¨ªn, nos hace ver que Dios no ha muerto, que sigue viviendo en todos los hombres.
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