?'Carmen'? Vive aqu¨ª
?Por qu¨¦ tanto inter¨¦s por Carmen? El a?o pasado tuvimos la pel¨ªcula del espa?ol Saura; luego, la de Rosi; ahora, la de Godard. En la Scala, la temporada se inaugura con Carmen, y se anuncia el ballet de Gades-Saura. Los fen¨®menos de este tipo pueden ser coincidencias, o bien resultado de resonancias que se producen en la industria cultural. Pero tambi¨¦n puede ser que se deban a alguna raz¨®n m¨¢s profunda. Alguien ha dicho que el inter¨¦s por Carmen tiene que ver con un retorno del inter¨¦s por el sentimiento, por la pasi¨®n y el romanticismo. Otros afirman que Carmen, mujer imp¨¢vida y fatal, simboliza el nuevo papel de la mujer, liberada por el feminismo y, por tanto, superior al hombre, capaz de dominarlo.Mi impresi¨®n es que, en efecto, el personaje de Carmen evoca algo que es importante en el mundo de hoy, en la relaci¨®n hombre-mujer de nuestro tiempo. Probablemente hace un siglo, cuando el personaje naci¨®, ten¨ªa otro significado. Representaba un arquetipo femenino. La mujer bell¨ªsima, embrujadora y sin prejuicios, capaz de suscitar pasiones indomables que conducen a la ruina. Como las sirenas, como Circe, como la Maga Alcina. Pasiones que la voluntad no puede resistir, que hacen olvidar todos los deberes, que act¨²a como una intoxicaci¨®n, como una droga. S¨®lo el h¨¦roe (Ulises, Rolando, Tancredo), ayudado por una divinidad o por una magia m¨¢s poderosa, consigue librarse. Pero no es el soldado Jos¨¦, que por Carmen abandona a su novia, a su madre moribunda, al ej¨¦rcito, y se convierte en vagabundo y asesino.
Hoy, sin duda, estos significados siguen presentes. Pero si Carmen est¨¢ hoy de actualidad no es por ellos. El aspecto de Carmen que m¨¢s choca no es su naturaleza tenebrosa, su fuerza de seducci¨®n, su hechizo, sino, en todo caso, su decisi¨®n, su incapacidad para el compromiso, su necesidad absoluta de tener que decir ¨²nica y exclusivamente la verdad.
Carmen no soporta la vida de obrera en la f¨¢brica de tabacos. Desea amor, aventura. Cuando llega el destacamento de dragones, Carmen se desencadena y lanza una flor al guapo soldado que la mira. Luego se enamora de ¨¦l. Porque Carmen est¨¢ enamorada de Jos¨¦. Lo quiere todo para ella, en seguida. Quiere que deje a la novia, al ej¨¦rcito, y que se vaya con ella a la sierra a vivir una vida de libertad. No soporta sus dudas. Si me amas, le dice, debes elegir inmediatamente, totalmente. Para Carmen no hay t¨¦rminos medios: o todo o nada.
Esto es realmente muy moderno. Hoy la ruptura de un noviazgo no plantea ya ning¨²n problema. "Si ya no lo amas y amas al otro", dir¨ªa cualquier psic¨®logo y cualquier consejero, "no pierdas tiempo: vete junto al que amas". El divorcio se extiende por todas partes. El divorcio es una ruptura radical, no tiene t¨¦rminos medios. Lo que Carmen ha pedido a don Jos¨¦ es lo que hoy cualquier mujer, en su fuero interno, desea pedir al hombre al que ama. D¨¦jalo todo y ven a vivir conmigo. Si no, eres un cobarde.
En un determinado momento, sin embargo, Carmen deja de amar al soldadito y, honradamente, as¨ª se lo hace saber. Ya no te quiero, ya no me gustas; me molestas, vete, vuelve a tu casa. Tambi¨¦n ¨¦ste es un comportamiento frecuente en nuestra ¨¦poca. Cuando una mujer se da cuenta de que ya no quiere a su marido o a su amante, suele sentir, por lo general, una violenta aversi¨®n, desear¨ªa no verlo m¨¢s junto a ella, la molesta. (Casi siempre, el hombre reacciona de distinta manera. Si la mujer no le echa en cara nada, si no le acorrala, ¨¦l se limita a prestarle menos atenci¨®n que antes, la ignora. Por lo que a ¨¦l respecta, ella podr¨ªa seguir viviendo en casa para siempre.) As¨ª pues, Carmen hace algo que hoy se considerar¨ªa normal. No quiere a una persona, y le dice que se vaya.
Luego Carmen se enamora de Escamillo, el torero. Cuando Jos¨¦ vuelve e implora su amor, ella va al encuentro de ¨¦ste abiertamente, aun sabiendo que va a matarla, y le dice que ya no lo ama, que ama a Escamillo, que ella nunca ha mentido y no quiere mentir, que est¨¢ dispuesta a morir por su verdad y por su libertad. En este momento, Jos¨¦ la mata.
Por esto tienen raz¨®n tambi¨¦n quienes dicen que Carmen es una mujer moderna, que sabe cu¨¢les son sus derechos y los defiende hasta el final. Una mujer, sobre todo, que encarna la virtud suprema de la ¨¦tica er¨®tica contempor¨¢nea: la verdad, el decir la verdad. Este es un punto de la mayor importancia. El psicoan¨¢lisis cura las enfermedades ps¨ªquicas sacando a la luz una verdad. Para la cultura estadounidense, decir la verdad es m¨¢s importante que el acto. Nixon fue apartado no por lo que hab¨ªa hecho, sino porque hab¨ªa mentido. En los matrimonios abiertos, en los que los c¨®nyuges pueden tener relaciones sexuales con quien quieran, es obligatorio, sin embargo, contarlo despu¨¦s todo. En todos esos libros que los estadounidenses leen por decenas de millones -c¨®mo hacer amigos, c¨®mo divorciarse sin esfuerzo, c¨®mo seguir siendo felices y enamorados toda la vida, c¨®mo romper una relaci¨®n desagradable, c¨®mo decir que no sin tener sentimiento de culpabilidad- se sugieren todos los medios imaginables, pero nunca jam¨¢s decir una mentira o callarse. Tambi¨¦n en la psicoterapia se estimula siempre al paciente a que hable, a que lo diga todo, a que se explique, y si siente agresividad, ser¨¢ mejor que la manifieste, en vez de ocultarla o reprimirla. Carmen es el ejemplo simb¨®lico de la ¨¦tica er¨®tica norteamericana contempor¨¢nea y, en particular, de la ¨¦tica feminista.
La amiga del marido
Pero en la obra Carmen hay tragedia. ?Qu¨¦ debemos pensar de la tragedia? ?Que es un residuo del drama del siglo XIX? ?Que la obra es muy moderna, pero a condici¨®n de que eliminemos la tragedia? No, sin duda. Tambi¨¦n la tragedia es moderna. No se la ve ni se *la reconoce como tal porque ha cambiado de rostro. Pero existe como antes. La ¨¦tica de Carmen tiene implicaciones tr¨¢gicas. La ¨¦tica del todo o nada, ayer como hoy, produce la tragedia. Acaba de aparecer una novela de la reina de la literatura estadounidense, la escritora que se lee m¨¢s que cualquier otro autor: Jackie Collins. En el libro Maridos y no maridos nos presenta a una mujer bell¨ªsima e independiente, Cleo, que descubre al marido mientras hace el amor con una amiga de ella. El marido trata de hacerse perdonar, pero topa siempre con mujeres bell¨ªsimas que se le ofrecen de la manera m¨¢s provocadora; y ¨¦l, aun estando profundamente enamorado de la mujer, acaba cediendo. Cleo est¨¢ indignada por el hecho de que el marido le haya mentido y comprende que, pese a las promesas, ¨¦l acabar¨¢ corriendo detr¨¢s de: las otras. Decide divorciarse y buscarse otro hombre. Encuentra a un famoso actor y va a vivir con ¨¦l a Los ?ngeles. Pero tambi¨¦n ¨¦ste tiene el mismo vicio que el ex marido. Lo deja, y se siente atra¨ªda por un escritor c¨¦lebre y fascinante. Pero tambi¨¦n a ¨¦ste le gustan las chicas. Ante esto, ella se concede algunos placeres sexuales, pero, sobre todo, se dedica a la profesi¨®n de periodista de televisi¨®n y al feminismo militante.
En los libros de Collins, los hombres y las mujeres no pueden amarse, porque las mujeres buscan en el hombre un ideal de belleza, virtud y fidelidad que ning¨²n hombre es capaz de cumplir. Y, en concreto, el de la fidelidad. La mujer quiere todo o nada. Y se ve obligada a ir abandonando sucesivamente a todos los hombres que le gustan porque no saben amarla de la manera que ella necesita. Algunos de los personajes de Collins se suicidan. Por todas partes est¨¢ presente el sentido de la tragedia. La tragedia no ser¨¢ ya la cuchillada de un don Jos¨¦ celoso. Sino la indiferencia, la p¨¦rdida de la pasi¨®n, de la esperanza, del amor, incluso del erotismo. Es, por otro lado, la misma atm¨®sfera que encontramos en las pel¨ªculas de Von Trotta o de Fassbinder. En ellas los hombres aparecen como seres inferiores, inmorales. Pero en las obras de Collins est¨¢ claro que los hombres son simplemente diferentes, irremediablemente diferentes de las mujeres. Por ello no basta con proponerles a ¨¦stos modelos de amor femenino como ideal; no sirve de nada. Y esto es lo tr¨¢gico: querer una cosa que no existe; exigir todo o nada, cuando no hay ni todo ni nada, porque la realidad no responde.
Verdad dram¨¢tica
La relaci¨®n entre los sexos est¨¢ cambiando. Se derrumban las instituciones y las reglas de la familia conyugal surgidas hace casi dos mil a?os. Hombres y mujeres tratan de doblegar al otro o a la otra a sus propias reglas, a veces de manera exasperada. Carmen quer¨ªa imponer sus propias reglas de autenticidad al enamorado Jos¨¦. Jos¨¦ quer¨ªa imponer las suyas, confiando en la tradicional pasividad de la mujer, en sus componentes de dulzura, esp¨ªritu maternal, servil. Pero se equivocaba. Hoy podemos entenderlo, tras la liberaci¨®n de la mujer, tras el feminismo, despu¨¦s de que Carmen se ha convertido en un personaje cotidiano. Pero tambi¨¦n Carmen se equivocaba. Porque tambi¨¦n en el hombre hay puntos sin vuelta atr¨¢s, en los que funciona la ley del todo o nada: los deberes hacia la familia, hacia el ej¨¦rcito. Al obligar a Jos¨¦ a transgredirlos, Carmen lo ha dominado moralmente, ha hecho de ¨¦l un esclavo, un miserable al que, por eso mismo, ya no pod¨ªa amar. La ¨¦tica de Carmen produjo el monstruo que su pasi¨®n rechaz¨® luego.
Hoy las cosas siguen igual. La ¨¦tica del todo o nada hace surgir siempre el dilema, la esclavizaci¨®n y la degradaci¨®n del amor. La obra Carmen desvela esta verdad dram¨¢tica, pero no deja que se degrade. Le conserva su pureza ¨¦tica y la fuerza de la pasi¨®n. Habr¨¢, pues, tragedia, pero tragedia heroica. Por eso gusta.
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