'El baile de los vampiros' , colmillos hererodoxos
Despu¨¦s de Repulsi¨®n y Cul de sac, dos obras en las que un angustioso clima conduc¨ªa al espectador por los caminos del suspense o del s¨ªmbolo amargo, el joven realizador polaco Rom¨¢n Polanski, que con estos t¨ªtulos hab¨ªa comenzado su carrera en el exilio, ofreci¨® una delirante e iconoclasta versi¨®n del mundo de los vampiros. Con un respeto casi escrupuloso a las normas del g¨¦nero de terror, Polanski realiz¨® la que quiz¨¢ es su m¨¢s feroz caricatura.El propio subt¨ªtulo del filme (El baile de los vampiros o Perd¨®n, pero tiene usted sus dientes en mi nuca), y el que el famoso le¨®n de la Metro apareciera luciendo unos amenazadores colmillos vamp¨ªricos, sentaron las bases de la humorada. A partir de ah¨ª, el director sigui¨® el esquema vital de las pel¨ªculas que sobre Dr¨¢cula se han realizado desde el nacimiento del cine.
Dos extra?os se dirigen a Trarisylvania dispuestos a exterminar al conde vampiro y sus proletarias secuelas pero, de un lado el amor y, de otro, el inevitable fracaso que los mediocres suelen tener frente a la soberbia pecaminosidad del vampiro concluyen negativamente las aventuras de tan ingenuos cient¨ªficos.
Los cr¨ªticos especializados se sintieron molestos por el escaso respeto que, en su opini¨®n, ten¨ªa Polanski hacia los vampiros y la sofisticada liturgia que les aniquila. El cient¨ªfico y el ayudante protagonistas de esta pel¨ªcula se topan, por ejemplo, con un chupador ateo, y el espanto de la cruz no surte efecto. Igualmente, en su camino aparece un vampiro homosexual que, dispuesto a elegir cuellos a su gusto ha optado por los que conservan alguna sombra de barba.
?xito de risa
Momentos heterodoxos que la risa del p¨²blico convirti¨® en ¨¦xito. En un primer contacto con el filme, la cr¨ªtica, especialmente en Espa?a, no fue muy amable con Roman Polanski: tanta broma parec¨ªa contradecir la negrura de su primera obra El cuchillo en el agua y hasta de la misteriosa Cul de sac: un truco para hacer dinero.
El baile de los vampiros ten¨ªa sin embargo, un elemento que debi¨® llamar la atenci¨®n. El g¨¦nero se mueve en la ambig¨¹edad de la fascinaci¨®n y el rechazo: al tiempo que sus dr¨¢culas son elegantes y sugestivos, inteligentes y admirables, se les condena a la muerte eterna. Polanski no quiso que perdieran tan tontamente sino que, en su lugar, ofreci¨® a los timoratos la oportunidad de encontrar en los ritos y alimentos vamp¨ªricos una f¨®rmula feliz de utilizar la vida (en este caso, interminable).
Tal rompimiento moral frente a los hip¨®critas castigos finales de las versiones cl¨¢sicas, no es uno de los m¨¦ritos peque?os del filme.
Entre bromas y disparates (algunos, incluso, excesivos, previsibles) da la vuelta al t¨®pico. Chistes y sorpresas combinan con una oferta cuyo sentido ¨²ltimo pone boca abajo la tradici¨®n que tantos cin¨¦filos pensaron (en 1967) que era intocable.
Los distribuidores norteamericanos eliminaron de la versi¨®n original 14 minutos m¨¢s de los 11 previamente suprimidos por los brit¨¢nicos. La indignaci¨®n de Polanski se hizo p¨²blica, al solicitar que su nombre fuera retirado del cartel.
Pero no lo consigui¨®: era ya una estrella, interpretaba adem¨¢s un personaje protagonista y le acompa?aba en el reparto Sharon Tate, su esposa, que poco despu¨¦s encontr¨® la muerte de forma confusa. Fueron elementos que la publicidad no rechaz¨®.
El baile de los vampiros se emite ma?ana, martes, a las 21.35 por TVE1
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