No regale mariposas
La man¨ªa de coleccionar, una faceta depredadora
El coleccionismo de objetos naturales no es una actividad ?nocua. Recientemente se ha celebrado en Madrid una feria de naturaleza en que se pon¨ªan a la venta f¨®siles, minerales, mariposas, conchas y otros objetos semejantes. La naturaleza, sin embargo, no es una fuente inagotable de tales maravillas. En los ¨²ltimos a?os se ha producido un fuerte expolio de los mejores yacimientos fosil¨ªferos de la Pen¨ªnsula. Cuando un investigador estudia un lugar con f¨®siles se lleva ?anos pocos para poder determinarlos y datar as¨ª la edad de los estratos en los que los ha encontrado. Su objetivo no es econ¨®mico, sino cient¨ªfico, y procura no destruir el yacimiento. Sin embargo, si el bello trilobites o la esbelta rana f¨®sil se convierten en objects d'art y adquieren un precio en los mercados de naturaleza, pronto aparecen personas de pocos escr¨²pulos que saquean el yacimiento en busca de ganancia econ¨®mica, destruyendo a menudo las formaciones geol¨®gicas en que aparecen los f¨®siles.Algo semejante ocurre con las mariposas, con el agravante de que muchas especies pueden verse amenazadas de r¨¢pida extinci¨®n. Hay que tener en cuenta que la norma b¨¢sica del coleccionismo es que los ejemplares raros son los que alcanzan mayores precios. Una mariposa poco frecuente se vender¨¢ muy cara -sorprende saber los precios que a veces llegan a alcanzar-, y su gran valor producir¨¢ una busca m¨¢s intensa. Muchas mar?posas raras que hace pocos a?os eran a¨²n visibles en sus cazaderos habituales han desaparecido por la presi¨®n incontrolada de los comerciantes de naturaleza. Tal es el caso de la bell¨ªsima ograellsia ?sabellae o la Parnassius apollo. En algunos casos, los ejemplares que se venden no proceden de la naturaleza, son cultivados, pero eso s¨®lo pasa en los casos menos frecuentes.
Hace algunos a?os se puso de moda entre los escolares centroeuropeos el tener como mascotas lagartijas espa?olas, particularmente las baleares, que son de brillantes colores. Esta moda provoc¨® una caza desmedida de estos reptiles, hasta que las autoridades tomaron cartas en el asunto y prohibieron su captura. M¨¢s de la mitad de las lagartijas capturadas mor¨ªan al ser cazadas o durante el viaje, y las pocas que llegaban con vida a los terrarios no lograban aclimatarse o eran abandonadas o muertas al cambiar la moda. Espa?a es tambi¨¦n terreno abonado para los recolectores de pollos de halc¨®n para la cetrer¨ªa, o de huevos de distintas rapaces, que son vendidos a algunos museos de ciencias naturales de Europa.
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