El fin de la sociedad asalariada
Frente a las teor¨ªas que propugnan una divisi¨®n de la sociedad entre quienes tienen trabajo estable y quienes son expulsados de la econom¨ªa normal y sobreviven en condiciones de subempleo, el autor de este art¨ªculo propugna la lucha por la reducci¨®n de la jornada de trabajo, como ¨²nico camino de la izquierda ante la sociedad dual. La creaci¨®n de un salario m¨ªnimo y permanente para todos los desempleados o asignaci¨®n de base, que propugna la propia derecha, no debe servir para reforzar la divisi¨®n entre las dos zonas de la econom¨ªa, la estable y la sumergida. El derecho a su percepci¨®n debe ir unido al derecho al trabajo, y puede servir para que el individuo dedique su tiempo libre, que deber¨¢ ser mayor, a trabajos no lucrativos y a proyectos personales. La reducci¨®n del tiempo de trabajo y la reivindicaci¨®n del derecho a la asignaci¨®n de base puede ser, pues, seg¨²n el autor, dos importante reivindicaciones de la izquierda en los pr¨®ximos a?os.
?Qu¨¦ es lo que hay que hacer cuando el proceso de producci¨®n exige cada vez menos trabajo y distribuye cada vez menos salarios? ?sta es la pregunta que se plantea actualmente el mundo capitalista en su conjunto. La respuesta es de una evidencia tan grande que, en la pr¨¢ctica, apenas es discutida: hay que distribuir el poder de compra a aquellas personas para las que el proceso de producci¨®n no tiene ya empleo. Y como estas personas van a seguir Creciendo en n¨²mero, como su situaci¨®n de desempleo no puede ya ser imputada a su insuficiente cualificaci¨®n o a una causa pasajera, ser¨¢ preciso, tarde o temprano, que el derecho sea puesto de acuerdo con los hechos: es decir, que el derecho a la obtenci¨®n de unos ingresos sea reconocido a toda persona y que su poder de compra deje de estar en funci¨®n de la cantidad de trabajo que ¨¦sta, hombre o mujer, realice.En la Rep¨²blica Federal de Alemania, muy particularmente, est¨¢ en debate, tanto en la derecha como en la izquierda, la proposici¨®n de una "asignaci¨®n de base" garantizada de por vida a todo ciudadano. El "derecho imprescindible a la subsistencia" (Grundrecht auf Grundversorgung) no vendr¨ªa m¨¢s que a prolongar o, en parte, a reemplazar el derecho a la atenci¨®n en la enfermedad, el derecho a la jubilaci¨®n, el derecho a las vacaciones pagadas, a la indemnizaci¨®n de desempleo, al permiso de maternidad, etc¨¦tera, todos los derechos que rompen con el viejo principio puritano de que "quien no trabaja no come".
El principio de asignaci¨®n de base est¨¢, pues, virtualmente aceptado tanto por la derecha como por la izquierda. Pero cuando se deja el terreno de los principios para entrar en el de la organizaci¨®n de la sociedad, el de la distribuci¨®n del trabajo, aparece una estratificaci¨®n derecha/izquierda que no se corresponde con los esquemas habituales del an¨¢lisis de clase. En la derecha, en efecto, se encuentran a la vez la burgues¨ªa funcionarial, con sus aliados habituales, y -una parte importante de los obreros y empleados cualificados de las grandes empresas. En la izquierda se encuentran unas gentes que el an¨¢lisis de clase no sabe d¨®nde situar, pero tambi¨¦n unos militantes sindicales conscientes de los peligros de la presente evoluci¨®n. Veamos esto un poco m¨¢s de cerca.
Trabajadores eventuales
Desde finales de la d¨¦cada de los sesenta, la gran patronal ha reaccionado frente a la crisis de rentabilidad eludiendo las leyes sociales y los convenios colectivos: al lado de un n¨²cleo estable de obreros y empleados cualificados, sindicatos protegidos por unos acuerdos de sector, crec¨ªa la masa flotante de trabajadores llamados eventuales, empleados a t¨ªtulo provisional y que no ten¨ªan derecho ni a las ventajas sociales ni al salario m¨ªnimo interprofesional. Esta divisi¨®n c¨ªe la clase obrera y de la propia sociedad se ha hecho mucho m¨¢s visible despu¨¦s de que a los cada vez m¨¢s numerosos empleos en precario se ha venido a a?adir la creciente masa de parados. En todos los pa¨ªses capitalistas, con Estados Unidos a la cabeza, los trabajadores estables, protegidos, con jornada completa, tienden a convertirse (como siempre ha ocurrido en Jap¨®n) en una minor¨ªa privilegiada.
Seg¨²n que se acepte esta divisi¨®n, e incluso se la consolide, o, por el contrario, se busquen los medios para eliminarla, la gente se sit¨²a en la derecha o en la izquierda.
En la derecha se encuentran, por consiguiente, tanto las capas patronales y tecnocr¨¢ticas que intentan institucionalizar lo que denominan la "socio-econom¨ªa dual" como aquellas organizaciones sind¨ªcales que se interesan por defender los intereses de los asalariados estables y a tiempo completo. Cuando los sindicatos se entienden con la patronal y el Estado para disminuir los impuestos y la duraci¨®n de la indemnizaci¨®n de desempleo observan una conducta de derecha, y tambi¨¦n cuando -con el pretexto de que no hay que admitir la existencia de un paro masivo, sino "exigir la vuelta al pleno empleo"- combaten las diferentes formas de distribuci¨®n del empleo, tales como el job sharing (si se quiere traducir ser¨ªa "el puesto de trabajo compartido"), el empleo a tiempo reducido, etc¨¦tera. Con estas conductas contribuyen a excluir de la sociedad a aquellos y aquellas que ya no encuentran sitio en el n¨²cleo de trabajadores estables a tiempo completo. Al igual que la derecha, mantienen la ficci¨®n seg¨²n la cual estar¨ªamos todav¨ªa en una "sociedad del trabajo", mientras que la mayor¨ªa se ve en estos momentos expulsada de la misma hacia unas zonas sin visibilidad social, en las que las normas del Derecho no tienen vigencia.
Creaci¨®n de empleo precario
En este contexto es en el que hay que situar la proposici¨®n de un derecho a la asignaci¨®n de base. En el esp¨ªritu de sus promotores de la derecha (entre los que se encuentra Milton Friedman en Estados Unidos), esta asignaci¨®n debe hacer socialmente tolerable y casi institucional la escisi¨®n de la sociedad en dos sectores: de un lado, un sector de gran rendimiento, expuesto a la concurrencia internacional, que emplea una mano de obra cualificada, motivada y bien pagada; del otro, un "sector protegido" de actividades terciarias o artesanales. Las realidades del "sector protegido" pueden observarse en Estados Unidos en cinco a?os: el n¨²mero de empleos industriales ha dism¨ªnuido all¨ª en 2,4 millones, mientras que el de empleos terciarios aumentaba en cuatro millones. Estos ¨²ltimos son principalmente empleos en precario, insuficientemente pagados, sin cualificaci¨®n ni evoluci¨®n profesional: empleos en los fast foods, en los servicios de jardiner¨ªa y limpieza, empleos de auxiliar de enfermer¨ªa, de vendedor, etc¨¦tera.
Seg¨²n el razonamiento de los nuevos liberales, el n¨²mero de esos empleos podr¨¢ ser tanto m¨¢s elevado cuanto m¨¢s bajos sean los salarios correspondientes a los mismos. La asignaci¨®n de base debe precisamente permitir su bajo nivel: a condici¨®n de que sea justo lo suficiente para subsistir incitar¨¢ a los desempleados a procurarse unos ingresos complementarios mediante unos trabajos demasiado mal pagados como para que pueda vivirse de ellos.
La asignaci¨®n de base aparece as¨ª como una subvenci¨®n indirecta a la creaci¨®n de empleos marginales y de empresas que sin esto no ser¨ªan rentables. Constituye un medio de desembarazarse del problema del paro y de consolidar una socioeconom¨ªa dual.
Todo esto nos permite discernir en qu¨¦ deber¨¢ consistir la alternativa de izquierda. En primer lugar, el derecho a la asignaci¨®n de base deber¨¢ estar indisociablemente unido al derecho al trabajo. La asignaci¨®n de base no deber¨¢ concebirse corno el salario del paro y de la exclusi¨®n social, sino como la contrapartida de la posibilidad, que la sociedad nos asegura, de participar en la producci¨®n social de lo que nos es necesario.
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