'La Lola se va a los puertos', pero vuelve
Poco favor le hizo Juan de Ordu?a a Antonio Machado cuando rebusc¨® entre las piezas teatrales que ¨¦ste hab¨ªa firmado con su hermano Manuel.La Lola se va a los puertos, estrenada por Lola Membrives en 1929, no era la carta de presentaci¨®n que necesitaba Machado, don Antonio, en la Espa?a de 1947, cuando la pel¨ªcula se hizo. Ni La duquesa de Benamej¨ª, que tampoco fue moco de pavo, estrenada el a?o siguiente.
De entre las numerosas barbaridades, los inauditos excesos del cine espa?ol de posguerra, La Lola se va a los puertos pod¨ªa ser un s¨ªmbolo adecuado. Hay un poco de todo: el folclor tan en boga, su elogio a Andaluc¨ªa, contra lo extranjerizante, y a la virginidad eterna que da mejor voz; la moraleja de que sufrir es correcto, que no hay felicidad con el pecado, y que la aut¨¦ntica juventud tiene "ilusi¨®n de imperios"... con una pretenciosidad a la que dif¨ªcil es dar cr¨¦dito, los di¨¢logos versifican a medias unas cursiler¨ªas tan sorprendentes que abrazan, sin duda, los campos del humor.
La L ola se va a los puertos se emite hoy a las 20
30 por TV-2.
Desde este ¨¢ngulo, la pel¨ªcula garantiza un seguro y placentero reencuentro con su trama y sus frases.
Superados los primeros choques frente a decorados, trajes y redichos, la acci¨®n se adentra tan apasionadamente por los caminos del follet¨ªn que no hay un solo t¨®pico sin citar, dejando, por tanto, sin tregua al asombro. El amor puro que por la Lola tiene Manuel Luna (hier¨¢tico y trascendent¨®n), frente al amor malsano, rencoroso y asesino de Manuel Dicenta (con rictus de perverso del cine mudo) y el tambi¨¦n sucio amor de Jes¨²s Tordesillas (en malo refinado); el violento conflicto entre padre e hijo por el amor de una mujer; el medall¨®n que ata al pasado; el arrepentimiento de la espa?ola que se afrances¨®; el peligro de muerte; su poquito de Traviata y de Alejandro Dumas, y los cantos al alma, al de la copia y al alma del alma de Lola, que, a la saz¨®n, fue interpretada por Juanita Reina, cantante tan excelente como imposible actriz.
Siempre fue imposible el amor en las pel¨ªculas espa?olas; de no serlo, se le condenaba con la muerte, la tuberculosis o la seca redenci¨®n del sacrificio. El amor aut¨¦ntico, el de las almas, es eterno, profundo y bonito, pero el que cree que "Lola es una mujer para los brazos de un hombre", "un sentimiento hecho carne", ¨¦se no es amor. Con ¨¦l no se llora tanto como llora Lola, cien veces debatida entre utilizar su voz o vivir su condici¨®n de mujer, mal ayudada adem¨¢s por ser de otra clase, "aunque de la misma casta". Ese amor no nace de consultas a la Virgen ni del cumplimiento de promesas aunque diluvie, ese amor no produce la voz de Lola, que cuando canta "hasta el aire se para en suspiros". ?se no es amor. Tal era la propuesta er¨®tica del cine espa?ol 15 a?os despu¨¦s de la primera pel¨ªcula de Mae West y cinco antes de la aparici¨®n en Francia de Brigitte Bardot.
La Lola se va a los puertos puede despertar en beat¨ªfica reconciliaci¨®n de la nostalgia, pero es m¨¢s probable que invite a la sonrisa y sin llegar a la ira. Al margen de los admiradores de Juanita Reina o de quienes descubren ahora joyas excepcionales entre lo grotesco, a¨²n cabe una lectura controlada sobre La Lola... justificando las frecuentes carcajadas sin recurrir al homenaje. Tambi¨¦n puede ocurrir que su excesiva longitud canse incluso la expresi¨®n de la risa. En ese caso, desde que la historia se precipita en las ¨²ltimas secuencias hasta el final o los encuentros po¨¦ticos entre los amantes son los fragmentos m¨¢s apetitosos. En realidad, no existe desperdicio. La perplejidad es continua y la diversi¨®n, entre c¨®mplices, segura, aunque algunos tambi¨¦n lloren.
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