Juan Pablo II termina su visita a Venezuela con un llamamiento contra la injusticia social
Juan Pablo II concluy¨® ayer su visita de 72 horas de duraci¨®n a Venezuela con un llamamiento a que se ponga fin a las injusticias sociales y al fortalecimiento de los valores morales. El mensaje papal fue lanzado durante un acto de masas en Ciudad Guayana, centro industrial situado a 550 kil¨®metros al sureste de Caracas. Antes de trasladarse a Quito, segunda etapa de su gira latinoamericana, el Papa se despidi¨®, en la capital Venezolana, del presidente Jaime Lusinchi.
Generalmente, durante la visita del Papa a un pa¨ªs, suele conocerse s¨®lo lo que est¨¢ ocurriendo en cada momento alrededor de ¨¦l; pero se sabe muy poco de los mecanismos que han intervenido en la preparaci¨®n del viaje, o c¨®mo vive el acontecimiento no s¨®lo la gente de la calle, sino tambi¨¦n las instituciones del pa¨ªs, o bien de la aut¨¦ntica explicaci¨®n de la incre¨ªble movilizaci¨®n que arrastra la presencia de Juan Pablo II en cada lugar por donde pasa.Tambi¨¦n la visita a Venezuela, que concluy¨® ayer, vista desde fuera puede parecer algo muy sencillo, sin problemas ni tensiones, casi un milagro de entusiasmo popular producido como por generaci¨®n espont¨¢nea. Pero la verdad es muy distinta. En primer lugar, el viaje tuvo que ser aplazado hace un a?o, como ocurri¨® en Espa?a, por motivos pol¨ªticos. Cuando la visita fue anunciada por primera vez, el pa¨ªs se encontraba en medio de una campa?a electoral y se temi¨® que sirviera para apoyar al entonces presidente democristiano, que perdi¨® al final las elecciones.
En casi todos los viajes, una de las primeras preocupaciones es el miedo a que la visita papal sea instrumentalizada pol¨ªticamente, especialmente en pa¨ªses, como Venezuela, donde m¨¢s del 90% de sus habitantes es cat¨®lico.
Por eso, para huir de este peligro, la Iglesia venezolana quiso preparar la visita como s¨ª se tratase de una imponente misi¨®n nacional para la que fueron movilizados, por primera vez en Venezuela, 150.000 seglares, que recorrieron todo el pa¨ªs para preparar a los fieles y evitar cualquier tipo de manipulaci¨®n pol¨ªtica de la peregrinaci¨®n papal.
Grupos de poder
Pero incluso en la preparaci¨®n de la misi¨®n y del viaje hubo ya no pocas tensiones entre los diversos grupos de poder a nivel institucional. ?sta es una Iglesia con pocos conflictos internos donde la teolog¨ªa de la liberaci¨®n no es a¨²n un fen¨®meno general como en Brasil o Per¨², pero existe un clero religioso fuerte y abierto que se contrapone a un clero secular m¨¢s conservador. Existen grupos de empresarios cat¨®licos muy poderosos desde el punto de vista econ¨®mico que han querido en seguida llevarse al Papa de su parte y prepararle un triunfo que pudieran despu¨¦s adjudicarse.Y junto a ellos, pero de alguna forma en competencia, est¨¢ el grupo del Opus Dei, que no es tan fuerte en el mundo econ¨®mico, pero s¨ª en el campo de las comunicaciones sociales, y ha dado la batalla desde el primer instante para apropiarse de la imagen del Papa, sobre todo a trav¨¦s de la televisi¨®n.
El Opus encontr¨® dentro de la Conferencia Episcopal un buen abogado defensor, que hab¨ªa empezado a dar a la obra un amplio margen para la preparaci¨®n del gran acontecimiento. Se trata del secretario general de la Conferencia Episcopal, el joven obispo Jos¨¦ Joaqu¨ªn Troconis Montiel, que fue preparado por el Opus De? en Ciencias de la Informaci¨®n en la universidad de Navarra, tras haber estudiado teolog¨ªa en Roma.
Pero misteriosamente, de la noche a la ma?ana, el secretario de la Conferencia Episcopal, alma de la preparaci¨®n de la misi¨®n nacional y de la visita papal, desapareci¨® de la escena. Y desde julio pasado nadie ha vuelto a saber nada de ¨¦l, ni se dieron explicaciones, excepto la diplom¨¢tica de enfermedad por agotamiento.
Jur¨ªdicamente, Jos¨¦ Joaqu¨ªn Troconis es a¨²n el secretario de la Conferencia Episcopal y como tal aparece en la lista oficial de obispos presentada estos d¨ªas a la Prensa, pero le ha sucedido a todos los efectos Baltasar Porras, obispo auxiliar de M¨¦rida, con gran prestigio en el pa¨ªs. La desaparici¨®n misteriosa del importante personaje del episcopado venezolano se ha hecho m¨¢s aguda estos d¨ªas, ni se ha presentado a la importante visita papel ni se ha conseguido saber siquiera si est¨¢ o no en Venezuela.
EL PAIS ha consultado en varias direcciones, y la respuesta ha sido siempre la misma: "Nadie sabe nada de ¨¦l". As¨ª lo ha confirmado el salesiano Amador Merino G¨®mez, director del departamento de comunicaci¨®n social de la Conferencia Episcopal, quien ha confirmado que Jos¨¦ Joaqu¨ªn Troconis era un obispo que se mov¨ªa en la ¨®rbita del Opus Dei.
Tambi¨¦n la periodista del Diario Nacional Rosa Ustaris, que cuando desapareci¨® el secretario de la Conferencia se hab¨ªa interesado por el caso, ha confirmado que no ha vuelto a saberse nada de ¨¦l; que se hab¨ªa dicho que estaba en Miami descansando, pero que nadie pudo conectar con ¨¦l.
Las hip¨®tesis que se barajaban ayer en los ambientes religiosos y pol¨ªticos de Caracas eran varias. Algunos achacaban la misteriosa y dolorosa desaparici¨®n del obispo a una lucha entre el Opus y los otros grupos de poder econ¨®mico, como si hubiese perdido ¨¦l la batalla.
Otros prefer¨ªan pensar en problemas m¨¢s personales, de tipo econ¨®mico o sentimental, pero lo cierto es que su ausencia ha pesado y sigue pesando sobre la Iglesia de Venezuela y sobre el viaje del Papa.
Claves del ¨¦xito
Con relaci¨®n al ¨¦xito de la visita, incluso a nivel de masas, una de las comunidades religiosas de Caracas busca sus claves en la siguiente direcci¨®n: en primer lugar, la Iglesia institucional se ha volcado para demostrar al poder pol¨ªtico que la Iglesia cat¨®lica posee una fuerza de movilizaci¨®n de masas muy superior a la del Estado; pero la visita ha interesado tambi¨¦n al poder pol¨ªtico de un pa¨ªs que justa y orgullosamente se considera uno de los pocos democr¨¢ticos de Am¨¦rica Latina, con el fin de demostrar a los cat¨®licos que ellos est¨¢n con el Papa y que el Papa est¨¢ con ellos.Y lo mismo puede decirse de los empresarios cat¨®licos y del Opus Dei, quienes, cada uno por su lado, se hicieron pedazos para demostrar al Papa su devoci¨®n y ganarse su benevolencia.
Por lo que se refiere a los cat¨®licos m¨¢s comprometidos y a los religiosos, si en un primer momento tuvieron miedo de la visita del Papa "conservador", m¨¢s tarde decidieron volcarse tambi¨¦n para "no regalar la visita a los conservadores". Y contribuyeron generosamente a la preparaci¨®n del viaje.
As¨ª se explica que al final no haya habido en realidad la m¨¢s m¨ªnima contestaci¨®n a la visita y que la suma de todos estos factores haya contribuido parad¨®jicamente, por motivos distintos y a veces hasta opuestos, al ¨¦xito de la gira venezolana. Todo ello, unido al indiscutible carisma personal del papa Wojtyla, que tambi¨¦n aqu¨ª acab¨® contagiando con su presencia hasta a los menos fervorosos.
Ahora esperan al Papa las dos etapas m¨¢s dif¨ªciles: la de Ecuador, con el problema indio, y la de Per¨², donde tendr¨¢ que abordar el tema de la teolog¨ªa de la liberaci¨®n y del terrorismo protagonizado por el grupo maoista Sendero Luminoso, que ha creado una situaci¨®n cercana a la guerra civil en la regi¨®n de Ayacucho. A estos problemas hay que a?adir el de un episcopado y de unas comunidades cristianas de base poco d¨®ciles.
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