Tiempo pasado
El teatro es condenadamente temporal. C¨¢ndida, de George Bernard Shaw, tiene 90 a?os: y los tiene, y cuanta m¨¢s honestidad y delicadeza y correcci¨®n ponga su adaptador y director, Jos¨¦ Luis Alonso, m¨¢s est¨¢n ah¨ª sus arrugas.En aquella tersa, brillante, parad¨®jica comedia de hace un siglo hab¨ªa una gran riqueza. Estaba la dial¨¦ctica de las clases ideol¨®gicas (el socialismo ¨¦tico, eclesial; el patrono ascendente sin escr¨²pulos; la aristocracia perdida en la decadencia y la debilidad); hab¨ªa un concepto del matrimonio visto no como cadena, sino como elecci¨®n, y, en este caso, de la esposa, porque hab¨ªa tambi¨¦n una idea modern¨ªsima de la mujer.
Centro de un debate
C¨¢ndida, de G
B. Shaw Adaptaci¨®n de Jos¨¦ Luis Alonso. Int¨¦rpretes: Eduardo Fajardo, Ana Mar¨ªa Barbany, Santiago ?lvarez, Alberto Fern¨¢ndez, Mar¨ªa Dolores Pradera, Juan Rib¨®. Figurines: Miguel Ligero. Escenograf¨ªa: Vel¨¢zquez Producciones. Direcci¨®n: Jos¨¦ Luis Alonso. Estreno: teatro Lara, 8-2-1985.
Ibsen hab¨ªa escrito Casa de mu?ecas 13 a?os antes; y Nora era un impulso, un estallido, una liberaci¨®n brillante de final de tercer acto, y no la tranquila serenidad de C¨¢ndida, segura de s¨ª misma y de su fuerza y su raz¨®n desde el principio al fin de la obra: un largu¨ªsimo paso hacia adelante.Estaba en el centro de una discusi¨®n est¨¦tica, la de los prerrafaelistas; y en una lucha por la renovaci¨®n del teatro en s¨ª -el nuevo teatro, el teatro independiente-. Cuando se escribi¨® faltaban 19 a?os para la I Guerra Mundial y 22 para la revoluci¨®n rusa, y Espa?a ten¨ªa todav¨ªa colonias en Am¨¦rica. Todav¨ªa no hab¨ªa pasado nada... La capacidad de George Bernard Shaw para dise?ar su mundo moderno y su revoluci¨®n era asombrosa.
Pero hoy ha pasado ya todo, y aqu¨ª hay polvo y ceniza. Queda apenas un tri¨¢ngulo y unos personajes c¨®micos. Un tri¨¢ngulo en el que la mujer elige al m¨¢s d¨¦bil, con la cl¨¢sica paradoja de que el d¨¦bil ha aparecido durante toda la comedia como el m¨¢s fuerte y m¨¢s seguro, y el fuerte es el que tiene pintada la inseguridad, la duda y la angustia en el car¨¢cter visible. Los personajes c¨®micos bullen en torno, hacen su borrachera, son chistosos. La carne ideol¨®gica se ha amojamado en todos.
Para quienes tengan una cierta cultura, un inter¨¦s por la historia del pensamiento y del teatro, por la evoluci¨®n de las ideas, C¨¢ndida puede ser una obra apasionante, y hacerle comprobar el gran talento dram¨¢tico, literario y filos¨®fico de Bernard Shaw, pero a condici¨®n de borrar este tiempo de hoy. Para el que vaya con otra intenci¨®n al teatro, habr¨¢ en cambio poca cosa o nada. Cada uno ver¨¢ y entender¨¢ en C¨¢ndida lo que aporte ¨¦l mismo.
Claro que la interpretaci¨®n y la direcci¨®n se encuentran con este problema: hay textos y situaciones que requieren una forma de hacer y de decir que se pueden escapar hacia el museo. Est¨¢ el aliciente de ver otra vez en un escenario dram¨¢tico a Mar¨ªa Dolores Pradera, que abandon¨® el teatro hace 17 a?os.
Luminosa actriz
Pero no lo abandon¨® nunca realmente: llev¨® la dicci¨®n, la prosodia, el relato, a la canci¨®n, y ahora devuelve al teatro, con lo que se llev¨®, el aire, el ritmo, el movimiento, la musicalidad interna y hasta la toquilla que la canci¨®n le dio.Es Mar¨ªa Dolores Pradera una actriz luminosa, como su personaje; y Eduardo Fajardo es seguro, serio, natural, como el suyo; y Jos¨¦ Rib¨®, a su vez, transmite la inseguridad aparente. Ana Mar¨ªa Barnaby acent¨²a la rigidez cl¨¢sica de la solterona con una chispa de amor al fondo. Alberto Fern¨¢ndez, el cinismo de la nueva clase, y Santiago ?lvarez acompa?a. Personajes de otros tiempos, interpretaci¨®n de otros tiempos.
Mar¨ªa Dolores Pradera recibi¨® los aplausos de bienvenida y la confirmaci¨®n, al final del espect¨¢culo, de que tiene un buen puesto en la comedia y lo puede desarrollar en adelante: no ha perdido nada, ha ganado mucho. Comparti¨® los aplausos con sus compa?eros y con el director, Jos¨¦ Luis Alonso, cuyo tacto y oficio se han comprobado otra vez.
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